«¿Por qué, después de un momento de gran intensidad espiritual, experimentáis un sentimiento de plenitud? Exteriormente, sin embargo, no os ha sucedido nada; nada ha cambiado, pero os sentís colmados, como si hubieseis sido alimentados, saciados… Los ignorantes dirán, claro, se trata de una ilusión. Pero entonces, cuando sufren, cuando se sienten desdichados sin causa aparente, ¿son también ilusiones esos momentos de angustia, de depresión? No, para ellos son una realidad, el sufrimiento es una realidad, pero el gozo espiritual es una ilusión. ¡Qué razonamiento!
Procurad, de ahora en adelante, elevaros hasta las regiones del alma y del espíritu, comed, bebed y sabréis lo que es la plenitud. Entonces, ya no será como en el plano físico en donde cada día nos vemos obligados a comer para no encontrarnos hambrientos y sin fuerzas. El alimento que tomáis en las regiones sublimes os sacia durante días y días. El mundo divino está hecho de elementos de una riqueza tal que, si llegáis a probarlos, sólo una vez, la sensación de plenitud que os darán ya no os abandonará nunca más. Nada podrá quitaros esta sensación de eternidad. Evidentemente, antes de llegar hasta ahí, deberéis ejercitaros durante mucho tiempo y buscar cada día vuestro alimento, como para el estómago físico. Pero si tratáis de participar en los banquetes del alma y del espíritu, un día, nada podrá quitaros ya esta sensación de plenitud.»
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