Aida. Entre Las Líneas.


por Iam Saums 02 Octubre 2015
del Sitio Web ZenGardner
«Todo lo que vemos o nos parece ver,
no es sino un sueño dentro de un sueño».
Edgar Allan Poe
Realidad Artificial
Nada es real en la realidad.
Toda la inteligencia, la fe y la sabiduría en el mundo no va a cambiar esta verdad.
La raza humana se ha enorgullecido de cuántas personas, circunstancias y resultados puede controlar y manipular para transmitir su poder de síntesis, y ocultar sus inseguridades más profundas.
Todo lo que quedará de ello, es la marca de agua de su propia injusticia, apetitos insaciables, malicia velada y conquistas egocéntricas.
Generaciones tras generaciones de seres humanos han ido y venido, nacidos con la mayor promesa y enterrados con el mayor fracaso. Una derrota que la mayoría no va a elegir en reconocer o reclamar.
No somos de verdad porque, simplemente, no vivimos en el presente. Somos la más elaborada mentira jamás creada. Se nos ha dado la extraordinaria oportunidad de prosperar por la evolución, trascendiendo y compartiendo todo lo que encontramos.
Sin embargo, somos constantemente seducidos por la incesante agenda de nuestro ego.
Nuestras vidas realmente no son acerca de ayudar a otros. Ni siquiera son de ayudar a nuestras familias o a nosotros mismos. Son sobre el reconocimiento de una red elusiva de sociópatas que muy pocos están dispuestos a identificar, combatir u oponerse.
La tragedia es que ni siquiera sabemos ni nos importa lo suficiente la desigualdad y la injusticia para hacer lago la respecto.
La vida simulada en la que participamos es nuestra manta de seguridad. Nos da un sentido artificial de comodidad, seguridad, estatus y propósito. Nos da una excusa admisible y la razón para nunca ser quienes estamos destinados a ser.
En nuestros corazones y almas nosotros sabemos de nuestro potencial y capacidad. Sin embargo, nos apoyamos en nuestros defectos y dudas para prevenirnos de crear y vivir nuestro destino.
La mediocridad y la inseguridad sella el destino de nuestra elección ordinaria y sin sentido.
No importa cómo podamos girar nuestras vidas incompletas y no cumplidas con medios económicos, educativos o religiosos, no dejan de ser una mentira.
El lado oscuro
Los seres humanos exhiben características que en última instancia los poseen durante toda su vida.
Muchos viven con estas condiciones sin saber o entender su naturaleza disfuncional e influencia. Pocos están dispuestos, abiertos o son lo suficientemente auténticos para identificarlas y gestionarlas. Menos aún están dispuestos a transformarlas en oportunidades para servir en lugar de ser esclavizados.
Esta elaborada Matrix de debilidad personal y limitación se encona en presencia de la vanidad humana, la negación, la duda, la disonancia cognitiva, la justicia propia y el miedo. Son todas cualidades que se originan exclusivamente desde el lado oscuro de nuestro ego.

Nuestro antigua mente reptilianaestá constantemente tratando de tomar ventaja y control de nuestra vida.

Nos regimos dentro de una existencia tridimensional, viviendo una experiencia de dos dimensiones. Qué y cómo identificamos y adoptamos como realidad refuerza aún más el agarre que nuestro ego tiene sobre nosotros. Es un estilo de vida que ha sido impuesto sobre nosotros por un sistema de progresión calculada, resultados manufacturados, dinámica y aquiescencia manipulada y diseñada.
Todos estamos atrapados en una telaraña de engaño. La propia naturaleza de la realidad en la que existimos simplemente no conduce a la verdad, la sabiduría, la comunidad y sobre todo lo demás, el amor.
Eventualmente nos acostumbramos, nos volvemos cómodos y compatibles dentro de las sombras de nuestra vida.
Nos encogemos de miedo en la oscuridad esperando una oportunidad que nunca llegará. Cuando llega, no es más que un espejismo de oportunidades y de éxito que nos deja vacíos e insatisfechos. Estamos disociados con nosotros mismos y con nuestra verdadpasión, amor y destino.
Cuando se nos presenta la oportunidad, la percibimos como un sueño fugaz o un éxodo de la «todopoderosa» realidad.
Nuestra confianza en las estructuras comunes y familiares de la vida mortal, impide cualquier y toda verdadera evolución y expresión, que jamás podremos experimentar.
Viendo lo invisible
Nuestro mundo visible es inferior al 3% del universo «conocido».
Nuestra vida está severamente afectada por nuestros arcaicos cinco sentidos. Estas expresiones de nuestra existencia son la brújula de nuestra experiencia.
También pueden ser las más grandes distracciones e inhibidores de nuestra percepción. Tan pronto como abrimos los ojos, la fascinante autoridad de la realidad visual compromete el equilibrio entre nuestros sentidos.
Nuestra fascinación y confianza en la visión desplaza inmediatamente nuestra atención y conciencia de la posibilidad multidimensional a una condena de dos dimensiones. Nuestra aceptación «a ciegas» de la realidad nos confina dentro de nuestra propia prisión invisible.
La vista es el sentido más manipulado en nuestra realidad común.
Somos profundamente dependientes de lo que vemos. Elegimos creer lo más fácil y absolutamente en lo que es visible, que en lo que se siente o intuye. Nos engaña con nuestra propia apatía, crítica, negación, egoísmo y oposición.
Todo lo que anhelamos lograr en nuestras vidas se rinde cuando no elegimos crear o experimentar la vida en su máximo potencial. La mayor debilidad que el género humano cree que es su mayor fortaleza, es su aceptación mutua de que la vida se mide por lo que recibimos, no por lo que damos.

Sólo hay una manera de experimentar verdaderamente las dimensiones invisibles del universo. Requiere una sinergia entre nuestros instintos y nuestra inteligencia.

Esto abre la puerta de entrada a nuestra conciencia emocional iluminada.
El equilibrio entre el cuerpo, la mente y el corazón crea el equilibrio tridimensional necesario para generar el enfoque apropiado, la energía y la expresión de relacionarnos con nuestra intuición.
Nuestra intuición es el «foco» que nos conecta con nuestra alma.
Sólo cuando hayamos alcanzado este nexo electromagnético cuadri-dimensional en nuestro interior seremos capaces de vivir en unión con el universo.
Todo lo que es cierto
La verdad de la raza humana nunca habrá, ni será jamás encontrada en la línea impresa.
Debido a sus inclinaciones hacia el control y la manipulación, la humanidad sigue existiendo dentro de su propia oscuridad de inteligencia condicionada, dedicada obediencia y desenfrenada inseguridad.
La raza humana está más dispuesta a renunciar a su poder personal ante la autoridad que a defenderla por cuenta propia.
El poder personal se ha convertido en una expresión humana en peligro de extinción. El temor de enormes proporciones de la responsabilidad que, aparentemente, acompaña su propiedad no sólo lo ha hecho casi inalcanzable, la ha hecho inexistente.
Nuestra percepción de la vida y cómo la experimentamos no es nuestra. Somos víctimas de un engaño mediático impuesto artificialmente.
Más a menudo que no, nuestro punto de vista es adoptado en lugar de ganado. No sólo porque elegiríamos verlo erróneamente fuera de nuestra aprehensión de lo que «pudiera» ser verdad. Es sobre todo porque vivimos en un mundo falso, que se rige por personas falsas con falsas intenciones de ganar falsa supremacía a través de falsos medios.
Cuando elegimos para establecer y vivir nuestra verdad, es una experiencia solitaria, desafiante y frustrante que produce muy poca «verdadera» iluminación en el mundo «real».
Nuestras vidas son vividas principalmente en las líneas de una historia que aceptamos como el estándar la realidad. La mayor parte de la humanidad lee y emula su papel con obligación patriótica y obediencia.
La libertad nunca se encontrará convirtiéndose en un peón en el tablero de ajedrez de la sociedad. Esta es afirmada con nuestra dedicación a vivir de verdad, amar y ser.
Debemos romper nuestro programa y trascender la ilusión en la que todos somos actores.
Sólo cuando leemos entre las líneas de la realidad será encontrada nuestra verdad. Sólo entonces seremos capaces de escribir nuestras propias vidas. Sólo entonces seremos capaces de crear la verdad que estamos destinados a ser.

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