¿Cuándo has caminado descalzo por última vez en contacto con nuestra madre Tierra, cuándo abrazaste a un árbol por última vez?
La humanidad tenemos el rumbo perdido, nos hemos alejado de nuestros orígenes hasta olvidar quiénes somos realmente, estamos entregando nuestras vidas viviendo imbuidos dentro de estructuras frías e inertes de acero, cemento y cristal; zombificados, escenificando vidas vacías, sin sentido, sin rumbo, deprimidos, sin objetivos o motivaciones para nuestra alma. Sin embargo, ha llegado el momento, el tiempo en el que los seres humanos volvamos a conectar con el Cosmos, con la naturaleza, con nuestra madre Gaia, ha llegado el momento de que la humanidad se una como una sola, ha llegado la hora de sintonizar otra vez con la magia del Universo, de conectar con el corazón. Ha llegado el momento de empezar a leer la forma de las nubes y el vuelo de los pájaros.
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Si adorar significa reconocer la magnificencia de todo lo que nos rodea, de los Elementos que nos son dadores de la Vida, entonces debemos reconocer la magnificencia y sentir el gozo de toda la Existencia, incluyendo nuestra vida propia.
Debería ser tiempo de ir reemplazando ciertos pensamientos en nuestra mente constructiva: si en vez de pensar cuando te despiertas «ya es tarde», «no llego», «el mismo rollo de cada día», lo reemplazamos por la observación y el sentimiento de «¿a ver qué cielo hay hoy?» «voy a respirar un poco de aire fresco», «voy a beber agua», «Gracias por todo lo que en este día me va a iluminar y a todo lo que hace que vibre como un conjunto, voy a pisar hoy tierra, voy a pasear bajo los árboles, voy a escuchar el sonido del agua de una fuente, voy a mirar el cielo y el sol», es posible que entonces estemos dando entrada a una nueva forma de sentir que se instalará en nuestras formas de vida. Si a más a más sustituimos esos pensamientos por algo semejante a «rezos» o ruegos, porque pedir lo que uno necesita y en la forma que le sea propia es una forma única de enlazar con las energías que conectan para que todo llegue a su cumplimiento. Si pedimos mediante frases constantes y no sólo por nosotros sino para quien más lo necesita, es muy probable que pronto lleguemos a construir lazos y puentes misteriosos e invisibles que pongan en funcionamiento algo llamado «magia». Esta magia es tan auténtica o más que la que por desequilibrio nos han hecho creer. Esta magia es la real y no la de ir a «trabajar» para «pagar» o para «tener» o para «ser». Porque está muy claro que esta última forma es la que acaba con nosotros lenta y constantemente a través de angustias, problemas, y más problemas, enfermedades y todo lo que esta cadena conlleva.
Ojalá cada día de nuestra vida al despertar nos acordemos de los elementos que nos están dando la Vida. Esos elementos a los cuales tratan de borrar no sólo de nuestra existencia sino de nuestro vivo Planeta, nuestra Madre Tierra.