En Siberia libran una batalla contra un apocalipsis zombi en la vida real, y todo por culpa del calentamiento global. Se trata de un brote de ántrax, una bacteria poco común que afecta tanto a animales como a seres humanos, que se desató en el área de Yamalia-Nenetsia después que la temperatura superara el promedio por arriba de los 5 °C.
El origen del brote podría encontrarse en los restos de un reno que murió hace más de siete décadas, época en que se suscitó la última epidemia de ántrax. El cadáver del animal, sepultado entre el permafrost de la tundra, albergó una pequeña colonia de microbios que se mantuvo todo este tiempo inactiva – dicho de otra forma, muerta.
Pero cuando la temperatura subió, los restos empezaron a descongelarse y las bacterias retornaron a la vida a todo galope, terminando con la vida de más de 1,500 renos e infectando a más de 10 humanos.
El área fue totalmente aislada y cualquier individuo – humano o animal – que sale de la región es mantenido encuarentena, según lo reportado por el Siberian Times. El gobernador declaró un estado de emergencia.
El temido carbunco.
Las bacterias de ántrax o carbunco cuentan con un mecanismo asombroso de supervivencia: cuando el medio donde se encuentran no presenta las condiciones idóneas, fabrican pequeñas esporas cuya capacidad de subsistencia se extiende por más de un siglo en el permafrost, según las estimaciones de los científicos rusos. Cuando la temperatura sube, son capaces de “volver a la vida” y regresar a un estado de menor resistencia, pero que faculta a estos microbios con una amplia movilidad y los hace más infecciosos.
Incluso en su estado de espora, el ántrax es capaz de provocar infecciones – la forma de contagio más común se da cuando los animales de pastoreo (vacas, por ejemplo) terminan ingresando los organismos a sus sistemas a partir del pasto. Mientras que los humanos son contaminados al aspirar las esporas o entrar en contacto con los animales enfermos. El tratamiento más común para combatir a las bacterias es la penicilina y ciprofloxacino.
Según los registros, el último brote de ántrax en la región tuvo lugar en 1941, aunque una serie de casos aislados ha aparecido últimamente en toda Rusia. Tanto el gobierno como la comunidad científica están preocupados de que la bacteria se haga más común a medida que el planeta siga aumentando su temperatura.
Uno de los más grandes temores es que tenga lugar una explosión infecciosa en Yakutsk, una región que contiene más de doscientas fosas de ganado, llenas de cadáveres de animales que perecieron en plagas anteriores, un foco desde donde nuevas bacterias podrían emerger.
Con un escenario tan aterrador, el plan de los investigadores rusos parece el mismo que el de un apocalipsis zombi: advertencias constantes y una vigilancia permanente a los cementerios donde las víctimas han sido enterradas.