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«La sonrisa ya es un saludo, una señal de reconocimiento que cada uno dirige a las personas con las que se encuentra incluso antes de hacerlo mediante la palabra. También es importante vigilar lo que expresamos con una sonrisa. Naturalmente, no se trata de fabricar una sonrisa artificial, estudiada en un espejo. Es preciso que esta sonrisa que debe expresar simpatía, comprensión y amistad, venga naturalmente de dentro.
Si sois capaces de descender hasta las profundidades de vuestro ser para buscar el silencio y la luz, los escultores que hay en vosotros sabrán siempre qué nervios, qué músculos deben tensar o relajar. Podéis confiar en ellos. Si queréis fabricaros vosotros mismos una sonrisa, corréis el riesgo de deformaros más que otra cosa. Trabajad pues con el amor, la esperanza y la fe y abandonaos a la inspiración de vuestros escultores interiores.»
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