Wim Hof nunca fue un tipo normal: nació en 1959 en una pequeña ciudad de Holanda, y desde niño le gustaba caminar sin zapatos por la nieve. Años después, Hof, mejor conocido como «The Iceman» o «El hombre de hielo» mantiene algunos de los récords mundiales de resistencia física (26, para ser más exactos) más extremos de todos los tiempos, siendo capaz de mantenerse sumergido en hielo hasta el cuello por más de una hora, además de correr maratones en desiertos sin apenas tomar agua.
Pero su éxito y proyección internacional no se deben solamente a una buena genética: desde 2011, Hof ha incursionado en la enseñanza de aprendices a partir de la publicación de su libro Becoming the Iceman, en co-autoría con Justin Rosales, uno de sus estudiantes. El pdf puede revisarse aquí gratuitamente.
Iceman no es una atracción de circo: se trata de un hombre que se ha dedicado a conocer e investigar su resistencia física y que se ha sometido a lo que parecen ser análisis rigurosos de la comunidad científica. Hof no afirma tener «poderes» especiales para hacer todas estas cosas, sino simplemente pide tener una actitud abierta al papel que juega la mente, y en especial la respiración, en la asimilación de energía y en el desgaste sufrido por la misma.
Su método de respiración está basado en técnicas conocidas por los yogis como «fuego interno». Básicamente consta de una inspiración grande y una expiración que no termina de sacar el aire por completo del cuerpo. Esto genera una reacción de sobreoxigenación luego de algunos minutos, lo cual sirve tanto para mantener la mente despejada como para influir en la forma en que el cuerpo realiza el gasto calórico. Una exigencia interesante de su método es el someterse a periódicos baños de agua fría, los cuales, a decir de sus materiales disponibles en línea, ayudan al sistema inmune a hacerse más fuerte, y al cuerpo a no perder calor al temblar literalmente de frío.
Con Hof, la barrera entre la mente y el cuerpo deja de existir, pues aunque su explicación es más científica que metafísica, la conexión entre la respiración y la resistencia física recae en el control de las propias preconcepciones acerca del frío, el dolor y otras cosas que la gente aprende a temer desde pequeños. En los cursos que dicta en las montañas de Polonia, la edad no es un factor: Hof imparte talleres donde invita a sus estudiantes a someterse a temperaturas gélidas con mínimo equipo. Estas técnicas incluso le han permitido ascender dos de las montañas más altas del mundo, el Kilimanjaro en África y el Everest, en Asia, con muy poco equipo de seguridad.
Su apertura a ser investigado por la comunidad científica le otorga un voto extra de buena fe, en tanto que un charlatán tal vez no aceptaría gustoso a un montón de científicos echando una ojeada en su sistema circulatorio y nervioso mientras se encuentra sumergido en agua casi congelada. Si no te gusta el frío, probablemente quede admirar el trabajo de Hof desde la distancia.