Tres compañeros han sido detenidos en Niza el pasado martes 1. Los tres han sido condenados a 4 meses de cárcel, de los que deben cumplir uno. Se dirigían en coche a las protestas contra la cumbre del G20 y toparon con un control policial. La única razón de la detención es portar «armas de sexta categoría». En la legislación francesa, esta categoría se refiere a objetos corrientes que podrían ser, hipotéticamente, usados como armas. Esta técnica es bastante frecuente cuando la policía quiere condenar por motivos ideológicos y no encuentra otro pretexto legal. Incautan todo tipo de utensilios, aunque sea ridículo que se utilicen como armas (por ejemplo, conocemos otro caso en Logroño en el que incautaron un simple llavero con forma de puño americano, con la correspondiente multa).
Los tres compañeros, A.A.H, de 30 años, X.U.E., de 26, y M.A.P., de 24, llevaban, en este caso, piolets, como aficionados a la escalada. No obstante, el delirio de la prensa incluye términos como «literatura anarquista» o «capuchas» entre los objetos peligrosos. El peor delirio lo sufre ABC, que afirma que llevaban «pistolas».
Dos de los tres compañeros son de Logroño.
ESTE LUNES 7 DE NOVIEMBRE, CONCENTRACIÓN A LAS 20:00 EN LA DELEGACIÓN DEL GOBIERNO EN LOGROÑO.
· Agencia AFP: cuchillo, piqueta, botas con ganchos, máscaras de protección, capuchas, pernos, herradura, bastones de marcha, guantes de protección, literatura anarquista, camisetas en las que se leía «Anarkopunk» o «Deje de seguirme».
· ABC (dice citar a la Agencia EFE): pistolas, armas blancas, pernos y pasamontañas.
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· Europa Press: numerosos pernos y piolets, capuchas y máscaras antigás.
¡Absolución a los 3 en Niza!
PD: Al día siguiente, 5 murcianos fueron detenidos y condenados con el mismo pretexto, por portar objetos sospechosos tales como guantes.
Comunicado escrito por amistades de los detenidos:
Breve historia de una infamia
El pasado martes 2 de noviembre, tres amigos y compañeros nuestros fueron detenidos en Niza pocas horas antes de la manifestación en protesta por la cumbre del G-20, centro de decisión de las nefastas políticas sobre la economía y las finanzas. Incriminados por llevar consigo literatura política y acusados por posesión de material de escalada, nuestros amigos han sido, que no conocen la lengua francesa, han sido recluidos en una lejana cárcel, restringiéndoles el régimen de visitas. La falta de noticias hace que incluso su situación legal nos resulte confusa.
Periodistas rastreros de diversos medios (ABC, 20 minutos, Intereconomía), en su enfermiza obsesión por criminalizar a todo aquel que no comparta su visión política, han publicado que nuestros amigos detenidos llevaban pistolas, mascaras antigás y otros materiales susceptibles de ser usados para provocar disturbios. A estos supuestos informadores, embusteros a sueldo que juegan con el temor de la gente, solo nos queda decirles que se merecen nuestro más profundo desprecio.
Hubo un tiempo en que eras juzgado por tus actos; hoy lo puedes ser según las intenciones que crean que manifiestes. Te pueden meter en prisión por el simple hecho de ser contrario al sistema, llegando la situación a extremos tan delirantes como que los escaladores que lleven consigo libros de los pensadores socialistas que pueblan los manuales de Historia, o que cuando pasen junto a Niza camino de los Alpes, corran el riesgo de ser detenidos. En fin, estamos ante otra consecuencia más de un mundo que se aferra por conservar el patrón consumo voraz y despilfarrador, atemorizando a la población para que no encabece ningún cambio social.
Los jefes de Estado y de Gobierno, los presidentes de los bancos centrales y los ministros de finanzas que se reúnen en el G20, no lograrán reducir los desequilibrios mundiales, serán incapaces de promover un desarrollo sostenible y de diseñar planes de empleo que absorban a una creciente población desocupada; sólo podrán responder a los problemas de la gobernanza mundial con más cárceles, más policías, más videovigilancia, pero no llegarán a agarrar el freno de emergencia de una locomotora capitalista desbocada al desastre.
Fue pura y simple casualidad que, en vez de nuestros amigos, cualquiera de nosotras y nosotras hubiéramos sido detenidas en un control policial y condenadas por llevar una navaja para el campo, unos palos de senderista y un libro de un agitador social –de esos que tanta trascendencia mediática tienen- para leer un ratito.
¡Queremos a nuestros amigos en casa! ¡Los queremos libres YA!