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Te atreves a mirar a tus sueños en lugar de a tu pasado? Esa es la pregunta que es preciso que contestes si deseas realizar un cambio en tu vida y enfocar toda tu energía hacia lo nuevo, en lugar de desperdiciarla en mirar hacia el pasado.
A lo largo de nuestra existencia vivimos muchos cambios, algunos repentinos, otros más lentos y predecibles, algunos dolorosos y otros divertidos. Esos cambios también significan transformaciones personales a las que a veces nos resistimos por miedo, pero que es necesario vivir para aprender y superarnos.
El cambio y la regla de la triple “A”
Uno de los aspectos que más nos puede afectar con respecto a un cambio es perder el foco en nuestro objetivo, en lo nuevo que nos espera y distraernos con otros muchos detalles o aspectos que no son tan importantes como el sueño que deseamos alcanzar.
Por ejemplo, si deseas cambiar de trabajo y estás decidido a ello, tu intuición pude echarte una mano, fíjate en lo que deseas realmente hacer, sin perder el foco por lo que te digan los demás o por lo que otras personas piensan sobre lo que debes hacer para ser feliz. ¿Quién mejor que tú conoce lo que te hace feliz?
Para gestionar el cambio y enfocarnos correctamente podemos utilizar la regla de la triple “A”:
Aceptación de emociones
Tememos a los cambios porque habitualmente nos empujan a salir de nuestra zona de confort. La incertidumbre y lo desconocido nos dan miedo porque es imposible saber qué va a pasar, porque en las situaciones nuevas controlamos menos variables. Por ese motivo, el primer paso para superar el cambio con éxito es gestionar nuestras emociones, sobre todo el miedo, y aceptarlas.
El miedo no debe ser un motivo para paralizarnos y no hacer nada, sino para estimularnos a actuar, a tener curiosidad y a ser proactivos. El miedo es una respuesta natural ante lo desconocido, pero no debemos permitir que nos domine.
Adaptación
Para adaptarnos a los cambios y enfocarnos en lo nuevo que traen con ellos es necesario que nos conozcamos a nosotros mismos. Es decir, que realicemos una labor de introspección para identificar nuestros defectos y nuestras virtudes, de manera que podamos minimizar los primeros y potenciar los segundos.
El conocimiento de nosotros mismos nos va a permitir adaptarnos mejor al cambio, saber en qué aspectos podemos necesitar ayuda y en qué otros aspectos aprovecharemos al máximo nuestras habilidades y conocimientos. Quizás una buena idea pase por cuestionar creencias que tenemos arraigadas y sustituirlas por otras más positivas.
Anticipación
Una vez que conocemos nuestras emociones y cómo gestionarlas, y que sabemos cuáles son las habilidades que tenemos y que son útiles para el cambio , ha llegado el momento de empezar a actuar. Es la hora de ponernos en marca y de comenzar a invertir energía activa en post de nuestro objetivo.
Gestionar el cambio va a suponer que nos tengamos que anticipar, ver qué puede ocurrir y plantearnos diversas formas de actuar. De esa manera nos sentiremos más seguros y tendremos más auto-confianza, ya que se reducirán los imprevistos.
Aprende a enfocarte mejor
En nuestro día a día nos rodean un montón de elementos y de situaciones que nos distraen del foco sobre nuestros objetivos. Piensa qué sucede cuando qué sueles hacer cuando hablas por teléfono: es muy raro que nos dediquemos en exclusiva a la conversación; o cuando empiezas a realizar una tarea en el ordenador y acumulas pestañas. Dicho esto, ¿qué podemos hacer para volver a centrarnos?
Haz una cosa cada vez
Hacer varias cosas a la vez está sobrevalorado, y en ocasiones nos estresa porque no somos capaces de centrarnos y terminar una cosa concreta. A todos nos ha ocurrido que estamos escribiendo un correo electrónico, por ejemplo, nos llaman y al final no terminamos el correo.
Para evitar lo anterior, cada vez que comiences una tarea concéntrate hasta que la finalices, evita interrupciones y sigue hasta el final. Esta forma de proceder nos aportará orden y la sensación de que progresamos y no dejamos las tareas a medias, sino que nos enfocamos en cosas concretas.
Medita
La meditación nos puede ayudar mucho a centrarnos en el aquí y el ahora, en lo que nos rodea y lo que vemos y sentimos en este preciso instante. A través de la respiración profunda seremos conscientes de nuestro cuerpo y nos concentraremos en lo que sucede en el presente.
Busca un lugar tranquilo, siéntate con las piernas cruzadas y comienza a respirar profundamente. Céntrate en cómo entra el aire en tu cuerpo, en cómo recorre el camino desde tu nariz al entrar hasta tu boca al salir y deja que tus músculos se relajen.
Haz lo importante primero
Si tienes varias tareas pendientes es necesario priorizar, de manera que las más importantes no se queden en el tintero y las menos, salvo imprevisto, tampoco. Piensa que si dejamos lo importante para hacerlo después del resto de tareas, estaremos cansados y no prestaremos la atención que merece a una tarea que requiere toda nuestra concentración.
Aprovecha los primeros momentos del día para hacer lo más importante o, en su defecto, lo más pesado. De esa forma lo harás con toda tu energía, con una buena dosis de creatividad y centrando el foco en tu objetivo, sin distracciones y con la mínima tensión acumulada.