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¿Qué sucede cuando alguien nos abraza?
En ese momento comienzas a sentirte bien porque ese nervio se conecta con fibras nerviosas que llegan a diferentes pares craneales y desempeñan un papel importante en la regulación de la mayoría de las funciones clave del organismo, incluyendo la presión sanguínea. Por eso, como resultado de un abrazo y de la estimulación del nervio vago, disminuye la frecuencia cardíaca y la presión arterial. De hecho, el nervio vago tiene un rol importante en el sistema parasimpático, que vendría siendo una especie de freno de mano cuando estamos sometidos a demasiado estrés o estamos sobreexcitados.
Otro cambio importante ocurre directamente en el cerebro. Un abrazo estimula la producción de dopamina, un neurotransmisor conocido como “la hormona del placer” ya que genera una agradable sensación de satisfacción que alivia el estrés y la tensión. También se ha apreciado que un abrazo basta para aumentar la producción de oxitocina, conocida como “la hormona del amor”, que nos permite conectar emocionalmente con otras personas y nos anima a confiar en ellas.
Lo mejor de todo es que los efectos de un abrazo son inmediatos. Un estudio llevado a cabo en el Advanced Telecommunications Research Institute International de Kioto hizo que un grupo de personas conversaran durante 15 minutos con sus parejas, luego algunas recibían un abrazo y otras no. Al evaluar los parámetros fisiológicos, los investigadores apreciaron que quienes habían recibido el abrazo mostraban una reducción significativa del nivel de cortisol en sangre, la hormona del estrés que tanto daño nos hace.
Los abrazos nos ayudan a sentirnos bien con nosotros mismos
Se ha descubierto que un abrazo, o una caricia suave cargada de afecto, influyen en la habilidad del cerebro para construir la imagen corporal, incluso en los adultos. Este tipo de contacto físico también es fundamental para desarrollar y mantener un sentido adecuado de nuestro cuerpo.
Según un estudio llevado a cabo en el University College of London, la clave radica en que este tipo de contacto corporal proporciona sensaciones táctiles muy agradables que generan una serie de señales propioceptivas, las cuales nos ayudan a sentirnos mejor en nuestro cuerpo.
En práctica, una caricia o un abrazo no solo le envía a nuestro cerebro señales propioceptivas que nos permiten ser más conscientes de nuestro cuerpo, sino que también le dicen que somos dignos de ser amados. Y esas sensaciones nos hacen sentirnos muy bien.
De hecho, según estos investigadores, la falta de abrazos y caricias podría ser un factor desencadenante o un agravante para los trastornos de la imagen corporal, como la anorexia y la bulimia.
¿Cuántos abrazos necesitamos al día?
Sumioka, H. et. Al. (2013) Huggable communication medium decreases cortisol levels. Nature; 3: 3024.