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No es fácil para nadie ser el responsable del cuidado de otra persona. Cuidar no es una tarea sencilla y requiere tiempo, dedicación, esfuerzo y responsabilidad. Cuando el bienestar de alguien depende de ti, la energía invertida y tiempo dedicado pueden llegar a desgastar.
En muchas ocasiones, y sin que la persona sea plenamente consciente de ello, el cuidador va dejando su vida personal y salud a un lado para hacerse cargo de sus nuevas labores. A veces en la tarea de cuidar, se descuida lo más importante: cuidarse a uno mismo.
Aquellos que dedican parte de su tiempo al cuidado de otros deben contar con el apoyo adecuado y estar atentos a su propia salud. Cuidarse y reservar un tiempo para nosotros mismos es fundamental.
Aceptar lo inevitable
Así como una persona no se vuelve dependiente de la noche a la mañana, uno no se convierte en cuidador de un día para otro. Cuando un familiar comienza a presentar problemas existe un proceso de ajuste a través del cual el futuro cuidador irá adaptándose a su nuevo rol.
El cuidador suele experimentar una serie de fases antes de adaptarse a la nueva situación. Es habitual que en la primera etapa la persona se niegue a aceptar que su familiar necesita ayuda para sus actividades de la vida diaria. Llega un momento en el que las dificultades son tan evidentes que no es posible seguir negando la nueva realidad.
Una vez que la persona ha aceptado que su ser querido necesita ayuda empezará a buscar información: qué enfermedad sufre, cómo puede evolucionar, qué cuidados necesitará, etc. En habitual que en esta etapa aparezcan sentimientos difíciles de sobrellevar como tristeza, culpa, ira o frustración.
Poco a poco se van asumiendo nuevas responsabilidades y se empieza a organizar el tiempo y los recursos en torno a la persona que necesita de nuestros cuidados. En mayor o menor medida los cuidadores suelen adaptarse a esta nueva etapa de su vida.
Adaptarse al cambio
Cuando alguien se convierte en cuidador, su vida tal y como antes estaba planteada cambia. La nueva situación puede llevar consigo cambios familiares, laborales, en las relaciones personales así como en la propia salud física y mental.
Es probable que el cuidador comience a sentir culpabilidad por creer que está ejerciendo bien su labor o tenga una intensa sensación de soledad. También es frecuente que el cuidador se aísle de los demás, lo que puede acentuar los sentimientos negativos.
No todos los cambios son negativos. A pesar de ser una experiencia dura, luchar por alguien puede hacerte descubrir cosas de ti o del otro que desconocías y hacerte crecer como persona.
Cuando el agotamiento te consume
Cuando de tanto cuidar al otro, uno deja de cuidarse a sí mismo, comienzan a aparecer señales que indican que algo va mal. Es importante prestar atención a la señales de alerta para poder ponerle solución cuando aparezcan.
Algunos de los signos que nos indican que estamos al límite de desbordarnos son los siguientes:
- Sensación de sueño o cansancio continuo.
- Sentirse solo o aislado.
- Aumento en el consumo de medicamentos o sustancias adictivas.
- Cambios de humor frecuentes y mayor irritabilidad.
- Dificultad para concentrarse.
- Problemas laborales.
Para cuidar a otro primero necesito cuidarme yo
Es fundamental cuidarse a uno mismo para poder sobrellevar la tarea de cuidar a otra persona. Estos son algunos de los hábitos que pueden ayudarte a mantener un equilibrio físico y mental:
- Reorganiza tu tiempo: clasifica las tareas por orden de prioridad y organiza tus actividades.Fíjate tiempos de descanso ya que es muy importante que parte de tu tiempo esté dedicado a únicamente a ti.
- Cuida tu descanso: duerme lo suficiente y procura realizar antes de acostarte alguna actividad relajante. Encuentra momentos a lo largo del día en los que puedas parar y descansar.
- Haz una vida sana: el ejercicio moderado y la alimentación equilibrada te ayudarán a sentirte bien contigo misma, a conservar la energía y descargar tensiones emocionales.
- Expresa tus sentimientos: es fundamental expresar lo que sientes, tanto si es bueno como si es malo. Los sentimientos positivos nos acercan a los demás y crean un ambiente confortable. Por otro lado expresar los sentimientos negativos nos ayuda a impedir que se acumulen y nos provoquen más sufrimiento.
- Mantén las relaciones sociales: los amigos y la familia son un pilar básico del bienestar personal. Pídeles ayuda cuando sea necesario, llámales para contarles como estas y evita el aislamiento así como la sensación de sentirte atrapado.
Cuando alguien lleva cuidando durante mucho tiempo a otra persona puede entrar en una espiral de agotamiento de la que es difícil escapar. Si el ritmo de vida te sobrepasa pide ayuda cuanto antes.Cuídate para poder cuidar de una vida sin consumir la tuya.