Las tablillas sumerias no hablan de estos dioses como criaturas etéricas, sino de seres biológicos de carne y hueso. Cuando uno oye la palabra «dioses», suele evocar imágenes en la mente de nebulosos espíritus celestes surgidos de las lindes de un plano indeterminado de la realidad. Pero esa no es la descripción que hacen los sumerios de estos seres…
Según las ancestrales tablillas, los dioses convivían con el hombre, compartiendo sus vidas en las mismas ciudades. Eran seres físicos y palpables, que comían, dormían y fornicaban como nosotros. Y también morían. Incluso a veces, elegían algunos seres humanos para copular. Tanto mujeres como hombres se sentían muy halagados de poder tener el privilegio de acostarse con un dios o diosa. Ningún humano podía resistirse a sus encantos, y si lo hacían, significaba enfurecerles, lo cual se traducía en una muerte instantánea. Además, viajaban en vehículos aéreos propulsados, que emitían grandes resplandores, y estruendosos ruidos que hacían temblar las montañas. Los Anunnaki eran una raza guerrera, arrogante y con unos instintos de conquista y poder insaciables. Sabemos por los grabados, que físicamente, en comparación con los hombres, eran muy altos, probablemente una altura superior a los 3 metros. Y también mucho más fuertes. En los grabados sumerios, los Annunaki eran representados en forma humanoide, y aunque sus rasgos faciales quedaban parcialmente ocultos, en parte debido a sus barbas de lapislázuli, parecían tener un rostro humano.
Pero somos muchos quienes sospechamos que en relación a su aspecto real, hay algo que no encaja. Los Annunaki les prohibieron a los sumerios que en sus grabados y estatuas los reflejaran en su aspecto real. ¿A qué obedecía esta prohibición? Si eran tan humanos como nosotros, ¿qué clase de inconveniente hubieran tenido en dejarse reflejar tal como eran? En casi todos los grabados y relieves donde están representados los Anunnaki, observamos 3 elementos muy recurrentes.
En primer lugar, si observamos el relieve en la imagen que sucede a este párrafo, vemos a un dios que con su mano derecha sujeta una especie de piña. Para algunos investigadores, como el norteamericano David Wilcock, la piña venía a simbolizar la glándula pineal, ya que en ella, se encontrarían depositadas la mayor parte de habilidades psíquicas, como la videncia, la visión remota, o la telepatía. Según Wilcock, los Anunnaki sabían cómo estimular dicha glándula para extraer todo su potencial.
Un segundo elemento común es el misterioso recipiente que sujetan, y que según Sitchin y otros autores, vendría a ser el bote donde depositaban la llamada «Agua de la Vida», algo así como un banco de genes utilitario que debían emplear en sus largos experimentos genéticos, no sólo sobre seres humanos, también en animales. Un tercer objeto recurrente es esa especie de pulsera en cada una de sus muñecas, y que si observamos de cerca, nos recuerda sospechosamente a un reloj.
‘Copyright’ reptiliano
En Babilonia denominaban a los Anunnaki con el término «SIR», que significa ‘Dragón’ o ‘Gran serpiente’. De hecho, el dios Enki pertenecía a una estirpe familiar llamada La Hermandad de la Serpiente, ya que su madre, la concubina Nannu era descendiente de esta sangre. El símbolo de Enki eran las dos serpientes enroscadas del caduceo, un símbolo asociado a nuestra actual medicina, pero que podría ocultar hasta 3 tipos de significados:
1 La naturaleza reptiliana de los Anunnaki: Una posibilidad cada vez más contemplada por investigadores de todo el mundo, en vista de que casi todas las culturas antiguas hablan de «Dioses Serpiente» u «Hombres Lagarto» bajados de las estrellas, a quienes se les atribuye la creación misma de nuestra especie
1 La naturaleza reptiliana de los Anunnaki: Una posibilidad cada vez más contemplada por investigadores de todo el mundo, en vista de que casi todas las culturas antiguas hablan de «Dioses Serpiente» u «Hombres Lagarto» bajados de las estrellas, a quienes se les atribuye la creación misma de nuestra especie
2Genética Reptil: Según esta interpretación, debido a que las dos serpientes enroscadas guardan una estrecha similitud con las dos hélices de la cadena del ADN humano, sería todo un sello distintivo, para indicamos que ellos nos crearon. El caduceo sería como un copyright que viene a recordamos quién es el «fabricante» de nuestra raza.
3Sabiduría espiritual: ¿Es el caduceo un símbolo de la síntesis del conocimiento y la sabiduría espiritual? Tal como viene simbolizado por el hinduismo, la serpiente enroscada es la energía Kundalini que el hombre guarda latente en su chackra sacro, en espera de que ascienda hacia la iluminación, recorriendo todos los centros energéticos hasta alcanzar el séptimo y último chakra, el coronal, que estaría vinculado al Nirvana.
Pero más allá de la simbología implícita en la serpiente, ¿existen mayores indicios de la naturaleza reptil de los Anunnaki? La respuesta es afirmativa. Al norte de Irak, a los pies de las montañas Zagros, los arqueólogos encontraron el yacimiento de Jarmo. Allí estaban los vestigios de una comunidad proto-neolítica que desapareció hace 2000 años. Así como miles de estatuillas de dioses sumerios, entre ellas, varias representaciones de «Diosas Madre de la Fertilidad».
El problema es que aquellas figuras, aunque mostraban un cuerpo antropomorfo, sus cabezas y rostros no eran humanos, sino más bien zoomórficos. Tanto machos como hembras presentaban características de lagartos; ojos rasgados muy grandes, rostros alargados con hocicos afilados, rasgos de «lagartija», cráneos alargados en forma cónica, anchos hombros, y figura estilizada.
Una de las figuras más desconcertantes es la de una hembra («Diosa Madre») que sostiene un bebé acurrucado contra su pecho, en pleno proceso de lactancia. Si observamos al bebé, veremos que su cabeza es de reptil y sus ojos son rasgados como su madre. Hasta aquí, uno puede pensar que la simbología de la serpentaria y el hallazgo de estas figuras son una mera coincidencia. El problema es que ya se han encontrado cráneos alargados que presentan un nivel de deformación que no corresponde con el ser humano, pero sí con las cabezas de aquellas estatuillas reptilianas…
Cabezas de cono
En el Museo Arqueológico de Lima (Perú), y en el Museo nacional de Ica, están expuestos una serie de extraños cráneos que no parecen pertenecer ni al hombre de Neandertal, ni al de Cromañón, ni al Homo erectus, pero mucho menos al Homo sapiens actual. Son cráneos de tipo dolicocéfalo, con cuencas oculares inusualmente grandes, y una mandíbula robusta con mentón saliente.
Los detractores aseguran que estos cráneos son perfectamente humanos, y que estas deformaciones forman parte de rituales de ciertas culturas para parecerse a los dioses. Serían prácticas de deformación craneal que se remontan al antiguo Egipto. Para ese fin, utilizaban tablas de madera o cintas de cuero pegadas al cráneo desde el nacimiento. El niño sufría una compresión craneal constante que podía efectivamente deformar la frente, los laterales y la nuca. Lo que resulta imposible es modificar la capacidad craneal en centímetros cúbicos. Estas prácticas deformarían el hueso, pero no podrían aumentar su volumen. Y la prueba de ello, es que los cráneos encontrados que realizaban estas deformaciones, no tienen nada que ver con los cráneos anómalos del tipo coneheads.
El mayor tamaño de cráneo humano del que se tiene constancia, medía 1980 c.c. Pero algunos de estos cráneos anómalos alcanzaban un tamaño de unos 3200 c.c. Sin duda, una diferencia muy sustancial que desafía cualquier explicación convencional. Además, estos cráneos poseen un 15% más de ancho en sus órbitas oculares, y la perfecta simetría de sus lóbulos descartaría cualquier presión mecánica externa. La conclusión a la que se llega, es que no pertenecen a ningún ser humano. En cambio, guardan un gran parecido con las cabezas de los Anunnaki expuestas en las anteriores figuras.
Según el investigador suizo Nassim Haramein, experto en física, estos cráneos a los que denomina «Cabezas de cono», pertenecen a los antiguos Anunnaki y constituyen la prueba de que no eran humanos.
Para el escritor francés Antón Parks, autor de Las Crónicas del Girku, el siguiente sería el verdadero aspecto de un Anunnaki:
¡Auténticos reptiloides de cráneo cónico y grandes ojos de un amarillo refulgente!
Historia prohibida
Muchos de nuestros lectores pueden pensar que el relato extraído de dichas tablillas no es más que un conjunto de mitologías. La arqueología «oficial» concibe a estos dioses como a seres incorpóreos surgidos de la fértil imaginación de nuestros ancestros. Pero entonces, surge la pregunta, si toda esta historia no es más que pura leyenda… ¿por qué entre el 10 y el 14 de Abril del 2003, en plena invasión de Irak, el ejército de los EE.UU saqueó el Museo Nacional de antigüedades de Bagdad? ¿Por qué el 80% de los 170.000 objetos de albergaba el museo fueron sustraídos y destruidos? Eran tablillas, tesoros, y estatuillas que nos hubieran revelado mayores detalles de la historia prohibida. Durante el saqueo, se produjo un incendio en la Biblioteca Nacional de Bagdad que destruyó archivos de incalculable valor histórico. Si son «solo leyendas», ¿qué ejército entraría en dicho Museo volando la entrada con un tanque para no dejar huellas de estos vestigios?
Por David Parcerisa. (Extraido con permiso del autor de su libro Los Anunnaki: Creadores de la Humanidad).