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Imagen: www.etapainfantil.com
Parece que se llevan el mundo por delante, tienen contestaciones que superan a su edad; resuelven y deciden, te dicen lo que quieren, incluso, lo exigen con argumentos que no puedes creer que hayan elaborado por su corta experiencia. Les cuesta escuchar una voz de autoridad, ceder, esperar. Se quieren vestir de otro modo y hacer cosas de más grandes.
Como padre, profesional, pedagogo o docente te sorprenden estas cualidades, incluso, algunos se muestran enorgullecidos por ellas “¡qué maduro que es!” “¿de dónde saco tal contestación?, parece de otra edad.”.
¿Qué nos queda si un niño de dos, cinco o nueve años se comporta con un adolescente? ¿Qué sucederá cuando realmente este atravesando crisis o situaciones de su real edad?
Si como adulto sientes que no puedes con un niño pequeño, ¿qué pasará en el paso del tiempo?
¿Qué puede esperar ese pequeño que tanto necesita sentirse cuidado por ti, cuando sea realmente grande y no haya podido construir la confianza en el cuidado de los adultos? ¿Debemos enorgullecernos de esto?
¿Realmente estamos ante niños maduros y fuertes?
Así como cuando una comida que se expone a alta temperatura en corto tiempo solo se cocina por fuera; así el aceleramiento cultural, el ritmo de vida actual, el exceso de tecnología al alcance de los niños, los límites poco claros, las respuestas dubitativas de los grandes, la poca contención o una errónea interpretación de ella; aparentemente ha madurado por fuera a los niños, manteniéndolos frágiles, incluso, débiles y vulnerables por dentro.
Ese niño superpoderoso parece no serlo tanto cuando ante un sencillo hecho, como tener que esperar o que algo no salga como él quiere, hace berrinche, se angustia, llora por no soportar la frustración de no tener algo o de que algo salga de otro modo; por no saber aceptar o adaptarse a un resultado o cambio…
Si realmente estuviéramos ante la madurez que creemos atestiguar, estos simples hechos no quebrantarían tan fácilmente su estado interno; podrían mantenerse en si mismos y superar el hecho con entereza o paciencia, pero no, a cambio en dichas situaciones el niño fuertedesaparece…
No… no son maduros los niños porque te contesten mal, te exijan como un “grande” o cuando son avasallantes con otros; tampoco lo son cuando no pueden responder con respeto, o cuando necesitan demostrar que no necesitan a nadie.
Parecen niños “maduros” y autosuficientes, sí, pero por dentro, más que estar fortalecidos están debilitados, inseguros y necesitados, más que nunca, de ti.
Si queremos niños maduros e independientes, si esto esperamos de la infancia, primero sepamos que no será posible. Un niño es inmaduro, frágil y necesitado de ti por naturaleza; sus procesos biológicos, todos sus sistemas físicos, emocionales y espirituales están desarrollándose.
Por ello, debemos aspirar a fortalecerlos, enriquecerlos y nutrirlos, en vez de precipitar lo que necesita tiempo…
¿Cómo hacemos esto?
¡Permitiendo que la infancia sea infancia!
~ Ayúdale a recuperar el placer por jugar como un niño de su edad; a ser un niño pequeño.
~ Pon pautas o reglas que lo ayuden a sentir que tu estas cuidándolo todo el tiempo.
~ Míralo, aunque parezca autosuficiente, míralo y felicítalo, pero no dejes de mirarlo, porque necesita que estés cerca.
~ Ayúdalo para que sepa escucharte, dejarse cuidar, dejarse guiar.
~ Enséñale a llorar con la seguridad que es cuidado, y que pronto podrá encontrar o reparar lo que ha sucedido. Enséñale a que hay medio vaso vacío, pero que también hay medio vaso lleno…
~ Ayúdalo a que sepa y pueda atravesar las distintas situaciones y adaptarse a los cambios.
~ Enséñale a aceptar, a dar, a ceder, a esperar, pero enséñaselo con el ejemplo diario, no hay otro camino. Enséñaselo porque tú lo sabes, y si no lo sabes, trabaja mucho interiormente para aprenderlo porque eso es lo que necesitan de ti.
Volvamos a recuperar lo que se ha perdido y se necesita más que nunca. Ayudemos al niño a ser niño, y al adulto a recuperar su rol de acompañante, guía y referente que tanto necesita la infancia de hoy.
Autora: Nancy Erica Ortiz
Así es aquí tenemos tres pequeños de 7,2 y1 año de edad y ellos son los que la quieren llevar parecen adultos en cuerpo de niños
No soportan que les llamen la atención con esa autoridad violenta o que les hagan hacer cosas obligándolos
Dan unas respuestas las cuales son muy respetables
No soportan escenas de violencias o ir a lugares donde se ve mucho la violencia
El chico de siete años va a un colegio público debido al tal nivel de violencia que hay en ese lugar no le gusta por nada del mundo ir y a sido obligado y esta en una rebeldía tremenda con su hermano pequeño todo lo que a él le hacen en el colegio el se lo hace a su hermano
El lo dice claramente porque no le gusta ese colegio y da detalle expresa profundamente su malestar pero no se porque sus padres no reaccionan ante tal situación
El chico de dos años todo lo quiere hacer el hace de todo
Vestirse lavar barrer limpiar cosinar todo todo
La chiquita de un año va por las misma y se pone a gritar si no puede o no la dejan hacer lo que necesita
Gracias