Por Gran Misterio
La humanidad a lo largo de su historia, ha manchado sus manos con innumerables guerras con armas cada vez más sofisticadas con el único motivo de alcanzar el poder y la soberanía, es decir, enaltecer los instintos de soberbia, odio y avaricia, convirtiendo al ser humano en seres malvados. Si quitáramos las guerras de nuestra antigua historia, nos quedaría un libro vacío.
La ciencia ha estudiado el cerebro humano y los mecanismos que lo componen para realizar determinadas funciones, sin embargo no pueden explicar hoy en día la chispa divina que nos hace seres pensantes y conscientes de nuestra existencia.
Para dar respuesta a la cuestión que hemos planteado en este artículo deberíamos abordar las palabras del célebre filósofo Rousseau, ya que este decía lo siguiente:
“El hombre nace bueno pero la Sociedad lo corrompe”.
Lo que plantea el señor Rousseau hace referencia a las variables que coexisten en el entorno de un determinado individuo que contempla e imita en la etapa de su crecimiento lo que la sociedad le muestra, es decir, si los padres le enseñan a su hijo a robar, el hijo acabará robando, ya que ha crecido con estos valores. Esto le daría un punto a favor para responder a la pregunta señalando que la maldad se hace y no se nace.
Pero llegados a este punto, existen casos especiales en los cuales, no necesariamente un hijo de ladrones vea moral los valores impuestos por sus padres, lo que rompería la afirmación del señor Rousseau y nos llevaría a responder la pregunta mediante la otra posible respuesta, determinadas personas nacen con el bien o el mal innato.
Si dejamos a un lado al ser humano y nos fijamos en los animales, veremos que no existe maldad en ellos, sin embargo, su agresividad que podría hacerlos malvados se ve reflejada mediante sus instintos de supervivencia, es decir, la maldad/agresividad podría servir como defensa para preservar la supervivencia.Sigmund Freud señala que para el hombre, el prójimo, representa un motivo de tentación para satisfacer en él su agresividad, para humillarlo y provocarle un tremendo sufrimiento, algo que nos llevaría a pensar el como la especie humana mantiene sus instintos animales que no han desaparecido con su evolución
Conclusión
No nacemos malvados y no aprendemos la maldad que nos imponen situaciones sociales, la maldad es un instinto básico que proviene de nuestras raíces animales como método de supervivencia. Si fusionamos los instintos con la consciencia, podemos ser malvados aunque de ello no dependa nuestra supervivencia, por lo tanto, el disparador que nos permite pensar de dicha forma reside en nuestra comprensión sobre nuestro propio mundo,la ignorancia y empatía con nosotros mismos.
Si el ser humano no pierde con la evolución los instintos agresivos, jamás podrá disolver la maldad y si esto no pasa, nos llevará a la extinción.