Por RT
Los problemas por ausencia de lluvia podrían pronto ser cosa del pasado para Pekín.
China avanza en el desarrollo de un ambicioso proyecto para la producción de lluvia artificial en el Tíbet, uno de los lugares más áridos del planeta, como próximo paso en su larga carrera por controlar el clima.
¿Cómo pretende hacerlo? Con una red de decenas de miles de cámaras especiales en la cima de la meseta donde se quemará un tipo especial de combustible sólido para generar yoduro de plata, un químico que a su vez creará nubes con el fin de generar precipitaciones anuales equivalentes al 7 % de todo el consumo de agua de China.
Con este proyecto —el más ambicioso de su tipo—, el gigante asiático pretende defender su título como el principal investigador en el campo de la modificación climática, como lo ha hecho durante los últimos treinta añosen parte inspirado por el legado soviético, según reseña TJournal.
Historia del control del clima
Entre 1967 y 1972, EE.UU. gastó millones de dólares para el control climático durante sus enfrentamientos con las tropas de Vietnam del Norte, utilizando concretamente yoduro de plata para precipitar áreas por donde las tropas enemigas transferían suministros. En 1978, entró en vigor la convención internacional de la ONU sobre la prohibición del uso de modificaciones climáticas para fines militares, cuyo autor fue la Unión Soviética.
Luego, durante accidente en la central de Chernóbil de 1986, la contaminación nuclear puso bajo amenaza áreas desde el mar Caspio hasta Moscú. Entonces, la URSS utilizó químicos análogos al yoduro de plata para generar precipitaciones y proteger la capital, según se dio a conocer años después de la catástrofe.
Desde entonces, China no ha hecho más que avanzar en este campo, en parte impulsado por graves sequías y otros problemas climáticos. Según informes del Gobierno, Pekín gastó 266 millones de dólares de 1995 a 2003 en la modificación del clima en 23 regiones, utilizando al final de ese período 30 aviones, 3.800 cohetes y 6.900 salvas de artillería para ese fin.
Entre el 8 y el 24 de agosto de 2008 se llevaron a cabo los Juegos Olímpicos de verano en Pekín, y la administración meteorológica nacional prometió que la lluvia no los eclipsaría. Para esto, los científicos utilizaron un sistema de monitoreo en tiempo real con ayuda de satélites, aviones, radares y simulaciones computarizadas.
Posteriormente, en caso de detectar nubes amenazantes, pedían apoyo de aeronaves y artillería para ‘bombardearlas’ con yoduro de plata, para de esta forma ‘escurrirlas’ antes de que se acercaran a los lugares donde se celebraban los eventos deportivos.