En cifras: la ruina va, según estimaciones presupuestarias calculadas por el NIH, de la siguiente manera: a un estadounidense, el coste anual de un cáncer de vejiga, uno de los más sencillos, es de 21.000 dólares, mientras que si hablamos del último año de vida del paciente (es decir, cuando está avanzado y en fase terminal) son 78.000 dólares. Cáncer de pulmón, uno de los más comunes: 60.500 anuales y 92.500 en su último año. Cáncer de estómago: 71.000 al año, 103.700 en su última etapa. Y así con todo.
¿Y el seguro médico? Como sabemos, los estadounidenses suelen necesitar uno, aunque un 15% de la población no puede permitírsela. El problema es que la mayoría de aseguradoras sólo cubre una parte, en torno al 80%, ysegún la Sociedad Americana de Oncología no es raro que el mero hecho de adquirir un medicamento cueste miles de dólares mensuales. Así que sí, esos gastos que vemos ahí arriba de media por paciente son el coste final para el usuario pese a que cuente con un plan médico.
Dramas humanos: el estudio del que parten estos datos, realizados sobre 9 millones de norteamericanos a lo largo de 12 años, han contabilizado el número de personas que contrae deudas con el banco por padecer un cáncer: un 55%. Un 3% acaba en bancarrota. También cuentan que son muchas las personas que pierden sus casas y acaban contrayendo problemas maritales y familiares. Todo ello es lógico si tenemos en cuenta que, según sus últimos índices, hasta un 40% de la población norteamericana no puede permitirse pagar 400 euros por gastos imprevistos.
¿Por qué pasa esto en el país más poderoso del mundo? Con el cáncer el principal problema de gasto son los medicamentos. Como explican aquí, las farmacéuticas, con su trabajo de presión, han conseguido una legislación que les permite que las patentes no se hagan genéricas hasta 15 años después de su descubrimiento (en España son 10), pero ésta esenormemente prorrogable con renovación de patentes con pobre nivel inventivo. Al medicamento original se le añade una mínima innovación y así consiguen estirar la vida útil de su patente sin más competencia en el mercado.
Camas a 5.200 dólares: como comentamos extensamente aquí, otro de los hechos que nos diferencia enormemente con Estados Unidos es que aquí es el Estado quien concentra el enorme volumen de demanda, lo que le lleva a tener un gran poder negociador con los proveedores y a no priorizar la generación de beneficios, sino todo lo contrario. De ahí que una noche de hospital allí sean más de 5.000 dólares y aquí sean 400.
¿Y qué está haciendo Trump? Tras desmontar el Obamacare, su alternativa ha sido potenciar los “seguros a corto plazo”, permitir que pequeñas aseguradoras ofrezcan mayor variedad de planes. Esto, según Trump, bajará los costes de las pólizas de las aseguradoras, cosa que se estima que sea cierto, pero como ya han acusado otros medios, la letra pequeña de estos pequeños seguros es que, cuando el diagnóstico se pone feo, suelen tener más motivos para suspender su cobertura. Y de ahí, las riadas de ejemplos de casos de personas que ven cómo su aseguradora le deja en la estacada en cuanto les encuentran un tumor.
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