En todas las antiguas civilizaciones los símbolos fueron considerados como puertas abiertas a lo desconocido, hacia una nueva comprensión intuitiva y de vivencias que están más allá de lo que puede expresar nuestro lenguaje cotidiano. Los símbolos son las huellas del espíritu, expresan las cualidades internas de la Naturaleza. Cada uno es un diamante con infinitas facetas, o significados, y son la herramienta indispensable para que el alma ascienda, peldaño a peldaño (símbolo a símbolo) a aquello que los místicos tibetanos llamaron “Luz que es Sonido, Sonido que es Luz, el Nirvana o Espacio en Llamas”.
Donde encontramos los símbolos más importantes del budismo es en la escuela mahayana o Gran Vehículo, aunque el vajrayana o Vehículo de Diamante trate de hacer de estos símbolos un instrumento de poder interior; y de este modo trabaja con ellos en visualizaciones (mandalas), en símbolos sonoros (mantras) y en símbolos-gestos (mudras y danzas rituales).
Uno de los símbolos más importantes del budismo mahayana es la Rueda de la vida y la encontramos representada en la entrada de casi todos los templos tibetanos. En ella están figuradas las corrientes de la existencia fenomenal,samsara, en el seno de la ilusión, Maya. Abrazando completamente la rueda aparece un demonio de semblante pavoroso. Es Yama, el Señor de la Muerte, que engulle y da nacimiento, una y otra vez, a las criaturas de los seis modos de existencia: dioses; demonios, titanes o asuras; hombres; animales; espectros hambrientos, y moradores del infierno. Cada uno de los mismos es representado por un segmento de la Rueda, según se ilustra en este esquema.
Esta Rueda simboliza también, la tierra y la rueda del Karma que, según sus propios textos, muele de día y de noche, y por ella transitan esforzadamente las almas de todo cuanto vive en ella. El Buda es el Ser ya libre de las cadenas de sufrimiento. No podemos olvidar que en casi todas las civilizaciones antiguas, la estrella de ocho puntas representa a Venus, y es por ejemplo, el hinduismo el símbolo de Lakshmi, la diosa del Amor.
Tal y como se indica en el diagrama, en el círculo exterior aparecen las Doce Nidanas, o eslabones de la cadena, que arrastran hacia la existencia y el dolor. Cada uno de estos eslabones o causas de existencia, empuja de todos los otros, encerrando en su círculo a los seis tipos de seres vivos o modos de existencia. En el anillo inferior se muestra cómo los seres sensibles (o sencientes), como consecuencia del karma acumulado y de sus victorias o derrotas con el yo, se elevan o caen en la rueda de la vida, desde la condición de seres infernales a la de un dios, desde la morada en la luz divina –incluso dentro de la ilusión delsamsara– hasta el descenso en la carne y la sangre de los seres vivos. En el corazón de la rueda de experiencia y de tortura, el egoísmo que la hace girar está representado por:
1-un gallo rojo, símbolo de la pasión y del sentido de posesión
2-Un jabalí negro, los instintos oscuros y turbios
3-Una serpiente verde, emblema del odio y la envidia que envenenan la vida.
Estos tres animales muerden mutuamente sus colas formando otro círculo, la avidez que lleva al odio y éste a la torpeza y a la oscuridad, la que genera nuevos deseos… Constituyen las causas-raíz (hetu) de la existencia no iluminada.
En cuanto a las causas, o mejor, condiciones de esta Rueda de dolor, el circulo externo enseña, en doce imágenes, los doce eslabones de esta cadena. Son las Doce Nidanas:
- La ignorancia (avidya), simbolizada por una mujer ciega. La ignorancia hace que el hombre yerre en la vida y tenga una imagen falsa del mundo y de sí mismo.
- La acción que trabaja y da forma en el plano de la ilusión (samskara) representada por un alfarero. Pues es así como modelamos nuestro carácter, nuestro destino, el karma futuro, en definitiva. Con nuestros pensamientos, sentimientos y actos.
- Conciencia (vijnana), pues cuando se abandona una vida para entrar en la otra es la conciencia modelada la que constituye el germen de un nuevo ser. Según las enseñanzas del Abidharma esto es válido no sólo de una vida a otra, sino también de un día al siguiente y de un instante al que le sucede. Está representada por un mono que salta incansablemente de rama en rama, pues así indica una consciencia no educada, la que nos lleva de una ilusión a otra.
- El barquero es la personalidad (nama rupa, el nombre y la forma). La forma es el barco y el nombre el barquero. Ambos forman la personalidad que boga en las aguas de la ilusión, el samsara. En ciertas ocasiones aparecen dos barqueros remando en un mismo barco para representar las relaciones entre el cuerpo y la mente.
- Los seis órganos de sensación (chayadatana), que incluyen los cinco sentidos y la mente. Facultades que son como ventanas de una casa a través de las cuales percibimos el mundo exterior.
- Sparza, el sentido del tacto, de nuestra limitación en el plano físico. Es el contacto o “chispa” que une los sentidos con su objeto y está representado como el primer encuentro de dos enamorados o por la mirada tentadora de una bella joven.
- Vedana es la sensación, el resultado de la unión de los sentidos con aquello que ansían. Simbolizado por un hombre alcanzado en el ojo por una flecha. La flecha en el ojo no marca el carácter, sino la fuerza de la sensación, y tal vez, las consecuencias dolorosas en el futuro para aquellos que se dejan influir por ella.
- Muestra a un bebedor que apura su vaso con avidez. Es trishna, la sed de vivir. El amor, puro o impuro; apego sensual a los objetos de la vida común o amor por la humanidad de quien quiere trabajar por su liberación.
- De esta sed de vivir surge el instinto de posesión de aquello que deseamos,upadana, simbolizado por un mono que recoge frutos de un árbol y los deposita en un cesto.
- Bhava, que significa formación, es el agente kármico que conduce a cada ser consciente a nacer en un modo determinado de existencia. Está representado por la unión apasionada del hombre y la mujer.
- Jaramarana, que significa el envejecimiento y la muerte que nos acompañan minuto a minuto, tal como se ve aquí a un hombre que lleva a la espalda un cadáver, envuelto en un sudario.
- Jati o nacimiento. La entrada en la rueda de la existencia representada por una mujer embarazada o dando a luz.
Enseñan los sabios budistas que la figura monstruosa que aparece en la Rueda de la Vida, aunque sea señor de la muerte, Yama, es un aspecto del Buda de Compasión. Tal vez sea, también, la misma Alma de la Humanidad. Dado que la Rueda mencionada es, en realidad, un espejo que no hace otra cosa que reflejar nuestros sentimientos, palabras y actos. Es el egoísmo quien llena de niebla y fantasmas la imagen límpida que debería aparecer en dicho espejo, el superior de todos los espejos, el de la conciencia. El espejo ante el cual busca cada uno su propio veredicto. Así, el Primer Buda, Adi Buda, o Luz Pura, se refleja en los seis reinos de la existencia (gatis) y les aporta, a cada uno de ellos, la salvación que necesitan dado su carácter. No debemos olvidar que dichos reinos viven en la mente humana, como presente, como pasado o como futuro. Veamos qué aspecto asume la Luz-Una salvadora en cada uno de estos reinos. Ella esAvalokiteshvara, “el Señor que mira desde lo alto con bondad”, quien se sumerge en la rueda del Dolor para “salvar a los infinitos seres”. Cuenta la leyenda queAvalokiteshvara, al hacer descender su mirada omnipenetrante de sabiduría en un mundo de sufrimiento, sintió una compasión tan profunda y fue tan ardiente su deseo de conducir a todos los seres hasta la liberación, que su cabeza estalló en múltiples cabezas y de su cuerpo salieron mil brazos y manos como un aura ardiente. Y en cada una de sus manos se abrió un ojo, porque su impulso de compasión también lo es de sabiduría. Y el ojo de Dios llega hasta el corazón de la más ínfima de las existencias.
- En el reino de los dioses bienaventurados, Avalokiteshvara, o el Buda, aparece con un laúd, “para que los sones del Dharma despierten a los dioses” y también para que no se olviden que ellos, que conocen la medida de todas las cosas, no se deben alejar de la armonía universal. Es el Buda blanco y su nombre es “el Poderoso de las Cien Bendiciones”.
- En el reino de los furiosos Asuras o Titanes, aparece con la espada en llamas. Es la ardiente ansia del Justo que combate la inercia y las fuerzas del mal. En vez de luchar por la conquista de los frutos del árbol que concede todos los deseos (kalpataru), les enseña el noble combate para conseguir los frutos del conocimiento y liberarse de todos los deseos. La espada en llamas es el símbolo de la sabiduría que extingue la oscuridad de la ignorancia y rompe las ataduras de la ilusión. Es el Buda que enseña que el Nirvana no se mendiga, sino que se conquista. El Buda de los Guerreros, de los kchatryas que juraron defender a los demás. Es el Buda verde y su nombre es “Bien Heroico”.
- En el mundo de los hombres aparece como Buda amarillo y su nombre es “León del tronco de los Sakyas”. Aparece en posición meditativa otorgando paz y seguridad; como el sabio a quien todos pueden exponer sus dudas y como el fuerte que a todos ampara. En otros thangkas aparece con bastón y con una bolsa de limosnas, como asceta. Enseña aquí que aquello que es propiamente humano es ser filósofo, no apegarnos a lo que nos rodea. Es el eterno peregrino que socorre a los caminantes y les enseña el camino de la liberación. Según el budismo, la salvación es sólo accesible desde este modo de existencia y no desde los otros, siendo necesario pues esperar a encarnar como ser humano para que se abra la puerta de la liberación. El ser humano es un ser que escoge y sólo aquel que escoge y decide recorre el camino, paso a paso. Como enseña el lama Angarika, el reino de los seres humanos es el del esfuerzo y la actividad consciente de su fin.
- Es el reino de los espíritus sin descanso de las pasiones insatisfechas, fantasmas en un mundo de sombras. Aquí el Buda transporta un recipiente con objetos celestiales, inclusive con comida y bebida de los cielos, la única que puede calmar a los que viven en este infierno. Pues toda otra comida y bebida se convierten en fuego, todo otro deseo satisfecho se convierte en un deseo más ardiente aún. Es el Buda del color de humo, pues a los habitantes de este mundo les cuesta discernir a un Buda. Su nombre es Dharmaraja, rey y guardián de lo Justo.
- En el reino de los animales lleva un libro. Pues es el conocimiento quien liberta del miedo propio de este reino. El libro también representa el lenguaje articulado y la capacidad de formular pensamientos que vinculen las almas de este reino al Dharma. El libro es también la cultura que permite dejar de ser bruto y esclavo de los instintos. El Buda asume el nombre del rey de los animales, “León indestructible” y su color es el azul.
- En el mundo de los pretas o demonios hambrientos, aparece como Buda rojo y con el nombre de “boca en llamas”. La única cosa que puede alegrar a quien se halla en esta situación de continua necesidad interior son las rojas llamaradas de la fe.
El budismo ortodoxo considera estos seis reinos de la existencia como el “lugar” y estado de conciencia en que encarnan las almas. Es decir, en esta vida se puede encarnar como un ser humano y según el resultado de sus méritos y deméritos puede hacerlo después como un dios o como un animal o, lo que es peor, como un espíritu hambriento en la oscuridad. Sin embargo, intérpretes profundos de estas doctrinas, como el lama Chogyam Trungpa o un siglo antes H.P.Blavatsky, enseñaron que dichos reinos son estados de conciencia dentro del alma humana y, por lo tanto, no son vidas sucesivas. Según estos sabios no existe involución para la conciencia, ya que esta avanza siempre en su camino de perfección, unas veces libre y otras doblada ante el peso del Karma. O sea, que el alma sabe cada vez más, es mejor, vida tras vida, aunque a veces atraviese desiertos y otras vergeles. El alma humana, como muy bien expresara Platón en el Fedro, ya no puede convertirse en un animal. Tanto en el hinduismo como en el budismo filosófico, dichos “animales” representan estados psicológicos o virtudes. Encarnar en un elefante es símbolo de encarnar en un futuro sabio; hacerlo en un tigre en un kchatrya o guerrero y así con los restantes animales de su iconografía o religión.
Así, el alma humana se proyecta, o identifica o se mueve en diferentes estados, más luminosos o sombríos, identificados con estos seis reinos de la existencia. Y en un solo segundo puede pasar de uno a otro. Existe una muerte y un renacimiento en cada mutación del alma, y en cada nueva experiencia verdaderamente asimilada. Los distintos Budas que aparecen en esta Rueda de vida simbolizan la “llave de salvación” en cada uno de estos estados de conciencia. Como ya explicamos, si la conciencia está en un estado luminoso, debe mantener la armonía, si se halla en un estado de “dios combatiente o titán” (Asura), debe esforzarse ardientemente en una acción que esté dentro del Dharma, de la Ley y no a perseguir frutos egoístas. Si la conciencia se encuentra en un estado “humano”, debe ser filósofo, peregrino en las sendas de la vida, tratando de ir siempre hacia adelante, buscando la verdad… Y así de modo análogo con los otros tres reinos.
Soy consciente de que un símbolo, cuando es interpretado, exhibe sólo una sombra mental de la quintaesencia luminosa que guarda, y que miles de páginas no harían sino alejar al lector de la enseñanza que un único símbolo puede fijar en el alma. Pero también es cierto que, sin que nadie nos introduzca en el mundo maravilloso de los símbolos, estos permanecen mudos… esperando.
Jose Carlos Fernández
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