La inteligencia de los pulpos: un misterio fascinante

La inteligencia de los pulpos es un tema que cada vez atrae más la atención de los científicos. Estas criaturas, a medio camino entre un alien del océano y un cerebro con ventosas, disponen de una mente asombrosa. Un detalle, los más de 500 millones de neuronas que poseen los cefalópodos están en sus tentáculos, y con ellos exploran, sienten, huelen y hasta toman decisiones.

Quienes trabajan en acuarios o en oceanográficos saben que los animales que más problemas suelen dar son los pulpos. Todos los responsables de estas instalaciones suelen contar historias fascinantes sobre cómo dichos animales se las ingenian para escaparse e incluso para introducirse en tanques cercanos y robar comida de otras especies marinas. Son fascinantes.

Para muchos científicos, en cambio, la inusual inteligencia de los cefalópodos no tiene nada de destacable. Hay quien dice que todas esas habilidadesresponden a una simple inteligencia ecológica. Es decir, los animalesdesarrollan determinadas estrategias en función de las demandas del entorno. Por tanto, los pulpos no son más que esos seres que se las ingenian bien para obtener alimento de casi cualquier lugar.

No obstante, hay un dato llamativo. Piero Amodio, científico de la Universidad de Padua, Italia, grabó un vídeo que no tardó en hacerse viral. En él, vemos a un pulpo que se las ingenia para obtener una concha y poder meterse dentro. Más tarde, el animal se la guarda y se la lleva porque sabe que es su “herramienta” y que le puede ser útil de las más ingeniosas maneras. Ahí vemos claramente una planificación.

La inteligencia de los pulpos: características y misterios

Hace más de 275 millones de años, los cefalópodos tenían una concha externa. Ese característica les servía para defenderse de los depredadores, pero tenía una limitación: les dificultaba el poder buscar alimento. Liberarse de esa escapa les ha permitido explorar con mayor soltura, introducirse por huecos más estrechos, ganar fuerza para romper conchas, rocas y también para cazar con mayor precisión.

No obstante, no tener un caparazón les hace vulnerables. De ahí que sean grandes ingenieros a la hora de buscarse “sustitutos” con los que protegerse. No obstante, la inteligencia de los pulpos va mucho más allá de estas tareas. Uno de los mayores expertos en el tema es Peter Godfrey-Smith, un filósofo australiano que está continuo contacto con estas criaturas. Su objetivo es explorar el origen de la conciencia a través de los cefalópodos.

Así, El pulpo, el mar y los orígenes profundos de la consciencia es un trabajo tan llamativo como curioso en el que vale la pena sumergirse para entender mejor a estos seres y, a su vez, parte de nosotros mismos. En él, Godfrey-Smith nos habla de su encuentro con una sepia gigante en Australia, un animal que lejos de tenerle miedo, lo observó y se acercó para “acariciarlo” con una enorme curiosidad. Aquel delicado contacto lo marcó para siempre.

“No amarás menos al hombre, sino más a los cefalópodos”.

-Lord Byron-

científico con una sepia demostrando la inteligencia de los pulpos

Los pulpos modifican su propio código genético

Este dato es llamativo. Eli Eisenberg, científico de la Universidad de Tel Aviv, realizó un estudio sobre la inteligencia de los pulpos para descubrir que estos animales son capaces de “manipular” su propio código genético.

Los cefalópodos “mejoran” su sistema nervioso en función de las demandas climáticas del entorno. Lo que hacen sus organismos es una recombinación del ácido ribonucleico (ARN), enviándose de ese modo nuevas proteínas a los genes para mejorar su adaptación. Algo que el ser humano consigue de manera lenta a través de la evolución, ellos lo logran en función de las necesidades.

La misma cantidad de neuronas que nuestros perros

Los pulpos tienen aproximadamente unas 500 millones de neuronas, las mismas que un perro. Ahora bien, los cefalópodos tienen su sistema nervioso repartido en sus patas, de manera que presentan 9 cerebros: uno central y ocho periféricos.

Los tentáculos son sin duda parte indispensable de la inteligencia de los pulpos. Con ellos exploran, huelen, saborean e incluso deciden. Es decir cada “tentáculo” puede tomar una decisión determinada separada de los demás; sin embargo, juntos trabajan en armonía y sin discrepancias.

“Cuando te sumerges en el mar, te sumerges en el origen de todos nosotros”.

-Peter Godfrey-Smith, Otras mentes: El pulpo, el mar y los profundos orígenes de la conciencia-

mirada demostrando la inteligencia de los pulpos

Se comunican, juegan y son creativos

Los biólogos han descubierto que algunos calamares se comunican entre sí mediante un sistema parecido al código morse. Asimismo, quienes están habituados a observar el comportamiento de los pulpos saben que son tremendamente creativos.

Construyen sus propios escondrijos, son capaces de solucionar problemas de manera creativa, sortean retos, abren tapones, cajas, cazan con gran originalidad y, más aún, demuestran conductas semejantes a las humanas.

Cuando están en un lugar que no les agrada, son capaces de lanzar chorros de agua contra sus cuidadores cuando los ven. Desarrollan manías y también filias. Tienen objetos preferidos y también aquellos que les disgustan y que no dudan en destruir. Son traviesos y desarrollan apego por unos cuidadores y odio por otros.

Para concluir, tal y como señala el filósofo Peter Godfrey-Smith, adentrarse en la inteligencia de los pulpos es adentrarse también en nuestra propia consciencia. La mente al fin y al cabo surgió del mar, el origen de toda vida parte del mundo oceánico y, por tanto, mirar los ojos de un cefalópodo es ser conscientes de que tenemos con ellos una historia compartida.

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