7 grandes filósofos budistas de India

El budismo nació en India y no puede entenderse sin la matriz cultural de los Vedas y los movimientos de renuncia en el subcontinente indio (śramanas). Sin embargo, su práctica desapareció casi por completo de India alrededor del siglo XII, primero porque perdió popularidad ante los movimientos devocionales y las diferentes escuelas del vedanta y, después, porque fue literalmente arrollado por las invasiones turcas (entre finales del siglo XII y comienzos del XIII). Hoy en día el budismo es una religión minoritaria en India, con practicantes que suman menos del 1% de la población (¡en India hay más cristianos que budistas!). Pese a eso, India sigue siendo el gran lugar de peregrinación del budismo, la gran madre cultural y espiritual de todos los budismos.

En países como China, Tíbet, Japón, Sri Lanka, Vietnam, Indonesia, Burma y Tailandia, el budismo ha evolucionado y se ha diversificado enormemente, pero en todos los casos las ideas que se han desarrollado tienen su origen en India, en el Buda, aunque también en los grandes filósofos del budismo indio, quienes crearon un lenguaje filosófico y cultivaron una importante especulación sobre el significado de las doctrinas enseñadas por el Buda. Los filósofos budistas de India lograron una sofisticación y una penetración ética y epistemológica comparable con las más brillantes obras de filósofos occidentales (muchos de los cuales pensaron ideas similares a los budistas, pero más de mil años después).

Haremos aquí un breve esbozo de los que probablemente sean los siete filósofos indios más importantes en la historia del budismo. Esta selección es, por supuesto, limitada y discutible, y algunos lectores considerarán que tendrá sin duda algún tipo de sesgo u orientación hacia el budismo mahayana (y a la doxografía tibetana), cuya penetración penetración en Occidente es actualmente más vasta en comparación con el budismo theravada y el cual ha seguido una evolución quizá más compleja en diversos países como China, Tíbet, Nepal, Japón y actualmente en Estados Unidos y otros países occidentales. Ante dicha posibilidad, no hemos dejado de incluir a Buddhaghosa, seguramente el más importante exponente del theravada.

Entre las omisiones que sentimos necesario mencionar explícitamente están las de Ashvaghosa (poeta a quien algunos atribuyen la obra mahayana Despetar a la fe), Aryadeva (el más famoso discípulo de Nagarjuna), Paramartha (gran traductor que fue esencial en la adopción del budismo en China, haciéndolo compatible con el taoísmo), Dignaga (el pionero de la lógica budista, que, sin embargo, está mejor representado por su alumno más influyente Dharmakirti), Bhaviveka (el fundador de la tradición svatantrika), Kamalashila (cuya labor fue capital para llevar el budismo a Tíbet, aun cuando su escuela está mejor representada por su maestro Shantarakshita), Shantideva (el autor de un texto bellísimo y esencial, el Bodhicaryavatara, donde se expone la esencia del sendero del Bodhisattva centrado en la compasión o el cultivo del bodhicitta) o Ratnakarashanti (el maestro tántrico, quien, además, fue un importante estilista y riguroso pensador defendiendo el sistema de prakashamatra, lo existente como pura autocognitividad luminosa). 

Por otro lado, no consideramos en la lista a yogis o maestros espirituales que podrían sin embargo tener cabida, como es el caso de Bodhidharma, el mítico patriarca del budismo zen, de quien casi nada se conoce; Padmasambhava, quien es esencial para la tradición tibetana (pero de quien se sabe muy poco) o todos los mahasiddhas, fundamentales en el establecimiento del budismo tántrico.

Como nota final aclaramos que la lista sigue un orden cronológico, comenzando por lo más antiguo, si bien en estos casos las fechas conocidas no son para nada exactas (tal que Chandrakirti podría ser antes que Dharmakirti o Buddhaghosa que Vasubandhu, aunque probablemente no).  

 

1. Nagarjuna

Nagarjuna (ca. 150 d.C, 250 d.C) es el primer gran pensador del budismo mahayana, el gran dilucidador de los sutras de la Prajnaparamita o del segundo giro de la rueda del dharma, y a quien se deben en gran medida los fundamentos filosóficos de la idea de la vacuidad, quizá la gran contribución del budismo a la filosofía. 

Nagarjuna es una figura envuelta en leyendas (se dice, por ejemplo, que obtuvo los sutras de la Perfección de la Sabiduría de las serpientes del océano, las «nagas», y se le atribuyen todo tipo de obras y hazañas, incluyendo vivir cientos o hasta miles de años). Sabemos por lo menos con certeza que es autor del texto Mūlamadhyamakakārikā, donde se refuta con argumentos silogísticos (el famoso «tetralemma») la existencia de la sustancia o de cualquier entidad real independiente. 

La importancia de Nagarjuna, pese a que algunas escuelas del Mahayana se inclinan más hacia la filosofía del Yogacara (o de la conciencia como realidad última), es central para todos los budismos que se encuentran en países como Tíbet, China, Nepal, Japón, Corea, etc. Es a través de la idea de la vacuidad que el budismo Mahayana desdobla una dimensión de realidad en la que el Buda y sus cuerpos celestiales son considerados realidades cósmicas que pueden ser actualizadas o alcanzadas por todos los seres, justamente porque el mundo está vacío, no tiene una existencia inherente 

Aquí puedes leer una introducción a la obra de Nagarjuna y a su idea de la vacuidad

 

2. Asanga

Asanga (ca. siglo IV d.C) es el fundador de la escuela budista Yogacara, la escuela de los yogis, asociada con la visión del Cittamatra, de la conciencia como realidad última y el llamado tercer giro del dharma. La historia de Asanga es preciosa. Habiéndose ordenado como monje, desarrolló el deseo de conocer a Maitreya, el buda del futuro, para recibir enseñanzas sobre la naturaleza última de la realidad. Según esta historia, Asanga se internó en una cueva con la resolución de no suspender su meditación hasta no tener una visión de Maitreya. En una ocasión, habiendo perdido la fe de establecer contacto con Maitreya después de seis años de meditación en la cueva, Asanga, descendiendo de la montaña, se encontró con una vieja mujer que tallaba una vara de hierro contra una piedra. Le preguntó por qué hacía eso y la anciana le dijo que estaba haciendo una aguja; esto renovó su paciencia y volvió a la cueva para meditar . Después de doce años (no sin antes tener episodios similares que le enseñaron a cultivar las virtudes del sendero) salió de su cueva decepcionado. Cuando empezaba a bajar a la civilización se encontró con un viejo perro cuyas heridas salientes eran devoradas por pequeños gusanos. Asanga, como alguna vez el mismo Buda Shakyamuni con una tigresa, notó que el perro estaba muriendo y necesitaba comer algo inmediatamente. Movido por la compasión, se cortó un pedazo de piel para alimentar al perro. Al mismo tiempo notó que para limpiar las heridas del perro tendría que matar a los gusanos que estaban alimentándose de él, así que con la boca empezó a lamer suavemente las heridas para remover a los gusanos sin matarlos. Fue entonces que se manifestó Maitreya, su maestro, el bodhisattva que aguarda en el cielo Tushita. 

Existen diferentes versiones y atribuciones, pero Asanga produjo al menos cinco obras, las cuales él mismo atribuyó a Maitreya, ya sea que las haya escrito a través de estados místicos o que resuman las enseñanzas de este bodhisattva. Los académicos generalmente atribuyen la autoría no a Maitreya, sino al mismo Asanga. De cualquier manera, las cinco obras de Maitreya-Asanga son fundamentales para la escuela Yogacara y algunas de ellas también para el Madhyamaka (la escuela que se deriva de Nagarjuna) y son estudiadas rigurosamente por todas las escuelas del budismo tibetano.

Asanga produjo además una serie de comentarios, entre los cuales destaca el Yogacara-bhumi, sumamente importante en China, donde traza el camino del bodhisattva y además establece las bases de la práctica de la meditación del shamata y el vipassana dentro del Mahayana.

 

3. Vasubandhu

De acuerdo con la tradición, Vasubandhu (siglo IV-V d.C.) fue el medio hermano de Asanga. Poseedor de una de las grandes mentes filosóficas en la historia del pensamiento indio, Vasubandhu aprendió primero los sistemas de escuelas budistas como el Sarvastivada y el Sautrantrika. Produjo una obra monumental, el Abhidharmakosha (y su autocomentario), la cual sigue siendo estudiada por budistas de todas extracciones, una taxonomía del cosmos mental budista.

Según cuenta la historia, Vasubandhu fue finalmente convencido por su hermano Asanga a acercarse al budismo Mahayana y adoptar la postura del Yogacara, escuela que de alguna manera cofundaron (si bien estas etiquetas son cosas de académicos occidentales y de algunos pocos polemistas indios como Bhaviveka).

En su última etapa, Vasubandhu escribió varios comentarios a la obra de Asanga-Maitreya, además de versos filosóficos como Las veinte y Las treinta stanzas, donde establece con un impecable razonamiento la postura de la conciencia como única realidad.

Vasubandhu destaca también por haber elaborado un notable argumento para refutar la existencia de la materia o los objetos externos con base en el análisis mereológico.

 

4. Buddhaghosa

El pensador esencial del budismo Theravada, Buddhaghosa, viajó a Sri Lanka en el siglo V d.C., en donde estudió textos cingaleses con los que compuso en pali su obra maestra, El Sendero de la Pureza (el Vishuddhi Magga). Este texto es una meditación sobre la exhortación que hace el Buda en un sutra a propósito de practicar la concentración, mismo que dividió en los tres pilares del sendero: la disciplina moral, la concentración y la sabiduría.

El Vishuddhi Magga se ha convertido en el manual más importante de meditación dentro de la tradición Theravada. Buddhaghosa escribió además comentarios sobre el abidharma, los sutras y el código monástico o vinaya, entre ellos un importante comentario al Dhammapada.  

 

5. Dharmakirti

Probablemente el filósofo budista que más ha influido en el desarrollo de un vocabulario filosófico y en la depuración de ciertos argumentos dentro del discurso epistemológico indio (pramana), mismos que han sido adoptados por algunos filósofos o pensadores no budistas. La influencia de Dharmakirti (600 d.C. a 660 d.C) es enorme: grandes luminarias del hinduismo como Shankaracarya y Abhinavagupta lo leyeron y minaron, como si fuese su propio pensamiento.

Dharmakirti, siguiendo a Vasubhandu y a Dignaga, demuestra que los objetos externos no pueden existir, pues siempre son reducibles a partes, por lo que se establece un regressum ad infinitum. Según Dharmakakirti, lo único que puede existir realmente es la luz autocognitiva (svasamvedana) o conciencia no-dual. Más de 100 años antes que Kant, Dharmakirti establece que la realidad que experimentamos siempre está condicionada por las categorías de nuestra mente y en última instancia la supuesta realidad física o externa es solamente una manifestación de la propia conciencia. La realidad, que es la pura luminosidad no-dual de la mente, se confunde así debido al error conceptual de tomar universales como particulares, o por una distorsión cognitiva inconsciente que hace que percibamos el mundo como independiente de nuestra mente en una estructura dualista.

A Dharmakirti debemos, junto con Dignaga, la elaboración de una teoría para explicar la validez relativa de las inferencias, pese a la imposibilidad de que existan universales que sean los referentes y las causas de la cognición. Esta teoría (apoha) es actualmente estudiada y ha sido revitalizada por algunos filósofos en Occidente.

Dharmakirti es además importante porque entendió que el budismo, pese a tener una dimensión eminentemente soteriológica, debe también explicar de manera cabal la realidad relativa, el mundo convencional en el que las cosas aparecen separadas de la mente y se interactúa con personas que parecen tener un sí mismo sustancial.

 

6. Chandrakirti

Aunque Chandrakirti fue un filósofo poco o nada conocido en India durante su propio tiempo, su obra fue rescatada en Tíbet, donde la escuela geluk-pa (a la que pertenece el Dalai Lama) lo entronó como el expositor más brillante de la filosofía Madhyamaka. La ortodoxia gelug entenderá que el auténtico Madhyamaka fluye de Nagarjuna a Aryadeva y a Chandrakirti, pasa por Shantideva y alcanza su perfecto entendimiento en Tsongkhapa, el fundador de la orden. En Tíbet se crea una distinción entre el correcto Madhyamaka, el Prasangika y un Madhiamaka inferior, el Svatantrika, siendo Cahdrakirti el principal exponente del primero.

El Prasangika es la escuela que no afirma ninguna postura, simplemente deconstruye y refuta toda las demás, argumentando que todos los fenómenos están vacíos y que el procedimiento correcto tanto de un filósofo como de un meditador es la negación (sin hacer negaciones que impliquen afirmaciones por otra parte).  Nagarjuna famosamente había dicho que no tener ninguna postura es la iluminación

 

7.  Shantaraksita

Shantarakshita fue el principal exponente de lo que se conoce como el Yogacara-Madhyamaka, una especie de síntesis de las dos grandes escuelas del Mahayana. Según la tradición, Shantarakshita fue abad de la escuela monástica de Nalanda, una de las dos grandes universidades monásticas del budismo indio (la cual fue destruida por las invasiones turcas y que algunos comparan en importancia con la Biblioteca de Alejandría). Shantarakshita fue el encargado de llevar el budismo al Tíbet en el siglo VIII d.C., bajo el auspicio del rey del dharma Trisong Detsen  

En su obra maestra, Madhyamakālaṃkāra, Shantarakshita defendió que el carro a la iluminación constaba de los caballos del Yogacara y del Madhyamaka, siendo el primero apto para sostener una visión de la realidad convencional como pura conciencia y el segundo para conocer la realidad absoluta. La síntesis de Shantarakshita fue criticada después por pensadores como Ratnakarashanti porque, a fin de cuentas, niega la realidad última de la conciencia (la cual somete también a análisis mereológico).

Su alumno Kamarashila fue el protagonista de un famoso debate con un monje de la escuela Chan, en el cual, según el relato doxográfico, Kamalshila se alzó victorioso y con esto el budismo en Tíbet siguió un camino gradual (y tántrico), y no uno súbito como el del zen.

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