KARMA Y DHARMA.

Samsara

Para el Hinduismo y el Budismo, la experiencia de la vida no se limita a una sola existencia. La rueda de la vida o “samsara”, conectada al concepto de karma, no tiene principio ni fin, y por lo tanto después de la muerte hay otro nacimiento y una nueva vida – una y otra vez. Esto es lo que llamamos reencarnación.
La ley del karma dice que para cada acción, existe una consecuencia, es decir, es la ley de la causa y efecto. El karma se puede manifestar durante un ciclo de la rueda de la vida, o durante el siguiente – durante esta vida, o la próxima.
La ley del karma es un ejemplo especial de la ley de causa y efecto que establece que nuestras acciones físicas, verbales y mentales son causas, y nuestras experiencias son sus efectos. La ley del karma enseña por qué cada individuo posee una disposición mental, una apariencia física y unas experiencias únicas. Estas son los efectos de las incontables acciones que cada uno ha realizado en el pasado. Puesto que no hay dos personas que hayan realizado las mismas acciones en vidas pasadas, nadie puede tener los mismos estados mentales, experiencias y apariencia física que otro. Cada ser posee su propio karma individual. Algunas personas disfrutan de buena salud y otras sufren enfermedades sin cesar. Unas tienen un físico atractivo y otras no. Algunas siempre están alegres y se conforman con poco, mientras que otras suelen estar de mal humor y nunca están satisfechas. Algunas personas entienden con facilidad el significado de las enseñanzas espirituales, pero otras las encuentran difíciles y oscuras.

La palabra karma significa ‘acción’ y se refiere principalmente a nuestras acciones físicas, verbales y mentales. Las acciones que efectuamos dejan huellas o impresiones en nuestra mente muy sutil que, con el tiempo, producen sus correspondientes resultados. Nuestra mente es comparable a un campo de siembra, y las acciones que cometemos, a las semillas que en él se plantan. Las acciones virtuosas son las semillas de nuestra felicidad futura, y las perjudiciales, las de nuestro sufrimiento. Estas semillas permanecen ocultas en nuestra mente hasta que producen su efecto, cuando se reúnen las condiciones necesarias para su germinación. Además, desde que se realiza la acción original hasta que maduran sus consecuencias, pueden transcurrir varias vidas.

Como resultado de nuestras acciones o karma, renacemos en este mundo impuro y contaminado y tenemos problemas y dificultades sin cesar. Nuestras acciones son impuras porque nuestra mente está contaminada por el veneno interno del aferramiento propio. Esta es la razón principal por la que experimentamos sufrimiento. Este es producido por nuestras propias acciones o karma y no es un castigo impuesto por nadie. Sufrimos porque hemos cometido numerosas acciones perjudiciales en vidas pasadas. El origen de estas malas acciones son nuestras propias perturbaciones mentales, como el odio, el apego y la ignorancia del aferramiento propio.

Cuando hayamos eliminado de nuestra mente el aferramiento propio y demás engaños, nuestras acciones serán puras. Como resultado de estas acciones, nuestras experiencias, nuestro mundo, cuerpo y disfrutes, y los seres que nos rodean, también serán puros. No quedará ni el menor rastro de sufrimiento, impureza ni dificultades. De esta manera, encontraremos la verdadera felicidad en nuestra mente.

Geshe Kelsang Gyatso

Para lograr un ‘buen karma’ es necesario vivir de acuerdo al dharma, es decir, actuando correctamente y siguiendo las enseñanzas espirituales más elevadas. Toda acción que beneficie al individuo, a quienes lo rodean y a la humanidad en general, es considerado dharma y generará buen karma. Este dharma tiene el poder de balancear y borrar el mal karma acumulado, y en ese sentido afecta nuestro futuro inmediato al igual que próximas vidas.
Hay diferentes maneras de acumular dharma y de aprender a minimizar el karma en nuestras vidas. Si seguimos cometiendo los mismos errores, seguiremos manifestando los mismos retos en nuestra vida. A medida que seguimos las enseñanzas espirituales, podemos aprender las lecciones y balancear la rueda kármica.
• Abrir nuestra consciencia. No hay nada que nos condene más que vivir con los ojos cerrados. Es necesario que entendamos que nuestra existencia tiene un propósito mayor y en ese sentido, toda circunstancia – positiva o negativa – tiene una función importante que cumplir. Esta consciencia nos da perspectiva y nos ayuda a avanzar espiritualmente.
• Dejar la culpa. Cuando entendemos que todo es una lección y que la ley del karma nos hace cultivar lo que hemos sembrado, la culpa ya no tiene espacio en nuestras vidas. Es importante dejar de culpar a los demás por las cosas que nos suceden. Esto no sólo ayudará a nuestras relaciones sino que especialmente nos ayudará a asumir el control y poder que realmente tenemos sobre nuestra vida.
• Entender el sufrimiento. Algo extremadamente difícil pero útil es comprender que lo que hayamos sufrido en esta vida es algo que primero, hemos sembrado en el pasado, y segundo, es solo una lección – y al aprenderla, levantaremos el karma asociado, y podremos sobrellevar y superar esta situación. Así que agradezca y aprecie sus momentos difíciles porque en ellos se presenta la oportunidad de borrar su karma y avanzar hacia la iluminación.
• Respeto hacia si mismo y hacia los demás. Al igual que usted, todos los demás estamos en nuestro camino espiritual. Hemos errado, hemos aprendido y hemos fracasado muchas veces. Independientemente de cómo los demás se porten con usted, aprecie el hecho de que ellos son también su oportunidad de redención. Evite herir a otros con palabras y acciones – y sobre todo con intención. No hable de nadie a sus espaldas, no mienta, no traicione. Es más fácil de lo que parece. Concéntrese en su propio destino. Acuérdese que cada cosa que hace en este minuto tendrá una consecuencia tarde o temprano. Si opta por obrar de mala manera, el único que realmente pagará por ello será usted.
• Purificación. Viva una vida pura. Elija muy bien sus acciones, pensamientos y palabras. Ellos crean su realidad. Cada vez que se de cuenta que está cultivando negatividad, empiece por reflexionar por qué siente la necesidad e impulso negativo. Agradezca la consciencia que le hizo darse cuenta a tiempo de dicha negatividad. Y finalmente, cancele esa negatividad con dos acciones: envíe energía de amor hacia usted mismo y la otra persona o situación involucrada en la negatividad, y empiece un pensamiento o acción nueva que sea positiva y pura.
• Dígale adiós al miedo. No hay nada que temer. Usted tiene control sobre su vida – esta y las que siguen. Usted hace parte de algo mucho más grande. Asuma el control, decídase a aprender las lecciones y supérelas con consciencia y dharma.
• Humildad y perdón. Al analizar todo en perspectiva, y entender que todos somos parte de un todo, sabremos que hemos pasado y pasaremos por las mismas etapas que los demás. En ese sentido, no hay seres “mejores” que otros – simplemente aquellos que tienen más experiencia pero que igual corren el riesgo a cada momento de estancarse o devolverse en el camino espiritual – y la arrogancia es una de las razones por las cuales esto puede suceder. En esa misma reflexión, aquellos que nos han herido están simplemente enfrentando sus propias lecciones. Perdone y olvide. Libérese de esa carga y deje que los demás aprendan sus lecciones mientras usted aprende las suyas.
• Servicio. La generosidad, gratitud y bondad hacia los demás es esencial para nuestro avance espiritual. Es así de sencillo.

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