El verano de los mosquitos: lluvias, confinamiento y calor han creado el clima perfecto para el boom de las plagas veraniegas

Los mosquitos son ya el tema de conversación en muchas zonas de España. Los mosquitos y los insectos en general. Málaga ha sufrido una oleada de mariquitas y otra de quironómidos, los famosos mosquitos que no pican; en Barcelona se espera ya un repunte de la avispa asiática y la castellonesa comarca de la Plana Baja prepara sistemas de control de plagas que hagan frente a lo que nos viene encima. Pero, ¿Es cierto que estamos en «la hora del mosquito»? ¿Es una impresión subjetiva o es cierto que hay más plagas de lo normal?

Aunque es pronto y estamos en peor situación que otros años para saberlo con certeza (el confinamiento ha impedido tomar muchas mediciones durante los últimos meses), los científicos llevan semanas alertando de que nos encontramos ante una ‘tormenta perfecta’ que puede acabar desembocando efectivamente en «el verano de los mosquitos, las ratas y las cucarachas».


Lo que hay detrás del boom

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El primer gran factor que está detrás de este posible ‘boom’ de los insectos veraniegos es el confinamiento. O, mejor dicho, el impacto de las bajadas de actividad humana en los equilibrios ecológicos que hasta ahora existían. Por ejemplo, un efecto claro del congelamiento de la economía es que durante estas semanas se ha producido una falta de comida en lugares donde hasta ahora solía estar.

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El cierre de bares y restaurantes (unido a la escasa presencia de seres humanos) ha hecho que algunas plagas como cucarachas y ratas tengan que desbordar sus áreas tradicionales y que su actividad sea más visible. En este sentido, este primer factor tiene más que ver con nuestra percepción (plagas que se desplazan a nuevos sitios y se hacen más visibles) que con un crecimiento demográfico propiamente dicho.

Sin embargo, el confinamiento también ha tenido otro efecto. Como comentaba en el diario Sur el catedrático de Zoología de la Universidad de Málaga (UMA), Raimundo Real, la agricultura ha estado muy parada por las medidas sanitarias y eso ha provocado que «muchos tratamientos insecticidas de otros años» no se hayan aplicado.

Si normalmente resulta «paradójico que se puedan ver más insectos en la ciudad que en el campo» por estas medidas, la falta de actividad en el campo puede impulsar los niveles de insectos hacia arriba y, por un fenómeno de desplazamiento similar al que señalábamos anteriormente, eso afecte también a las ciudades.

Si el campo se ha visto afectado, el mantenimiento de zonas verdes urbanas, bosques y cauces de ríos no se ha quedado atrás. Y esto está detrás del aumento de las poblaciones de mosca negra que como señalaba Milagros Fernández de Lezeta, directora general de ANECPLA, la patronal de empresas de control de plagas, «aprovecha los ríos de caudal abundante y mucha vegetación para asentarse y causar molestias a la población vecina».

El verano del mosquito tigre

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A todo esto, vienen a sumarse las lluvias. Quim Sendra de la Asociación de Empresas de Desinfección y Control de Plagas de Cataluña explicaba a principios de mes que las lluvias y el calor de las últimas semanas han creado las condiciones «óptimas» para los mosquitos y que el riesgo de «explosión» es «más importante de lo habitual». Sobre todo, del temido mosquito tigre.

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Según explicaba Mikel Bengoa, doctor en Entomología especializado en el control del mosquito tigre, la población de esta especie se ha multiplicado por tres o cuatro veces con respecto a 2019. Y eso no es lo peor. Según Bengoa, la situación probablemente empeorará en las próximas semanas. La temporada de estos mosquitos arranca en mayo y llega hasta con un pico que se produce en septiembre. Si el tiempo les sigue acompañando, las cifras irán a peor.

Al fin y al cabo, «durante el confinamiento hay muchas segundas residencias que han permanecido cerradas. Las lluvias han llenado bebederos de animales domésticos, macetas, juguetes que hayan quedado en los jardines… Todos ellos son lugares excepcionales para que la hembra del mosquito tigre deposite allí sus huevos”, explicaba Fernández de Lezeta. Esto es un problema no solo por las molestias que ocasiona, sino por las enfermedades que puede llegar a provocar.

El mosquito tigre puede contagiar el dengue, la fiebre amarilla, el Zika, el Chikunguña y, muy raramente, el virus del Nilo Occidental. Desde hace años venimos avisando que las enfermedades tropicales ya no son tan tropicales y que era cuestión de tiempo que este tipo de enfermedades se instalaran en nuestro país. Por ello esta plaga será una llamada al orden para que nuestros sistemas de control se pongan al día. El frenazo del movimiento internacional de personas juega a nuestro favor en esta ocasión, pero no sabemos si será suficiente.

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