Declinismo o retrospección idílica: el pasado siempre fue mejor

¿Es bueno vivir solo de recuerdos? Poner la mirada en el retrovisor de la vida y suspirar de nostalgia es algo muy nuestro. Tanto es así, que hay quien vive de manera permanente en el pasado porque siente que el ayer, tiene más sentido que el aquí y ahora.

El declinismo define esa conocida sensación de que antes se vivía mejor que ahora. La verdad es que le tenemos un cariño especial a todo lo pretérito, a aquellos años perfectos de infancia, a esa época en que vivimos la adolescencia, a los veranos de hace más de una década… Lo dejado atrás se reviste en ocasiones de una nebulosa de trazos perfectos que empaña por completo nuestro presente.

Ahora bien ¿es tan aciago el momento actual? ¿Por qué nuestro enfoque tiene una afición tan grande por escaparse a todo lo que hemos dejado atrás? La verdad es que la mente humana le encanta retrotaerse, hacer scroll en sentido inverso y situar la mirada en el retrovisor existencial. Bien es cierto que nuestro presente es un tanto complicado, pero en realidad, pocas épocas son serenas y relajadas del todo.

Sin embargo, la retrospección idílica sitúa un filtro de color de rosa en muchas mentes. Tanto es así, que podemos llegar a caer en una trampa: esa en la que hacemos de nuestro pasado, nuestro presente. Vivir de la nostalgia, amarrar nuestra atención en lo que ya fue y no en lo que está ocurriendo aquí y ahora tiene serias consecuencias. Analicemos este hecho con detalle.

Declinismo: cuidado, tu mente te engaña

Preguntábamos hace un momento si es cierto que el presente es tan adverso puesto en perspectiva con otros años, con otras décadas. Gran parte de nosotros diremos que sí, que de algún modo, todo lo vivido ayer y dejado atrás edifica una realidad más satisfactoria que la que tenemos ahora. Otros en cambio, agradecerán haber dejado atrás ciertas cosas.

Todo es cuestión de enfoque. Sin embargo, el hecho de que por término medio sintamos que el pasado albergó hechos mucho más positivos y enriquecedores que el presente, responde a una artimaña de la mente. Se trata de una estrategia, una ilusión que el cerebro orquesta para nosotrosConozcamos las razones.

Tu mente quiere que priorices el recuerdo de los buenos momentos frente a los «menos buenos»

La revista de la Asociación Americana de Psicología (APA) publicó en el 2003 un artículo de investigación que tuvo bastante repercursión. Richard Walker, psicólogo de la Universidad Estatal de Winston-Salem, realizó una investigación sobre el del por qué del declinismo, esa costumbre de decirnos que el pasado siempre será mejor que el presente.

  • El sistema de memoria suele tratar las emociones agradables de manera diferente a las emociones desagradables.
  • El cerebro tiene una curiosa estrategia: tiende a restar intensidad a los hechos negativos dando en cambio mayor trascendencia a lo bueno.
  • Ahora bien, hay un matiz. No es que la mente «reprima» las experiencias adversas. No es que exista un botón neuronal capaz de borrar para siempre lo malo que hemos vivido.
  • Este mecanismo de «borrado» funciona solo con esas experiencias «menos malas». Por ejemplo, no acordarnos de que en el 2005 estuvimos 5 meses sin trabajo, pero recordar en cambio, que conocimos a nuestra actual pareja en una fiesta de la universidad.
  • Asimismo, también se produce lo que conocemos como choque reminiscente: consiste en recordar mejor los eventos que nos han sucedido entre los 10 y los 30 años. La sensación de experimentar determinadas cosas por primera vez deja una impronta profunda que hace que la persona de 50, 60 o 70 años conciba el presente como algo vacío, poco trascendental y hasta gris puesto en comparación con aquellas décadas.
  • En la investigación del doctor Walker pudo verse también algo interesante: las personas que carecen de ese mecanismo para amortiguar o quitar trascendencia a los hechos negativos del día a día, son más tendentes a desarrollar una depresión.

Esta minimización de los hechos negativos de nuestro pasado actúa por tanto como valioso mecanismo de afrontamiento. Al fin y al cabo, al cerebro le trae sin cuidado que seamos felices o no: lo que quiere es que sobrevivamos. Un modo de hacerlo es teniendo una perspectiva de la vida más optimisma y resistente. Por tanto, priorizar las cosas buenas nos permite salir adelante con mayor seguridad.

Tu pasado pudo haber sido maravilloso pero no te quedes a vivir en él

El declinismo presenta, desde un punto de vista psicológico, toda una contrariedad.  Por un lado, sabemos ya que recordar de manera positiva el ayer nos beneficia y actúa como muro frente a las depresiones. Ahora bien, también se da otro curioso matiz: que nos obsesionemos con el ayer y perdemos de vista el presente.

La memoria teje trampas y nosotros caemos en ellas de manera constante. Nos hace ver, por ejemplo, que esos años de adolescencia en el pueblo de nuestros abuelos fueron etapas felices. Y seguramente lo fueron, pero no todos los días de la semana. Hemos opacado, quizá, las discusiones con nuestros padres o cuando nos enamoramos de alguien y no fuimos correspondidos.

A pesar de ese filtro, muchas personas derivan en el declinismo hasta experimentar situaciones patológicas. Esas en las que ver el presente con desafección y el pasado con dolorosa añoranza. Esas en las que dejar de confiar en el futuro y decirnos que nada bueno puede traernos.

Libro abierto con una niña

El pasado traza gran parte de lo que eres ahora, pero tu historia la sigues escribiendo aquí y ahora

Las personas somos cada cosas vivida, cada sensación, cada recuerdo construido, toda decepción y también toda alegría. El pasado perfila buena parte de nuestra esencia, pero no toda. El presente y el futuro nos abren nuevos caminos y nuevas formas de ser.

El aquí y ahora y el mañana tejen para nosotros otras formas de ser y nuevas experiencias que nos esperan para darnos impulso, vitalidad y felicidad.

Echar el ancla en el pasado y quedar encallados en el declinismo nos impide avanzar y nos sume en una nostalgia depresiva. No es saludable ni permisible. El ayer es un arcón, un álbum de experiencias a las que asomarnos de vez en cuando, pero donde no podemos instalarnos. La vida es ahora y nos está esperando.

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