Si existe alguna religión que se encuentre cerca de la ciencia moderna, esa sería el budismo.
Desde que el budismo ha llegado con fuerza a Occidente se han intentado tender puentes entre la ciencia occidental y esta “filosofía”. Los objetivos de dicho interés se pueden encontrar en varios puntos, y quizás el más importante, es comprobar la aplicabilidad de las enseñanzas y sus posibles beneficios prácticos y, de la mano con esto, intentar mostrarle al mundo occidental un marco filosófico epistemológico en el que la ciencia no es la panacea de nada, como se ha pensado durante muchos siglos, sino uno de los posibles medios para comprobar objetivamente las enseñanzas.
Otro de los puntos de intersección más interesantes entre las enseñanza y la ciencia es que numerosos maestros budistas de diversas escuelas y linajes han planteado de forma clara, al ser interrogados sobre qué pasaría si la ciencia descubre que las enseñanzas no son como se plantean, y ellos han sostenido que si la ciencia hiciera descubrimientos que se contraponen a las enseñanzas debemos seguir a la ciencia y reformular las enseñanzas. Entre estos maestros están el Lama Ole Nydahl y el Dalai Lama.
Hablando específicamente del vínculo que ha establecido el Linaje Karma Kagyu con la ciencia podemos parafrasear algunos pensamientos de Lama Ole Nydahl. Por un lado, este maestro plantea que la meditación es como un laboratorio en el cual, mediante los métodos propuestos, podemos conocer y experimentar diferentes características de nuestra mente, las cuales al ser sistematizadas pueden ayudar a explicar y comprender su funcionamiento.
Como pensamiento global, el Lama Ole Nydahl dice que todo descubrimiento científico tiene significado budista, y para graficar este vínculo utiliza la metáfora que plantea que la “ciencia opera como los brazos del budismo”. Y de forma gráfica y extremadamente sintética, el Decimoséptimo Gyalwa Karmapa, Thaye Dorje, plantea que el budismo más que una filosofía o religión es un método con el cual podemos conocer y desarrollar nuestra mente… con todo lo que esto implica científicamente hablando.
El tema de la naturaleza de la mente y sus relaciones con el cuerpo han sido tópicos en cierto modo recurrentes en los últimos años con preguntas como: ¿Qué es la mente? ¿Qué es el pensamiento? ¿Es aquello llamado “mente” una realidad “material” o “formal”?, ¿Cómo se relaciona la mente con el cuerpo? ¿Es lo mismo mente que conciencia? ¿Es posible acceder a la mente por medio de la materia? Y otras preguntas de similar tenor que parecen ser de gran actualidad.
Desde los albores de la ciencia moderna en Occidente el ser humano ha sido objeto de estudio para los diferentes ámbitos de la ciencia. Dado esto, se han creado y perfeccionado diversas técnicas para abordar estas temáticas de tanta complejidad.
Durante milenios el pensamiento occidental relegó al budismo a las categorías de mitología y creencias primitivas. El desarrollo de las ciencias durante el siglo XX nos abrió los ojos, y hoy día podemos entender cabalmente algunas de sus concepciones epistemológicas para descubrir que el budismo alude a un conjunto de conocimientos que poco a poco han empezado a incorporarse en nuestras culturas hasta el día de hoy. Desde el budismo como marco filosófico científico se parte en búsqueda de explicaciones de determinados fenómenos de la más alta complejidad.
Como es sabido, el Buda histórico, Siddhartha Gautama, más tarde conocido como Buda Sakyamuni, quien nació aproximadamente entre el siglo quinto y sexto antes de Cristo, sostenía haber alcanzado un estado de “realización” en el que la realidad convencional se manifestaba como ilusoria, e invitó a sus seguidores a practicar la forma de meditación que él había desarrollado, la cual incluía, por cierto, una ética. Esa es una de las razones por las que el budismo es percibido hoy principalmente como una religión, porque conlleva la práctica y el estudio de una ética. Sin embrago, en sus orígenes, el budismo fue algo más parecido a lo que hoy denominamos una ciencia, particularmente una ciencia de la mente y de la cognición.
Recientemente, durante la segunda mitad del siglo XX, Occidente, y por lo tanto el mundo global, ha desarrollado una ciencia de la mente radicalmente diferente de la ciencia reduccionista tradicional, que ha permitido redescubrir las profundas ideas de la ciencia budista. Una de las disciplinas más importantes que ayudó a conseguir esto es la neurociencia en todas sus ramas.
¿Qué relación podría tener el budismo, una antigua filosofía y tradición espiritual, con la ciencia moderna? ¿Qué beneficios podría traer para las neurociencias el diálogo con esta tradición (y al revés)?
Hasta hace poco, fenómenos como la paz interior, la serenidad y la claridad mental adquiridos mediante la meditación y el estudio se interpretaban recurriendo a fuerzas metafísicas. Hoy, gracias a muchos estudios, los efectos de estas prácticas se han traducido al lenguaje científico. La colaboración entre budistas y neurocientíficos ha producido mucha información en el último siglo sobre el estudio de los efectos de las emociones, los pensamientos y la mente en general sobre el sistema nervioso, y todas las implicaciones que esto tiene.
Algunos descubrimientos de los efectos de la meditación sobre el sistema nervioso y sus posibles implicaciones de ;a meditación, la disciplina y la práctica mental pueden cambiar el modo de trabajar del cerebro. A los budistas, la meditación les permite alcanzar niveles de conciencia más amplios gracias a la creación de conexiones neuronales que no existen en los individuos que no suelen realizar este tipo de prácticas.
Se han realizado experimentos que tienen que ver, por ejemplo, con observar los efectos el sistema nervioso de la meditación compasiva en el Buda Ojos Amorosos, y se ha comprobado cómo en dicha meditación, a nivel encefálico, se activan zonas como la amígdala, la porción témporo-parietal derecha y otras, relacionadas con las emociones positivas. Por otra parte, al estudiar los efectos de otras meditaciones a nivel del sistema nervioso e inmunológico, se ha podido determinar cómo en individuos que realizan meditaciones con objeto (tipo shamatha) se da una sobre activación del lóbulo frontal (asociado a las emociones positivas). Al comparar a los meditadores con individuos vacunados que participan de dicha meditación, se ha encontrado que en los meditadores los niveles de anticuerpos llegaron a ser casi el doble de los niveles de no meditadores. En otro experimento se compararon, durante la meditación de lhaktong (o vipassana), los efectos a nivel encefálico en personas que recién empezaban a meditar contra los que ya estaban entrenados en esta meditación, y se encontró que en las personas con mayor experiencia una zona llamada ínsula (encargada de regular actividades autónomas del cuerpo y vinculada a la experiencia subjetiva de determinadas emociones como la felicidad y el miedo) tenía más actividad que en las personas menos experimentadas.
Podríamos sumar más experimentos de este tipo en los cuales se estudian los efectos que tienen sobre el sistema nervioso los diferentes tipos de meditación. Este hecho se hace extremadamente relevante en el momento en que sabemos previamente las funciones o actividades de las diferentes zonas del cerebro. En ese caso, es fácil observar y llegar a determinados planteamientos teóricos sobre los efectos a nivel subjetivo y orgánico que pueden tener los diferentes tipos de meditaciones y, sobre todo, encontrar un asiento objetivo de las enseñanzas budistas, lo que nos permite, como afirma el Decimoséptimo Karmapa, hacer de las enseñanzas un conjunto de métodos con resultados a los cuales podemos acceder mediante el método científico.
Intentar pensar en la mente como actividad subjetiva que se estructura por medio de la relación e interrelación con el ambiente, con los otros y consigo misma, relacionada con el componente orgánico cerebral, nos permite establecer una lógica epistemológica que nos habilita a analizar e interpretar las enseñanzas desde los efectos en el sistema nervioso y sus estructuras. Estos preceptos epistémico-filosóficos en los últimos tiempos han permitido, con base en las neurociencias cognitivas y algunas nuevas disciplinas como la neurofilosofía, interpretar y objetivar los efectos de las enseñanzas budistas dadas las consecuencias en las diferentes zonas del sistema nervioso.
Hallar las interrelaciones entre la ciencia y el budismo es un proyecto muy interesante que involucra tanto a Oriente como a Occidente, y que podría traer como consecuencia una transformación de los esquemas desde los que miramos la mente y sus cualidades, pudiéndose concluir que la meditación no encajaría solamente en un sistema de creencias religiosas exóticas sino que es una posible herramienta científica para estudiar la mente.
Por: Paul Ruiz
Bibliografía recomendada para profundizar
Barinaga M. (2003). Buddhism and neuroscience. Studying the well-trained mind. Revista Science. Oct 3;302(5642):44-6.
Davidson RJ, Kabat-Zinn J, Schumacher J, Rosenkranz M, Muller D, Santorelli SF, Urbanowski F, Harrington A, Bonus K, Sheridan JF. (2003). Alterations in brain and immune function produced by mindfulness meditation. Revista Psychosomatic Medicine, Jul-Aug; 65(4):564-70.
Knight J. (2004). Religion and science: Buddhism on the brain. Revista Nature. Diciembre 9; 432(7018):670.
Lutz A, Brefczynski-Lewis J, Johnstone T, Davidson RJ. (2008). Regulation of the neural circuitry of emotion by compassion meditation: effects of meditative expertise. Revista Plos One. Mar 26; 3(3): pags 1-10.
Ole Nydahl. (2005). Introducción del libro From Buddhism to science and back. Ediciones ITAS, Vélez-Málaga. Pags 5-16.
Ospina MB, Bond K, Karkhaneh M, Tjosvold L, Vandermeer B, Liang Y, Bialy L, Hooton N, Buscemi N, Dryden DM, Klassen TP. (2007). Meditation practices for health.
El budismo no tiene enseñanzas, tiene dogmas. Como todas las religiones.
Es una religión atea que pretende ser usada por la new age como aglutinador espiritual de gentes diversas. Al no tener dioses, no entra en conflicto con los diversos dioses de los » creyentes » y, por tanto, se vuelve una especie de espiritualidad amigable abierta a todos independientemente de sus creencias personales. Originalmente es una religión que niega y desprecia todas las demás, aunque ahora en occidente se le aplique maquillaje y buenrollismo.
Como todas las demás religiones está jerarquizada, es elitista, menosprecia lo terrenal corpóreo, exige pleitesía, promete lo incomprobable, posee praxis concretas y determinadas. Y cree ser la única verdadera.
No es más que otra secta pseudorreligiosa que busca legitimarse con argumentos científicos. Al nivel de los testigos de Jehová o la cienciología.
No es » una » Filosofía porque Filosofía sólo hay una. Y no tiene dogmas ni venerables ni lamas.