Podrías pensar: “Quiero desarrollar mi potencial. Quiero ser una persona mejor”. Pero si te interesa el Dzogchen deberías pensar: “¿Qué clase de persona soy?” Y tal vez puedas darte cuenta de algo: “Soy la clase de persona que tan enamorado está de las nubes… que nunca he visto el cielo”.
Y sin el cielo, ¿dónde estarían todas esas nubes? Pero “tengo fijación por las nubes: Mis recuerdos, mis esperanzas, mis arrepentimientos…”
Así que, de acuerdo con el pensamiento dualista, lo que intentamos es separar las nubes del cielo. Pero desde la no-dualidad, vemos: “Oh, las nubes no son algo diferente del cielo”. El cielo es amplio y vacío, las nubes crean patrones a merced de la fuerza de los vientos… Está claro que no tienen una esencia definitoria propia. Entonces podemos reflexionar: “Oh, mis pensamientos también son así. Mis sentimientos son así”.
Osea que el cielo es algo así como el plato principal: Si hay cielo, todo va bien. Pero si no somos conscientes de que el cielo está ahí… todo nos parecerá nubosidad. Por eso, en Dzogchen decimos que lo primero es abrirse al cielo. No eres distinto del cielo. Entonces, las nubes no son un problema. Pero si tienes fijación por el patrón que forman las nubes de tu situación, entonces puedes llegar a pasar mucho tiempo haciendo prácticas de purificación y demás.
James Low