Comentarios al Sat Darshana de Ramana Maharshi
Por Emilio J. Gómez Extractos de: eternamente eres eso – sat darshanaVerso I
Dada la variedad del mundo visible,
una sola fuente de poder ilimitado ha de ser aceptada.
El observador, lo observado, la luz que permite la observación
y la pantalla sobre la que se proyecta, son todos el mismo Uno, el Absoluto.
Una sola fuente, un mismo origen ha de ser aceptado. Sin embargo, el mundo, quien lo ve, la luz y la pantalla donde se proyecta no están separados de la fuente. Todo es Eso, el Absoluto, y todos formamos parte indivisa de tal Absoluto.
El Absoluto contiene al observador y lo observado, dando lugar a la relación dual entre sujeto y objeto. Sin embargo, también contiene al proceso de la observación y el mismo mundo: la pantalla sobre la que se proyecta la realidad. Todo está contenido en el mismo Absoluto, aunque en el sueño de la dualidad el ego suponga estar separado de los demás, de la materia y de Dios.
Dependiendo del nivel de vibración así será el nivel de comprensión. Poco a poco, conforme se mora en el Sí mismo y se vive desde el Corazón, el nivel de vibración irá en aumento, y con él el nivel de comprensión, hasta llevar al practicante a darse cuenta de que su auténtica naturaleza es idéntica de aquello que observa y también de aquello que produce la observación y que en el estado de ignorancia suponía separado, llegando a denominarlo Dios.
En lo Real no existe separación entre el observador, lo observado y Eso que produce la observación. Tal triángulo sólo existe en la dualidad y su representación gráfica tan sólo sirve para su comprensión intelectual. Conforme el conocimiento gana terreno a la ignorancia, tal triángulo se disuelve para dar lugar a la circunferencia que representa al Absoluto.
Por otro lado, la consciencia no está separada del mundo material, pantalla donde se produce la proyección de la realidad, por muy variada que ésta pueda parecer. Así, el triángulo que representa a la consciencia se fusiona con el cuadrado que, a su vez, representa al mundo material a través de los diferentes elementos, dando lugar a la afirmación: «Todo es uno y lo mismo».
Verso II
Todas las enseñanzas comienzan con la existencia del individuo, el mundo y Dios. Mientras dure el ego, éstos tres conceptos permanecerán separados.
Morar sin ego en el Ser es lo mejor.
Todas las escuelas de conocimiento suelen comenzar sus enseñanzas del mismo modo: centrándose en argumentos mentales. Lo cual no deja de ser otra forma de ignorancia convertida en alimento para el intelecto y el ego. Tal error sólo llegará a su fin cuando el practicante se instale en el Ser.
La ignorancia es la enfermedad y la comprensión a través del conocimiento, su medicina. Discutir es lo que más le gusta al ego, pues le aporta energías renovadas que le reafirman en su naturaleza ilusoria, haciéndole creer que está vivo y existe. Aunque, contemplado desde el Absoluto, su existencia es tan aparente como efímera.
El ego siempre va a encontrar argumentos de discusión. Así, el hombre, el mundo y Dios ofrecen un amplio material, junto a una magnífica gama de senderos en los que extraviarse. ¿De qué puede extraviarse el hombre? De su objetivo prioritario: morar en el Corazón a través de la permanencia en el Sí mismo.
Verso III
¿De qué sirve discutir sobre si «el mundo es real o una ilusión»,
si «es energía consciente o materia inerte», si «es felicidad o sufrimiento»?
Morar en el Ser, el estado donde ni el ego ni el mundo existen,
es la solución válida para todos.
Ramana Maharshi continúa con el mismo tema del verso anterior: evitar la discusión. Tal es la importancia que concede ante el riesgo de extravío en conceptos mentales que a ningún buen puerto pueden llevar, excepto alimentar al ego.
Así pues, una vez más devuelve la atención del lector hacia el estado de Ser en el que el ego se verá debilitado por inanición energética, ya que toda la energía se la concede al Ser a través de la conexión con el Corazón.
A consecuencia de ello el ego se disolverá y por extensión el mundo. Por este motivo, indica que tal práctica es «la solución válida para todos».
¿Cómo van a cambiar nuestras relaciones cuando no estén condicionadas por el ego? Brillará una perfecta armonía, pues habremos podido liberar a todos los seres humanos. ¿De qué los hemos liberado? de nosotros mismos, de nuestro ego.
A partir de entonces ya no quedarán pretensiones. Y sin pretensión no nacerá la oposición. El mundo interpretará una sinfonía plena de armonía y nosotros seremos su director. Eso sí, un director sin batuta.
Verso IV
Mientras uno crea tener una forma definida, el mundo y Dios también las tendrán. Cuando uno es el Ser sin forma ¿quién queda para ver?
Eso que ve es el Ojo, completo, ilimitado.
Las formas impiden la percepción del lo Absoluto. El Absoluto es el Todo. El Todo está pleno, pues contiene todo. Lo invisible se oculta en lo visible, por ello, cualquier forma es un obstáculo a la percepción final de lo Absoluto.
Más allá de las formas se encuentra lo Real. Lo Real incluye la realidad, pero no es la realidad configurada de formas. Si algo tiene forma definida no es lo Real, pero está en lo Real.
Esto no se puede enseñar, tampoco se puede aprender. Es preciso su experimentación. Se experimenta desde el Corazón. Dejarse engañar por las formas es perderse en ellas. Cuando lo Real aparece, las formas se diluyen hasta desaparecer.
Cuando lo espiritual pasa al mundo de las formas deja de ser espiritual para convertirse en un concepto más. Dios es cuando no es. La forma de Dios lo convierte en un concepto y por lo tanto en una ilusión más. Igual sucede con el hombre que cree tener forma: es ilusorio.
Perderse en las formas es tan fácil como natural. Por ello, morar en el Corazón es el acceso a lo invisible. Vivir en lo invisible es inevitable cuando se lo ha descubierto. Entonces uno pasa a ser el Testigo que observa: «Eso que ve es el Ojo, completo, ilimitado».
Verso VII
Aunque tanto la mente como el mundo surgen y desaparecen juntos,
es la luz de la consciencia la que ilumina al mundo.
La fuente de la que el mundo y la consciencia emergen y se sumergen es lo Real, Eso no emerge ni se sumerge.
Es la consciencia la que hace aparecer el mundo. Ahora bien, es la mente lo que proporciona su percepción. Es preciso matizar que la consciencia es individual, aunque forma parte indivisa de la Conciencia pura, que es universal.
Se trata de la misma Conciencia, solo que el ego, al percibirse separado del resto, se identifica con la forma limitada del cuerpo, dando lugar a la creencia de ser un individuo, lo cual es fruto de la ignorancia y fuente de sufrimiento.
Al ceñir la consciencia a los límites corporales impide su natural expansión, interpretando el mundo exclusivamente a través de la mente y sus estrechos parámetros empíricos basados en las dimensiones espacio-temporales.
Cuando se está en el estado de vigilia aparece el mundo exterior y material, mientras que en el estado de sueños con ensueños, surge el mundo interior, formado de componentes oníricos. Recordamos que el mundo onírico es reflejo del subconsciente y por tanto la representación del mundo interior.
La consciencia es anterior a la mente y el Absoluto anterior a la consciencia. De la mente emerge el ego, el mundo como substancia y la idea de Dios, configurando la realidad. Con la luz de la Conciencia pura se ilumina el ego, el mundo y Dios, creando la ilusión de la existencia, una pantalla sobre la que se proyecta una película que como todas es pura ficción, aunque parezca real.
La fuente de la que emergen y se sumergen tanto la consciencia individual como los mundos exterior e interior es siempre lo Real. Eso es constante, no surge ni desaparece, pues no está sometido a los cambios de percepción provocados por los diferentes estados de consciencia. Eso está siempre. Es siempre. Lo contiene todo y a todos, pero jamás es tocado por nada. En Eso aparece y desaparece el mundo.
Verso XIII
La Conciencia, el Ser, es lo Real.
Las diversas formas no pueden existir aparte de él.
¿Pueden las joyas existir por sí mismas? ¿Acaso son aparte del oro?
La Conciencia pura, el Ser, lo Real, lo Absoluto contiene todo…. Nada queda fuera de la circunferencia que representa al Absoluto.
Obsérvese el uso de diferentes palabras para intentar definir lo indefinible.
Para aquel que vive en tal estado, su percepción del mundo ha cambiado, y al mismo tiempo continúa siendo la misma. El sujeto ve el objeto, lo percibe a través de su mente; en ese sentido no hay diferencia. Sin embargo, él conoce la auténtica naturaleza del observador y también de lo observado. Sabe que no existe diferencia ni separación, y que todo es expresión del Absoluto.
Ese es el matiz que marca la diferencia entre el conocimiento real y la ignorancia. Mientras el ignorante cree ser y se identifica con la forma, aquél que tiene el conocimiento vive en el estado en el cual sabe que entre lo Real y la realidad no existe separación, que el observador y lo observado forman parte de una misma unidad. Ve la joya, pero sabe que es sólo oro.