La paciencia debe incluirse entre los “recursos escasos”. Al igual que el agua, de hecho, la paciencia es un recurso natural con una disponibilidad limitada, no debe ser usada en exceso si no queremos que se agote para siempre.
Paciencia es perseverancia, es esperar el tiempo que sea necesario para terminar algo. Ser paciente significa tener autodominio cuando no se puede controlar la forma de actuar de una persona o cuando las cosas no salen como uno espera.
Demasiadas veces oímos a la gente decir “ten paciencia”, como si fuera fácil. La paciencia nunca es fácil para nadie, especialmente si tienes la impresión de que pierdes el tiempo esperando algo que probablemente nunca llegará. Nos hace sentir confundidos, enojados, en ocasiones frustrados y nos lleva a renunciar a lo que realmente queremos.
Pero de esta manera nos arriesgamos a equivocarnos y a desperdiciar las energías que hemos invertido para alcanzar ese objetivo en particular. Nos autosaboteamos. Es por eso que cualquiera que pueda practicar la paciencia hoy en día es un verdadero revolucionario.
La paciencia, virtud del fuerte
No es casualidad que la paciencia siempre se haya considerado la virtud del fuerte. Esto no significa que sólo los fuertes de corazón puedan intentarlo, sino que tener la capacidad de esperar es un síntoma de coraje y equilibrio. Saber ponerse en espera, filtrando la plenitud de sus emociones, es una gran demostración de fuerza interior, fundamental para poder llegar a donde se quiere ir.
Sé fuerte y date unos segundos más, has trabajado duro y seguramente el universo podrá recompensarte por tu paciencia.
Ten paciencia, pero no te hagas ilusiones.
En la vida, con la familia, en el trabajo, en las relaciones, nos ocupamos, nos comprometemos, pero no siempre obtenemos los resultados deseados. ¿Cuántas veces se gasta tiempo y energía en algo que, al final, resulta ser inconcluyente? La ira resultante parece inevitable, pero es bueno recordar que no puedes controlar todo.
A pesar de tus esfuerzos y perseverancia, muchas veces las cosas no salen como quieres. La vida es impredecible y esa es su belleza, siempre nos sorprende. Por esta razón, la paciencia no debe ser sinónimo de ilusión ciega.
La paciencia no debe ser un estado mental perpetuo, sino un paso intermedio, tienes que saber que no puedes esperar para siempre, tienes que entender qué o para quién, vale la pena esperar. Date cuenta de que no todos los resultados que tienes en mente pueden convertirse en realidad e inmediatamente serás más libre.
Siempre es mejor que se demuestre positivamente que está equivocado que engañarse a sí mismo durante años.
Los límites de la paciencia: La diferencia entre nunca y esperar
Una vez que te des cuenta de los límites de la paciencia y el poder sobre los resultados futuros, aprenderás a avanzar por el camino de la vida con un ritmo más equilibrado, comprenderás que correr furiosamente hacia la meta sólo te hará tropezar más a menudo. Y las heridas causadas en el camino pueden perdurar.
Pero hay una diferencia inherente entre saber ser paciente y la imposibilidad de que se produzca un resultado. Reconocer esta distinción es fundamental para evitar seguir por un camino que ya está prohibido en la salida o abandonar la carrera incluso antes de comenzar.
A veces las mejores cosas nos llegan cuando menos lo esperamos, cuando dejamos de luchar por conseguirlas, y este es quizás el secreto de la paciencia, tener el corazón y la mente abiertos para acoger lo nuevo sin caer en el estrés y el frenesí de lo inmediato.
Hoy en día, de una manera basada en el instante, en la volatilidad de todo, ser paciente es el verdadero acto revolucionario. Inspirar la calma y la confianza en la gente que nos rodea hará que estén más dispuestos hacia nosotros, les hará entender que también valoramos el viaje, no sólo la llegada.
No te rindas con tus objetivos por falta de paciencia. Puede que no lo sepas, pero tus satisfacciones pueden estar a un paso de ti.
Ten paciencia en todos los ámbitos, pero, sobre todo, ten paciencia contigo mismo.