El sueño del yo comenzó cuando este cuerpo aún era muy joven.
Apareció un sentido de continuidad de mí misma, de experimentar y de crecer. Había un centro en el cuerpo y eso era yo, eso era quien yo era. Cuando me hablaban se dirigían a ese yo, a la responsable de los actos y las palabras de este cuerpo.
Yo pensaba, me expresaba y hacía cosas como subir las escaleras, tomar decisiones, entender o no entender. Yo estaba viva. Yo existía. Yo estaba aquí, en este cuerpo, en este mundo, como una entidad separada.
Este yo sufría y buscaba el amor. Este yo trataba de deshacerse del dolor, de librarse de esta existencia. Este yo se sentía solo. Este yo estaba desesperado y buscaba respuestas por todas partes. A este yo le hacían daño y cualquier cosa le molestaba.
Con el tiempo, este yo se topó con muchas doctrinas espirituales que prometían llevarle de vuelta a casa, acabar con el sufrimiento y ofrecerle algo especial y maravilloso: Dios. Este yo estaba emocionado y recobró las esperanzas. Se comprometió con esto y se esforzó apasionadamente.
Hubo muchas técnicas, muchas prácticas, muchas terapias, muchas charlas, muchos talleres, muchos libros y muchos grupos.
Coleccionar todo este material terapéutico, espiritual y político se convirtió en algo pesado y agotador. No tenía fin. ¡Siempre había que hacer más cosas! No conseguían que este yo volviese al hogar.
Al cabo de unos cuantos años llegó un libro que apuntaba a esto y que le decía a este yo que el hogar estaba aquí, ahora, y que yo no lo encontraba y sufría porque no hacía más que buscar en otro lugar. Un mensaje muy hermoso.
Así que ahora este yo intentaba estar aquí, se esforzaba apasionada y desesperadamente por estar aquí…
«Quédate aquí. Quédate aquí y escapa de la vida.
Escapa de lo que no deseas».
Poco después llegó otro mensaje que decía que este yo que estaba intentando estar aquí y ahora no era real y que había que saber y comprender esto para ser libre.
Para conseguirlo, este yo tenía que preguntarse y cuestionarse quién era, para poder así ver más allá de este ilusorio sentido de sí mismo. De nuevo se trataba de un hermoso mensaje. Así comenzó una nueva práctica para ver la naturaleza ilusoria de este yo y lo que yo era en realidad, para de este modo poder alcanzar la libertad y el fin del sufrimiento.
En algún momento posterior fue escuchado un nuevo mensaje que parecía muy radical. Una vez más decía que este yo, esta persona, era ilusoria e irreal, pero era radicalmente diferente porque afirmaba que precisamente debido a la irrealidad de esa sensación de ser una persona era imposible que hubiese alguien ahí que pudiera practicar algo para darse cuenta de algo o para llegar a alguna comprensión.
¡No había nadie!
¡No había nada que alcanzar!
La entidad separada no era más que un sueño poderoso intentando llegar al hogar desde dentro. No había ningún sitio al que pudiera ir. Únicamente podía existir en un mundo conceptual soñado. Solo desde ahí se podía hablar de métodos progresivos y de llegar a algún sitio, solo desde esa base ilusoria que afirma que ya se es algo y que ya se está en algún sitio. Se trataba de un sueño que no hacía más que dar vueltas con la ilusión y la esperanza de avanzar en el tiempo.
La única libertad que puede existir
es la que está «fuera» del sueño de ser alguien.
La libertad en la que se desarrolla la totalidad de este juego, de esta danza, dentro de ella. La libertad que también es de la danza. No existe separación.
La única libertad que puede existir, de no ser por esa persona soñada. El fin de la vida que aparece para esa persona soñada.
Entonces solo hay vida (no yo y la vida).
Entonces solo hay libertad (no yo y la libertad).
Entonces solo hay esto (no yo en esto).
Total realización.
Ninguna separación.
Fuera del sueño
Parece que el sueño de ser alguien tan solo aparece en la forma humana. Es un sueño que trata de un alguien en el tiempo, de alguien que está asociado con el cuerpo.
¡Es milagroso!
Más allá de este sueño de un alguien que se va moviendo por el tiempo tan solo hay lo que está sucediendo, sea lo que sea. Cuerpos que se mueven, luces y sonidos que aparecen, pensamientos y emociones.
El sueño mismo también está apareciendo, también sucede; es simplemente otra apariencia que no es distinta de las demás, pero para el actor o la persona que está en el sueño es algo real, relevante y muy importante. Es el que siente que es real, el que actúa y acude a ciertos lugares para oír hablar de no-dualidad. Es el que intenta usar lo que oye para hacer algo y para llegar a un lugar llamado liberación.
Este mensaje no trata de ninguna persona, de ningún personaje que tenga que conseguir algo o llegar a algo; esta persona solo puede existir en ese conseguir algo, en ese ir hacia algo. Solo puede existir en la película, en el tiempo.
Este mensaje señala fuera del sueño de ser alguien.
Este mensaje señala fuera del tiempo.
Este mensaje apunta a la realidad, a la experiencia real, a lo que está ocurriendo realmente. Esto, lo que está ocurriendo, es todo lo que hay. Ni la persona ni el sueño son un error de la vida; son la vida. Es lo que parece que ocurre con los seres humanos, sin más razón que el hecho de que ocurre así.
Después, algunos oyen hablar de este tema y desarrollan un interés por escucharlo. Hay una atracción, como una polilla hacia la llama.
Grita: «¡Mi hogar! ¡Mi hogar!».
¡Todo es!
Pero la persona no puede escucharlo.