La discriminación, la crítica y el desprecio a las personas mayores aparecen cada día con más frecuencia, según la OMS.
Lo llamamos edadismo y se produce cada día y cada instante. La discriminación a personas mayores es una realidad evidente que no conoce fronteras, ni escenarios ni culturas. Curiosamente, se nos ha educado para reconocer el sexismo y las conductas racistas, pero lo cierto es que la discriminación por edad es algo que no siempre se ve y que se practica con frecuencia.
Es más, tal y como nos explica un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) una de cada dos personas en el mundo tiene conductas discriminativas hacia nuestros mayores. El dato es impactante y nos obliga a una seria reflexión. Pensar que la mitad del planeta ha criticado, infravalorado o menospreciado a una persona de edad avanzada nos envilece como sociedad.
Ahora bien, cabe decir que este fenómeno no es nuevo. Lo que sí es cierto es que en el actual momento es más evidente que nunca. La crisis sanitaria en la que nos encontramos debido a la pandemia, está sacando a la luz situaciones tan tristes como de clara injusticia. Ahora más que nunca, es necesario tomar conciencia y aplicar cambios, desarrollar estrategias para que la edad lejos de ser un problema se alce como un valor añadido.
“Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”.
-Ingmar Berman-
¿Cómo se produce la discriminación a personas mayores?
El edadismo o la discriminación a personas mayores empezó a estudiarse en 1968. Se manifiesta por cómo pensamos (estereotipos), cómo sentimos (prejuicios) y cómo actuamos (discriminación).
Fue Robert Neil Butler, médico, gerontólogo y psiquiatra, quien se alzó como el pionero por excelencia en el campo de la investigación y defensa del colectivo de las personas mayores.
Su libro Human Aging sigue siendo toda una referencia para comprender esas prácticas discriminatorias que se dan a nivel individual, social e institucional. Ahora bien, hay algo que queda en evidencia. Este fenómeno ocurre desde hace décadas. Sin embargo, como bien señala el informe de la OMS, en la actualidad estamos viendo nuevas dinámicas que es importante considerar. Las analizamos.
Países con ingresos más altos discriminan más
En la encuesta World Values Survey analizada por la OMS quedó patente un hecho llamativo: los países con ingresos altos, curiosamente, tiene un grado de respeto más bajo hacia las personas mayores. Ahora bien, con esa falta de consideración nos referimos básicamente a los pensamientos y estereotipos que solemos alimentar respecto a la tercera edad.
De algún modo, nos dejamos llevar de manera inconsciente por determinados esquemas de pensamiento y prejuicios que ni siquiera llegamos a autocuestionarnos. Es lo mismo que sucede con el sexismo. Asimismo, la discriminación a personas mayores no deja de ser una ironía y una contradicción. En el 2050 se estima que el número de personas mayores de 60 años llegará a los 2 000 millones.
Vamos a ser una sociedad cada vez más envejecida y sin embargo seguiremos albergando una percepción negativa sobre este sector poblacional.
La discriminación a personas mayores y las ideas que reforzamos
La Universidad de Alberta en Canadá llevó a cabo un estudio en el 2019 en el que se demostró una vez más el grado de discriminación a personas mayores. Donna Wilson, la autora de este trabajo, señala que esta realidad es la forma más común de prejuicio y el problema está en que no nos damos cuenta de ello. Tampoco somos conscientes de su prevalencia ni del impacto que presenta.
Ahora bien, es muy probable que nos preguntemos cómo y de qué manera se ejerce este fenómeno. Para empezar, la discriminación por edad se relaciona con los pensamientos que tenemos hacia este colectivo, así como los sentimientos y juicios al respecto. Estos serían algunos ejemplos:
- Pensar que nuestros mayores no son capaces de aprender cosas nuevas, que son incapaces de usar el móvil, el ordenador…
- Concebirlos como personas poco válidas, destinadas únicamente a tener que ser atendidas por los demás.
- Dar por sentado que no pueden oír bien, que no entienden las cosas…
- Asumir que ya no son útiles para la sociedad.
- Las personas mayores no tienen representación en el mundo del cine y la televisión.
- El edadismo se traduce también en barreras arquitectónicas. Las ciudades no están habilitadas para las personas mayores.
- La desnudez y la intimidad de las personas mayores se considera antiestética. Su sexualidad está estigmatizada.
- Por otro lado, es importante hablar del edadismo institucional. Ejemplo de ello es no dar oportunidades laborales a quien aún teniendo una edad, desean seguir trabajando. También es importante destacar la situación de vulnerabilidad que tienen muchos ancianos en las residencias.
El edadismo tienen un impacto psicológico
El edadismo va más allá de un simple prejuicio o pensamiento negativo, esta forma de discriminación se ejerce a través de muchos ámbitos. Un ejemplo, sabemos que llegada cierta edad, se limitan determinadas intervenciones y tratamientos médicos. Como bien podemos suponer, todo este conjunto de realidades discriminatorias no pasan desapercibidas para el adulto mayor.
Sentimientos de inutilidad, frustración, sensación de abandono, el trato paternal o incluso infantilizarlos acaba mermando su salud física y psicológica. Invisibilizar y discriminar a un sector tan significativo y amplio de nuestra sociedad dice muy poco sobre nosotros. Nuestros mayores son valor añadido, son una alianza para nuestro presente de quienes aprender y a quienes valorar por lo que hicieron y por lo que son.
En una sociedad cada vez más envejecida es momento de hacer cambios y avances. Un mundo que no da espacio, valor y atención a los adultos mayores no avanza, involuciona.
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