Meditar es establecer un canal de comunicación con la conciencia. Ese canal de comunicación no es con la mente, es decir, no es dual, no es a través del lenguaje, no es a través de las comparaciones, los juicios, los argumentos…
El canal de comunicación con la conciencia es no-dual, se establece a través del silencio interior, cuando la mente se acalla, cuando en vez de hacer, pensar o hablar sucede la escucha, la contemplación, el no hacer. La mente es del ego, la conciencia pertenece al Ser.
En la meditación el flujo de la energía encuentra un campo amplio, sin restricciones, sin limitaciones… El campo de la conciencia es ilimitado como el espacio del universo. No analiza o restringe lo que sucede, solo lo acoge, lo permite, lo incluye plenamente.
Si se hace la pregunta indagatoria: ¿Quién soy yo?, la mente tratará de responderla, de llenarla de biografía, de adjetivos, de referencias, de apegos…
Sin embargo, si la pregunta se dirige a la conciencia, es decir, si se medita en esa pregunta desde la conciencia, si se dirige ahí la atención y la energía, entonces simplemente se contempla en nuestra esencia, en nuestro silencio interior, en nuestra escucha de ser.
Entonces surge una dimensión donde el silencio abraza la verdad, y sin querer buscar una respuesta como querría la mente, realmente vemos que somos eso, ese Ser por el que se pregunta. No hay respuestas, pues nosotros mismos somos la respuesta. No se conoce por la mente, por el pensamiento, sino que se saborea en el interior nuestro la verdad completa, amorosa y pacífica de lo que somos.
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