Pocas veces somos conscientes de nuestra concepción subjetiva del tiempo, pero esta siempre está funcionando. Nos resulta imprescindible para construir y dar coherencia a nuestra identidad, a nuestra historia de vida, y para proyectar un futuro propio. Descubrir cómo representamos el tiempo nivel mental nos permite sanar el pasado y reducir la incertidumbre respecto al porvenir; y, para ello, la línea del tiempo es una potente herramienta.
Cuando recuerdas tu primer día de colegio no solo tienes la certeza de que aquello, efectivamente, ocurrió; además sabes que ese evento ya no está teniendo lugar en el presente. Del mismo modo, cuando te imaginas de aquí a cinco años, eres consciente de que esa realidad aún está por llegar.
Organizar temporalmente los eventos y vivencias nos permite tener la idea de que somos una identidad consistente.
¿Qué es la línea del tiempo?
La línea del tiempo es una técnica muy frecuentemente utilizada en la programación neurolingüística. Si nunca habías escuchado hablar de este enfoque del desarrollo personal, has de saber que su objetivo consiste en ayudar a la persona a reprogramar aquellas creencias y conductas que resultan disfuncionales.
En este caso, la línea del tiempo es un recurso para explorar qué tipo de eventos, ideas y limitaciones le están impidiendo a la persona avanzar satisfactoriamente.
Recordemos que nuestra forma de pensar, sentir y actuar no ha surgido de la nada sino que es, en gran parte, el resultado de aprendizajes pasados. Lo que viviste, y cómo lo sigues procesando a día de hoy, influye en tus actitudes y decisiones presentes y en tu concepción del futuro.
Así, la línea del tiempo te permite acceder a esa información que sigue actuando inconscientemente y modificarla si es necesario. Por ejemplo, puede ayudarte a disminuir la intensidad del dolor asociado a un recuerdo negativo.
¿Cómo se ve tu línea del tiempo?
Es importante recalcar que con esta herramienta no se crea la línea del tiempo de la persona, sino que se descubre. Es decir, esa concepción temporal ya está arraigada en ti y la utilizas para organizar tus experiencias, como el tablero que tienen muchas oficinas para disponer en el tiempo las tareas pendientes.
Con esta técnica buscamos que puedas hacerte más consciente de ella. Así, para no interferir en tu experiencia, antes de continuar leyendo, te vamos a pedir que realices los siguientes pasos:
- Cierra los ojos e imagínate desayunando. Observa los elementos, los colores, percibe los sonidos y olores… Imprégnate de esta imagen.
- Ahora, piensa en ti mismo desayunando hace cinco años. ¿En qué lugar del espacio situarías esa escena? Es decir, en el plano físico, ¿dónde se coloca esa imagen con respecto a ti?
- Continúa. Imagínate desayunando hace tres años, hace seis meses, ayer… y observa dónde percibes esas escenas.
- Ahora, haz lo mismo con el futuro. Piensa en ti desayunando mañana, en dos meses, en cuatro años… ¿Qué posición ocupan estas imágenes en el espacio físico?
Los principales tipos de líneas del tiempo
Aunque cada persona es diferente, el anterior ejercicio suele arrojar dos resultados típicos para la mayoría de individuos. En función de cómo colocan y organizan espacialmente las escenas podemos describir dos tipos de líneas del tiempo:
- A través del tiempo: en este caso la persona percibe su línea del tiempo como un observador externo. El presente se sitúa enfrente, el pasado a la izquierda y a medida que avanzamos hacia la derecha nos adentramos en el futuro.
- En el tiempo: estas personas tienen la percepción de que su línea del tiempo las atraviesa. De este modo, su propio cuerpo refleja el presente, mientras que el pasado se dispone hacia atrás y el futuro se coloca delante de ellas.
¿Cómo trabajar con esta herramienta?
Esta es una herramienta de autodescubrimiento, de modo que los resultados del ejercicio anterior pueden servirte para conocerte mejor y determinar tus tendencias inconscientes.
Por ejemplo, las personas que disponen su línea “a través del tiempo” son más reflexivasy están más capacitadas para pensar con perspectiva acerca de su pasado y su futuro. Por el contrario, quienes la perciben “en el tiempo” son más propensos a vivir en el presente y puede costarles distanciarse de los eventos y ser objetivos al juzgarlos.
Pero, además, puedes detectar otros problemas al analizar tu línea del tiempo. Por ejemplo:
- Si el pasado está demasiado cercano a ti en la perspectiva espacial mientras el futuro se sitúa muy lejos, es posible que tengas que trabajar ciertos eventos que quedaron sin procesar y resultan aún intrusivos.
- No solo la posición de los eventos en la línea del tiempo pueden darnos pistas, sino que podemos valernos de todos los matices. Por ejemplo, si el pasado o el futuro se perciben oscuros, opacos, sombríos y sin brillo habrá que trabajarlos. Puede que algún evento anterior continúe doliendo profundamente o que el porvenir parezca poco alentador.
- Si eres incapaz de proyectar el futuro con claridad, puedes trabajar estableciendo metas y modificando esa percepción de incertidumbre modo que te ayude a continuar adelante con entusiasmo y propósito.
En definitiva, este es un método sencillo, rápido y efectivo para afectar internamente el pasado, el presente y el futuro, de modo que esos cambios se reflejen en tu actitud y en tu realidad. Cualquier anomalía en la disposición espacio-temporal de las imágenes puede ser un buen punto de partida para profundizar y trabajar.
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