A lo largo de dos milenios y medio, la tradición budista ha desarrollado métodos sumamente sofisticados para entrenar la mente y eliminar las aflicciones. Aunque la gran mayoría de los métodos de meditación están ya en germen en los sutras del canon pali, con el tiempo han sido comentados y ampliados para ser mejor entendidos y para poder ofrecer respuestas a las particularidades de los individuos.
En la escuela de budismo theravada, una de las dieciocho escuelas originales que se formaron después de la muerte del Buda, el manual de meditación más importante por mucho es el Visuddhimagga o Camino de la purificación del Venerable Buddhaghosa. Este texto lidia con los tres aspectos del entrenamiento budista: la disciplina moral, la concentración y la sabiduría, pero con un especial enfoque en la meditación y en el cultivo de la concentración (samadhi) y la visión penetrante (vipassana) que conduce a la liberación.
El Visuddhimagga es un texto muy extenso y que idealmente debe ser acompañado de los comentarios de un maestro o leído con el apoyo de sus comentarios tradicionales. Sin embargo, existen en el abhidharma theravada diferentes compendios que en ocasiones hacen más accesible este material. Un buen ejemplo es el Abhidammattha Sangaha. En este tradicional manual, en el que se hace un resumen de las enseñanzas básicas del budismo theravada, existe un valioso apartado llamado «compendio de los objetos de meditación». Allí encontramos un resumen de lo que enseña el Visuddhimagga sobre los temas u objetos con los cuales se practica la meditación budista. Particularmente interesante para el público en general es la parte que relaciona los tipos de meditación con el temperamento dominante.
La idea central del budismo es eliminar el sufrimiento y para hacer esto es necesaria una constante vigilancia mental. Las aflicciones mentales se vuelven muy difíciles de extirpar si se dejan crecer. La manera más efectiva de impedir el crecimiento de estados mentales -que se vuelven hábitos negativos arraigados- es identificarlos en sus primeros brotes a través de la práctica del mindfulness (sati). En ocasiones no sólo es necesario observar los pensamientos y las acciones, ya que pueden tener un ímpetu difícil de detener, puede ser necesario aplicar ciertas técnicas para calmar la mente y contrarrestar las tendencias negativas.
Así pues, este texto nos ofrece una serie de prácticas que podemos hacer según lo que llama «temperamento». El texto identifica seis temperamentos, tres de ellos son claramente negativos y los otros tres pueden tener una acepción más positiva, aunque no completamente. Los tres primeros: lujuria (o apego), confusión y aversión (o enojo) son una de las clasificaciones de los tres venenos o estados mentales aflictivos raíz. Los restantes son: intelectual, discursivo y con una tendencia hacia la fe. Estos estados son resultado del karma pasado y evidentemente pueden coexistir; el texto hace referencia a momentos en los que uno es dominante.
La atención plena (o mindfulness) enfocada en la respiración es apropiada para aquellos con tendencias hacia la confusión y el pensamiento discursivo. Esta es la técnica que, por antonomasia, más fácilmente genera concentración; aunque, por supuesto, hay una cierta dependencia en el temperamento de la persona.
Meditar o recordar la imagen del Buda, del dharma, de la comunidad monástica o contemplar la generosidad, la moralidad y los estados de los dioses son apropiados para aquellos que tienen fe. Contemplar la paz y la muerte lo son para los intelectuales, así como también recurrir a la meditación sobre los aspectos impuros de la comida y al análisis de los cuatro elementos.
La meditación sobre los cuatro inconmensurables o «moradas divinas» -bondad, compasión, regocijo y ecuanimidad- son indicadas para aquellos con temperamentos con tendencia hacia la aversión (o el odio), Los diez tipos de aspectos desagradables del cuerpo humano (asubha) son apropiados para aquellos con temperamento propensos al apego (o lujuria). Estes es un tipo de meditación que se utiliza en todas las escuelas, pero es quizá particularmente popular en el budismo theravada y tiene la intención de reducir las pasiones, particularmente la atracción sexual, imaginando la pus, la sangre, el excremento, las tripas y otros de los aspectos poco placenteros del cuerpo humano.
Los objetos meditativos llamados kasinas, signos de los elementos son apropiados para todos los meditadores. Los kasinas de colores son apropiados para aquellos en los que predomina la aversión. Asimismo los estados inmateriales son propicios para todos, sin embargo, estos son los objetos meditativos de estados de absorción elevada, por lo cual no pueden usarse por meditadores ordinarios.
La mayoría de estos objeto o temas de meditación pueden usarse en la vida cotidiana, según se busque contrarrestar ciertos estados mentales negativos. El budismo provee, como si se tratara de medicina para la mente, el remedio específico para los diferentes momentos o tendencias aflictivas.
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