Hay muchas formas en que las redes sociales hacen que te odies a ti mismo. Aunque lo cierto es que no te das cuenta, porque recursos como Facebook, Instagram, Tik Tok o Twitter te entretienen, te conectan con quien desees, te informan y ponen el mundo entero a tu alcance. ¿Quién podría pensar que esconden un reverso negativo y peligroso para tu salud mental?
Lo cierto es que sí. Sin embargo, como ocurre en el universo de las nuevas tecnologías, todo depende del uso que hagamos. Esa es la clave y la dimensión que deberíamos tener presente. Sin embargo, algo que ha evidenciado la investigación científica es que el impacto de las redes sociales es peligroso en la población más joven.
Los nativos digitales o la llamada generación Z (la comprendida entre los 7 y 23 años) es la que más se asocia con el aumento de problemas en la salud mental en este ámbito. La depresión, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y los problemas de autoestima no han hecho más que aumentar. Un ejemplo, los hospitales pediátricos están identificando un nuevo fenómeno en la población infantil.
Muchos niños se entretienen viendo en TikTok videos de adolescentes que padecen el síndrome de Tourette. Esa exposición excesiva ha hecho que desarrollen tics nerviosos. Se trata de una reacción inconsciente vinculada a los trastornos de ansiedad. Es decisivo conocer los riesgos, que a veces no son tan visibles, asociados a las redes sociales.
Cómo hacen las redes sociales que te odies a ti mismo
Hay quien señala que el escenario virtual de las redes sociales tiende a sacar lo peor del ser humano. Abunda la crítica, la disputa, los trolls, las noticias falsas y hasta el acoso. Lo sabemos. Sin embargo, en muchos casos, también puede sacar a la luz lo mejor de nosotros. Nos permite conectarnos, inspirarnos, aprender, divulgar, iniciar campañas altruistas…
Este es, al fin y al cabo, otro campo de interacción que debemos saber manejar para que actúe en beneficio propio. Toda herramienta de poder debe usarse con inteligencia, respeto y equilibrio. Para ello, hay que conocer los riesgos y uno de ellos es tomar conciencia de las formas en que las redes sociales hacen que te odies a ti mismo. La salud mental lo agradecerá.
“Internet es como cualquier otra tecnología, básicamente neutra, puedes usarla en formas constructivas o dañinas. Las formas constructivas son reales, pero muy pocas”.
-Noam Chomsky-
1. Despierta la envidia, quiero lo que veo
Las redes sociales son ventanas que nos permiten asomarnos al mundo -eso sí, poniendo muchos filtros-. Cada día vemos elementos con los que nos identificamos o que nos gustaría tener. Anhelar algo impulsa la conducta de compra. Ahora bien, Instagram es la aplicación que más despierta en los usuarios la emoción de la envidia.
Estudios, como los realizados en la Universidad Federal de Rondônia, destacan el fenómeno. Son muchos los jóvenes que siguen a influencers de la moda y que experimentan esta misma sensación.
2. Te sientes engañado: ¿cómo he podido ser tan ingenuo?
¿Cuántas veces les has dado veracidad a una noticia que ha resultado ser falsa? Por no hablar de esas ocasiones en las que, casi sin saber cómo, caemos en una estafa, en algún engaño que tuvo su inicio en algún grupo de Facebook.
La sensación de haber sido víctimas de una trampa o falsedad no solo genera frustración. También es común sentirse mal con uno mismo por haber sido tan ingenuo como para dar veracidad a dicha publicación.
3. La vida de los demás parece mejor que la mía
Hace solo unas semanas se publicaron noticias nada tranquilizadoras sobre Facebook. Una antigua empleada de la empresa de Mark Zuckerberg sacaba a luz unos informes que han dado la vuelta al mundo. En ellos se revelaba que los directivos conocían el impacto que tendría Instagram en las adolescentes.
La autoestima de los jóvenes se vería mermada como efecto de la comparación social. Empezarían a poner en duda sus físicos, su estilo de vida y cada aspecto de su ser. Y, en efecto, así ha sido. En la actualidad, algo que piensan muchos adolescentes es que los influencers tienen mejor vida que ellos. Esto genera constantes sentimientos de autodesprecio.
4. Sientes que tienes pocas competencias, en Internet solo hay gente virtuosa
Una de las formas en que las redes sociales hacen que te odies a ti mismo es infravalorando tu potencial.
Cuando te interesas por alguna disciplina, como la fotografía, la poesía, el arte o la moda, solo encuentras a personas virtuosas en ese campo. Facebook, Instagram o Pinterest te muestran a auténticos gurús en distintas áreas y eso, en ocasiones, puede hacer que te desmotives.
5. Te sientes juzgado de manera constante
Las redes sociales son plazas públicas donde muchos se sienten juzgados mediante la tiranía de los likes. Esto puede hacer que el simple hecho de subir una foto se convierta en algo traumático. De pronto, mucha gente puede hacer críticas sin cuidar las formas, sin quedarse para ver las consecuencias de su daño.
6. Te conviertes en alguien que no eres
Este fenómeno es especialmente habitual entre los más jóvenes. Internet y las redes sociales son esos mundos en los que si no estás, no existes. Esto implica tener que crear una imagen, un perfil determinado que genere aceptación y éxito.
Los selfies y los filtros son la herramienta que les permite a muchos hacerse un hueco en ese universo digital. La imagen de uno mismo y hasta la identidad se distorsionan por completo en ese proceso.
Una de los mecanismos por los cuales un adolescente termina odiándose a sí mismo es por identificarse solo con su imagen virtual y no con la real. Solo se aceptan y gustan a sí mismos mediante el recurso de los filtros.
7. Amistades líquidas, ghosting y acoso: relaciones que fueron de la confianza a la decepción
¿Quién no ha creado un vínculo a través de redes sociales para, más tarde, sufrir una decepción? Así es. La vida real ya nos trae alguna que otra decepción, pero la tecnología ha incrementado aún más estas dinámicas dañinas.
De este modo, una de las formas en que las redes sociales hacen que te odies a ti mismo es cuando te arrepientes de haber dado tu confianza a alguien.
Abundan por ejemplo, las amistades líquidas. Personas que durante un tiempo se convierten en nuestras referencias y apoyo cotidiano, para después, acabar desapareciendo de la noche a la mañana.
Uno puede sentirse mal consigo mismo por haber confiado demasiado rápido en alguien a quien ni tan solo habíamos visto en persona…
8. Nos odiamos por no poder dejar las redes sociales
Nos quitan tiempo. Las horas se nos van de la forma más tonta cuando estamos en Instagram, TikTok o Twitter. Sabemos que en ocasiones las redes sociales empeoran nuestro estado de ánimo, que hay días en que solo hay crispación y odio. Tomamos conciencia además de que mucho de lo que vemos es falso, que nos venden una felicidad que no sienten y una perfección que nadie posee…
Y, sin embargo, ahí estamos, abriendo la notificación, revisando el like que nos acaban de dar… En efecto, otra de las formas en que las redes sociales hacen que te odies a ti mismo es cuando tomas conciencia de tu dependencia.
No obstante, darnos cuenta ya es positivo. Es un toque de atención. Es un sistema de alerta para entender que tal vez, deberíamos hacer un mejor uso de estos recursos. Porque ese es el secreto, procurar que sean un mero entretenimiento en nuestras vidas, no nuestra forma de vida.
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