Si estás viviendo en el pasado, no solo estás viviendo un presente difuminado, sino que además te estás perdiendo oportunidades. Por lo general, muchas de esas lesiones emocionales del ayer te alojan en una grieta de dolor latente que no termina de cerrar. Cuesta mucho situar la atención en el aquí y ahora cuando la mente escapa una y otra vez hacia esos universos pretéritos.
Pérdidas, decepciones, sueños frustrados, amores que no se olvidan y hasta infancias truncadas por el trauma. Son muchas las personas que acaban convirtiéndose en auténticos okupas de su pasado; una situación que fragmenta su salud psicológica. Ya nos lo sugirió la filosofía budista hace milenios: el bienestar solo se encuentra cuando vivimos de manera plena en el momento presente.
Ahora bien, hay un dato curioso. Es muy común que muchos de nosotros no seamos conscientes de lo aferrados que estamos a nuestro paisaje pretérito.
A veces, cada decisión tomada o no tomada, cada miedo que nos atenaza y cada sensación experimentada es resultado de esta realidad. Tomar conciencia de ello es el primer paso para generar cambios, para permitirnos quedar libres de esos hilos añejos que nos restan potencial y bienestar.
“No habites en el pasado, no sueñes con el futuro, concentra la mente en el momento presente”.
-Buda-
Claves para saber si estás viviendo en el pasado
Vivir en el pasado no siempre significa dejarse envolver por la nostalgia. Esto es algo que debemos entender en primer lugar. Trabajos, como los realizados en la Universidad de California, por ejemplo, nos recuerdan que la nostalgia es por término medio una emoción positiva.
Desde un punto de vista psicológico, sabemos que esta dimensión nos permite dar sentido a quiénes somos y edifica a su vez nuestra identidad a lo largo del tiempo. Por tanto, sentirnos nostálgicos no es lo mismo que vivir en el pasado, puesto que este último estado es el que nos enroca en el sufrimiento emocional.
Es posicionarnos en lo perdido, es abrazar la ausencia, tocar la herida abierta y sumergirnos en lo que ya no tiene sentido. Sin embargo, no siempre nos damos cuenta de ello. Uno puede hacer vida, trabajar y relacionarse sin entender que buena parte de su infelicidad actual es el caro resultado de no haber superado el ayer.
Descubramos esas claves para saber si estás viviendo en el pasado.
1. Te culpas por casi todo
La culpa es un sentimiento de insatisfacción permanente que carcome y nos invalida. Por lo general, las personas que no han superado su pasado arrastran el peso constante de la culpa y la autopercepción negativa. Esa sensación es como un agujero negro que todo lo consume.
Nada de lo que se haga se procesará de manera positiva y además está el eco de ese diálogo interno negativo e invalidante que nunca calla.
2. Comparas cualquier realidad con otra pasada (filtro restrospectivo)
Si conoces a alguien, puedes decirte que ojalá hubieras dado con esa persona en tu pasado. Si hoy has tenido un momento agradable, tu mirada te lleva de manera inmediata a un instante pretérito. Tu mente cambia del pasado al presente como un péndulo, comparando el ayer con el hoy, y a la inversa… Todo ello te supedita a un estado de gran agotamiento psicológico.
3. Te dan miedo los cambios
Un signo ineludible de que estás viviendo en el pasado es la resistencia al cambio. El apego psicoemocional al ayer es tan patológico que cualquier variación de tu realidad la vives como una amenaza. El simple hecho que varíe algo de tu día a día lo vives como una pérdida, una ruptura de tu seguridad.
El cambio nos aboca a tener que transitar por terrenos desconocidos. Sin embargo, aquellos que han vivido hechos traumáticos en el pasado no se sienten preparados para ello. Carecen de herramientas, sienten miedo y una elevada inseguridad.
4. Tienes baja autoestima
Cuando la persona vive aferrada a esa dimensión pretérita de su mundo interno es porque sucedió algo que no ha superado. Esa herida, ese problema latente, encalla la autoestima y boicotea la propia imagen. Uno se siente mal consigo mismo, se autopercibe frágil, falible y, en ocasiones, hasta avergonzado.
Son realidades psicológicas muy complejas que merman por completo la capacidad para ser feliz en el presente.
5. En ti predominan las emociones de valencia negativa: tristeza, ira y soledad
Estás viviendo en el pasado cuando lo que sientes a diario es tristeza por ese ayer que no puedes disuadir de tu mente. También cuando tu humor está siempre a flor de piel, te enfadas con frecuencia y tienes explosiones de ira.
Asimismo, sientes que nadie puede entenderte, ni conocer tu realidad personal y, todo ello, te genera a la vez sensación de soledad.
6. Te cuesta construir relaciones satisfactorias y significativas
Quien vive en el pasado tiene todas sus energías y miradas lejos de este aquí y ahora, donde acontece lo que de verdad importa.
No podremos ser buenas parejas o buenos amigos si somos cautivos de un ayer que nos impide amar a quien nos rodea hoy. Esto nos aboca a las relaciones que caducan pronto, a los reproches constantes y a la inevitable soledad.
7. No eres feliz
Amargura, resentimiento, sensación de fracaso… Vivir en el pasado es vivir en la herida abierta, en esa región psicológica donde solo habitan las resistencias, las emociones adversas y la soledad.
La felicidad no cabe por la cerradura de quien solo mira hacia atrás. Nada nuevo surge en la mente inflexible que no atiende a lo que acontece aquí y ahora ni mira al futuro con esperanza.
Tengámoslo en cuenta, nada crece en esa parcela pretérita. El ayer ya no existe, ya no está, dejemos de dar atención a cosas que no tienen sentido ni presencia…
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