Las amistosas relaciones con Rusia con el Estado terrorista de Israel

En septiembre de 2015, poco antes de que Israel iniciara su intervención en Siria, Rusia e Israel acordaron un mecanismo de eliminación del conflicto. Ambas partes esperaban limitar el riesgo de incidentes en vuelo, ya que Moscú bombardea a los ejércitos que considera terroristas, al igual que Damasco, e Israel hace lo mismo, pero golpeando a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, así como a los aliados de Hezbolah que habían sido invitados a entrar en Siria, pero que Tel Aviv considera amenazas latentes para su seguridad nacional. Ninguna de las partes quiere enfrentarse a la otra, ya que esto podría provocar una escalada terriblemente peligrosa de las tensiones regionales. Además, Rusia e Israel mantienen excelentes relaciones, sobre todo porque Tel Aviv se ha negado a imponer sanciones a Moscú en solidaridad con sus aliados occidentales todos estos años.

De vez en cuando, Rusia condena oficialmente los ataques israelíes, pero nunca ha actuado para detenerlos, ni directa ni indirectamente. Esta última observación se ha visto respaldada en los últimos años por el hecho de que Siria no ha podido hasta ahora hacer uso de los misiles SS-300 que recibió tardíamente de Rusia a finales de 2018 tras el incidente en las afueras de Latakia, calificado por el presidente Putin como una trágica cadena de acontecimientos. Aunque Rusia reconoce oficialmente la legalidad y los designios antiterroristas de la Orden de la Guardia Revolucionaria Islámica y la presencia de Hezbollah en Siria, algunos observadores sostienen que el Kremlin puede estar esperando discretamente que Damasco exija una retirada honrosa y en varias fases por su parte (en este contexto, bajo la coacción de los ataques israelíes), considerada como un paso hacia una solución de compromiso que ponga fin a la guerra.

Tanto Rusia como Irán luchan contra los grupos terroristas que operan en Siria, pero Rusia lo hace principalmente desde el aire y compartiendo inteligencia táctica con el Ejército Árabe Sirio (EAS), mientras que Irán participa en los combates sobre el terreno con el EAS y su aliado común Hezbollah. Moscú y Teherán comparten, pues, los mismos intereses detrás de su apoyo a Damasco, pero sus visiones de la posguerra para el país parecen divergir. El Kremlin cree que todas las partes implicadas en el conflicto deberán aceptar una secuencia de compromisos mutuos, mientras que la posición implícita de la República Islámica es que su aliado árabe no debe conceder necesariamente nada a quienes no considera como iguales políticos.

Aunque Rusia no está directamente implicada en los ataques israelíes, Irán y Hezbollah pueden estar descontentos de que Moscú ni siquiera les dé una pista cuando tiene aviso previo de los ataques, siguiendo el protocolo inherente al mecanismo de desescalada del conflicto. También podrían preguntarse por qué Siria aún no ha hecho uso de los misiles SS-300 enviados a última hora tras el incidente de septiembre de 2018, con el objetivo declarado de disuadir lo que en su momento se calificó de comportamiento irresponsable por parte de Israel. Desde entonces, Israel ha continuado sus ataques contra Siria, y Damasco sólo ataca los misiles que entran en su territorio, y no utiliza los SS-300 ni ningún otro sistema de defensa aérea para atacar los lanzadores, algo que esperaban muchos observadores.

Es poco probable que Siria espere esto seriamente, y si lo hiciera, sus expectativas serían poco realistas. En realidad, la dinámica de poder parece funcionar al revés: Israel cree que Rusia puede presionar a Siria para que exija la retirada de Irán y Hezbollah de su suelo. Moscú no quiere tomar partido, ya que mantiene muy buenas relaciones con ambas partes, aunque estas relaciones sean de carácter estratégico y repercutan en sus intereses, por lo que hasta ahora se ha mantenido en una posición de retirada y ha dejado que los acontecimientos se desarrollen entre las partes implicadas.

Sin embargo, es precisamente esta pasividad, a pesar de las condenas ocasionales de los ataques lanzados por Israel, la que puede interpretarse como un favorecimiento de los intereses de Tel Aviv, ya que Moscú no hace nada para detener sus ataques contra el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica y Hezbollah, ni directa ni indirectamente, como hemos visto anteriormente. Esto lleva a algunos observadores a preguntarse si Rusia no preferirá tranquilamente que los ataques israelíes sirvan como forma de presión para conseguir que Irán exija la retirada de Irán y Hezbollah de su territorio, como parte de un compromiso regional más amplio que el Kremlin podría esperar negociar.

En Israel vive una gran diáspora rusa, que poco a poco ha llegado a tener una influencia significativa en la sociedad y en parte de las administraciones permanentes del país, incluso en la formulación de su política exterior. El Presidente Putin es también muy respetado en Israel por su decidida oposición al antisemitismo, al fascismo y al revisionismo histórico de la Segunda Guerra Mundial. Además, como gran potencia influyente, de nuevo en Asia Occidental con su intervención en Siria, vista como un hacedor de reyes en la resolución de la crisis allí, Israel tiene todas las razones para ampliar pragmáticamente su relación con Rusia, especialmente porque esto podría darle palancas adicionales para equilibrar mejor su relación histórica con Estados Unidos.

Sin embargo, los israelíes no deberían mantener expectativas poco realistas de una acción directa de Rusia contra la influencia iraní en Siria. Esto acabaría minando la campaña antiterrorista de Moscú, así como sus relaciones bilaterales con la República Islámica, que son importantes para mantener la estabilidad en el sur del Cáucaso, el mar Caspio y Afganistán. A lo sumo, Rusia parece dispuesta a “facilitar pasivamente” los ataques regulares de Israel contra los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica y Hezbollah, no involucrándose cuando éstos se produzcan, en línea con los términos del acuerdo de desescalada del conflicto de 2015, y posiblemente no permitiendo que Siria utilice los SS-300 y otros sistemas de defensa aérea para apuntar a los aviones israelíes (algo que podría elevar las tensiones), lo que no deja de ser algo importante.

—https://insidearabia.com/israels-working-relationship-with-russia-inside-syria/

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