La crisis de la Covid está suponiendo la mayor campaña de censura de la historia. No es sólo que los grandes operadores de comunicaciones y redes sociales (Google, Facebook, LinkedIn, Twitter o You Tube) estén dificultando la difusión de cualquier mensaje crítico. No, es que los medios de comunicación tradicionales, cuando no emiten bulos, dejan de publicar lo que pueda no resultar del agrado de quienes ostentan la versión oficial.
Esta censura no tiene un color político concreto. Dejan de publicar artículos apalabrados porque el resultado no era lo que esperaban desde medios supuestamente críticos con eso que podemos llamar el «sistema», hasta periódicos en teoría «liberales».
En uno de ellos, el diario económico Expansión, publica desde hace diez años con total libertad Fernando del Pino Calvo Sotelo, una persona a la que no conozco, que pertecene a una de las familias más adineradas de España (su hermano es dueño de la constructora Ferrovial).
No creo que sea un «peligroso antisistema» pues. Pero un artículo titulado Basta ya, en el último minuto y de modo injustificable, el medio lo censuró y retiró cuando iba a publicarse.
¿Qué expone el escrito? Pues algo muy bien documentado, una crítica a cómo se está gestionando esta crisis planetaria:
Esta locura debe acabar -comienza el texto de Del Pino-. El programa de vacunación masiva con vacunas y terapias genéticas en gran medida experimentales para combatir una enfermedad que cursa leve para la inmensa mayoría de la población se está convirtiendo en un escándalo de salud pública, y su extensión a niños y adolescentes sanos es simplemente inmoral«.
Cita el autor «la histeria colectiva creada por el contubernio político-mediático-farmacéutico, que impulsa una vacunación que «no protege a los niños de nada, pues para ellos el es levísimo, ni protege a sus padres o abuelos, pues los contagios de niño a adulto son inhabituales[1] (…) estas vacunas no impiden ni el contagio ni la transmisión[2], como estamos viendo».
Son cosas que nosotros también hemos documentado en post como Vacunar a niños con la vacuna Pfizer cuyo ensayo clínico termina en mayo de 2023 o este otro titulado El sinsentido de vacunar de la Covid a niños: ¿Más riesgos que beneficios?
Cita los posibles efectos adversos de esta vacunas que aún están probándose, daños al corazón sobre los que también hemos publicado:
Una miríada de estudios y datos epidemiológicos recientes confirman que las vacunas y terapias genéticas no impiden ni el contagio ni la transmisión del covid y que su eficacia para reducir la gravedad se ha reducido mucho -argumenta-.
Hace poco nos decían que dos dosis y un 70% de inmunidad de rebaño acabarían con la epidemia. Ahora son tres o cuatro dosis (¡en pocos meses!) y un 95%. Vaya tomadura de pelo».
El «desmedido afán de lucro de las empresas farmacéuticas, la incalificable campaña de terror mediática y oscuros intereses políticos propiciaron desde un principio que el foco se pusiera en reducir el número de contagios y no el de muertes, algo absurdo en una enfermedad que cursa leve para la mayoría
(…) se torpedeó sistemáticamente la aparición de tratamientos baratos y prometedores dirigidos sólo a los enfermos de riesgo y se hizo creer a la opinión pública que la única esperanza eran unas lucrativas vacunas poco testadas y dirigidas a toda la población.
Una vez vacunada la población de riesgo era imprudente y estéril continuar vacunando indiscriminadamente, pero nos dijeron que las vacunas pararían la epidemia y nos devolverían a la normalidad».
Y esto parece el cuento de nunca acabar porque no conseguimos recuperar la normalidad. Es que además, atentos:
Las altas tasas de vacunación no están frenando los contagios. En septiembre, un estudio realizado en 68 países observó que, al contrario de lo esperado, ‘las zonas con mayor porcentaje de población totalmente vacunada tenían más casos de Covid por cada millón de habitantes[4]’.
(…) los vacunados que enferman de Covid parecen ser ligeramente más contagiosos que los no vacunados, con una carga viral similar[5]. Para más inri, otro artículo científico ponía de manifiesto que ‘la aparición y frecuencia de nuevas variantes resistentes a las vacunas está fuertemente correlacionada con las tasas de vacunación[6]’, es decir, que a mayor porcentaje de vacunados, más variantes».
Las vacunas Pfizer y Astrazeneca (85% de las vacunas administradas en España) no tienen «ninguna eficacia» para prevenir la infección de Covid pocos meses después de su inoculación, y su eficacia para reducir la gravedad y muerte ha caído hasta un «indetectable» 42% seis meses después de vacunarse[7].
No olviden -advierte Del Pino- que todos estos datos son anteriores a la llegada de la famosa variante Omicron, convertida en chivo expiatorio del fiasco vacunal.
Quizá por ello, según el Ministerio de Sanidad actualmente en España el 71% de los hospitalizados y el 80% de los muertos por Covid mayores de 60 años son personas perfectamente vacunadas[8]».
Las pruebas científicas comienzan a ser abrumadoras. «The Lancet con datos de varios países ha denunciado ‘la gran negligencia’ de las autoridades sanitarias al negar tal evidencia[9] en una cínica huida hacia adelante.
En Alemania ‘seis de cada diez casos sintomáticos de Covid mayores de 60 son personas totalmente vacunadas [ya son siete de cada diez], proporcionando una clara evidencia de la creciente relevancia de los vacunados como posible fuente de transmisión».
En el Reino Unido, nueve de cada diez nuevos casos de Covid entre mayores de 60 años «se produjeron entre los totalmente vacunados», y una semana antes «la tasa de casos de Covid por 100.000 había sido mayor entre el subgrupo de vacunados que en el de no vacunados» de 30 años o más.
Y en Israel un brote hospitalario cuya fuente había sido un paciente vacunado tuvo como resultado que «catorce pacientes totalmente vacunados enfermaron gravemente o murieron, mientras que los dos pacientes no vacunados desarrollaron una enfermedad leve».
The Lancet concluye:
Es una gran negligencia ignorar a la población vacunada como una fuente de transmisión posible y relevante».
Y en su artículo censurado, que suscribo en casi su totalidad, Del Pino indica:
Estos datos desmontan por completo el paripé del pasaporte covid, la persecución de los no vacunados y los programas de vacunación infantil».
«….. y su eficacia para reducir la gravedad y muerte ha caído hasta un «indetectable» 42% seis meses después de vacunarse[7]. »
Intentar razonar con alguien a quien un 42% le parece una cantidad indetectable es completamente inútil.