El Pseudomonarchia Daemonum, también conocido como la Falsa Jerarquía de Demonios, es un gran compendio del siglo XVI que enumera los nombres de sesenta y nueve demonios. El propio título ya indica que la monarquía demoníaca descrita en el texto es falsa, y en muchos aspectos un insulto para aquellos que creen decididamente en los demonios y potencias infernales. Esta lista apareció inicialmente como apéndice del primer libro de Johann Weyer sobre demonología y brujería, De Praestigiis Daemonum et Incantationibus ac Venificiisi, y el propio autor afirmó de él que se había inspirado en un texto más antiguo que hablaba de espíritus y demonios para escribirlo. Aun así, fue la obra de Weyer—no la de su predecesor—la que llegó a ser conocida hasta por el eminente psicoanalista Sigmund Freud que dijo de ella que era “uno de los diez libros más importantes de todos los tiempos.”
Hijo de un comerciante y funcionario, Johan Weyer fue un médico y practicante de las ciencias ocultas holandés nacido en 1515. Bien versado en el Latín desde muy joven, Weyer se convirtió rápidamente en discípulo de Heinrich Cornelius Agrippa, un famoso mago, teólogo y ocultista de Amberes. Agrippa publicaba escritos sobre demonios de forma similar a como haría algún día su discípulo, pero la verdad era que no le quedaba demasiado tiempo para encontrar a alguien a quien legar sus enseñanzas antes de morir. Weyer tenía entonces solo diecinueve años. Parece que la fascinación de Weyer por la magia comenzó cuando trabajaba a las órdenes de Agrippa, pero más adelante se intensificó después de haberse convertido en médico por propio derecho: un día fue convocado al juicio de un adivino de tal modo que el juez le pidió consejo sobre el caso en particular.
Este juicio despertó su interés por la investigación de la brujería como forma de vida, culminando en su decisión de defender a aquellos acusados de practicarla. Veintisiete años después de este caso, cuando Weyer tenía ya sesenta y dos, publicó el apéndice a De Praestigiis Daemonum et Incantationibus ac Venificiis: el ya mencionado Pseudomonarchia Daemonum.
“De Praestigiis Daemonum” 1566 de Johannes Wierus : La obra más completa sobre demonología jamás publicada. (wierus.com)
Supuestamente, la intención de Weyer al escribir el Pseudomonarchia Daemonum era insultar y mofarse de la idea de las jerarquías demoníacas a las que se decía que las brujas adoraban en aquella época. En la obra se afirma que mientras que los demonios y monstruos del infierno podían quizás tener el poder de crear ilusiones que engañaran a las gentes, los estafadores no eran ciertamente las brujas que solían ir a juicio—“enfermas mentales”, como Weyer las llamaba—sino más bien los magos que ejecutaban trucos ante la gente corriente para ganarse una moneda. De manera irónica, no obstante, el texto de Weyer explica al lector cómo invocar y someter a los espíritus demoníacos a su voluntad, tal como, en teoría, haría realmente una bruja.
Terrorífica imagen tomada del libro Pseudomonarchia Daemonum. (albazero.wordpress.com)
Fotografía de un ejemplar del Pseudomonarchia Daemonum. (mycuriouscabinet.wordpress.org)
Desenterrando a los demonios
Pero la inspiración de Weyer no acabaría en el Pseudomonarchia Daemonum, sino que le llevaría a escribir un nuevo libro, la Llave Menor de Salomón, en cuya sección llamada Ars Goetia, habla de los setenta y dos demonios evocados por el antiguo Rey Salomón—cuatro más de los que Weyer describió. El propósito de este libro posterior es el de servir de grimorio, nombre con el que se conoce también a los libros de hechizos, a fin de proporcionar al lector importantes conocimientos sobre los demonios a los que se puede invocar, como su apariencia y sus eventuales poderes y habilidades.
Era una práctica muy popular desde el siglo XVI hasta bien entrado el siglo XVIII escribir acerca de demonios y demonología. En gran medida debido al hecho de que se estaban lanzando acusaciones de brujería a diestro y siniestro, eruditos como Weyer y el Rey Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra estaban decididos a comprender las fuerzas ocultas que estas supuestas brujas podían (o no) poseer. No obstante, a diferencia de la mayor parte de los demás autores—como el rey Jacobo—la intención de Weyer era crear un estado de opinión que propiciara la revisión de las causas por brujería en las que las acusadas eran, de hecho, inocentes, ya que como él mismo afirmaba las “brujas” eran mentalmente inestables, mientras que los magos realizaban físicamente la “magia”. Desconocemos hasta qué punto sirvieron de ayuda los esfuerzos de Weyer a las acusadas de brujería, aunque hay pruebas de que sus peticiones de clemencia fueron en su mayor parte ignoradas. Parece que sin importar lo cultos y respetables que fueran quienes se comprometían en la exculpación de las supuestas brujas, el miedo era una motivación mucho más poderosa para jueces y jurados.
Imagen de portada: Un hombre desnudo e inconsciente echado sobre una mesa es atacado por pequeños demonios armados con instrumentos quirúrgicos. Acuarela de Richard Tennant Cooper (Wikimedia Commons)
Autor Ryan Stone
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