Desprevenidos de la potente erupción proveniente del Sol, los altos mandos de la Fuerza Aérea de EE.UU. asumieron que fue la URSS la que desactivó sus sistemas de radar y, por lo tanto, alertó a los aviones equipados con armas nucleares.
Como bien hemos informado, el Sol actualmente ha entrado en un periodo de gran actividad, con erupciones que se vienen dando con gran frecuencia desde principios de este año (2022). Esto coincide aquí en la Tierra con una gran tensión entre EE.UU. y Rusia ante la situación de una posible invasión de Ucrania y la escalada hacia una nueva guerra de nivel mundial.
El 23 de mayo de 1967, en plena Guerra Fría, las dos potencias tuvieron tensiones igualmente preocupantes, tanto que un evento extraterrestre casi calienta el enfrentamiento entre Occidente y Oriente: los radares de vigilancia en las partes más al norte del mundo —norte de Alaska, Groenlandia y el Reino Unido— se atascaron repentina e inexplicablemente.
Dado que estos radares fueron diseñados para detectar misiles nucleares soviéticos entrantes, los comandantes militares estadounidenses de aquel entonces consideraron que podría tratarse de un ataque enemigo, por lo que raudamente ordenaron una alerta máxima. Acto seguido, autorizaron aviones equipados con armas nucleares para tomar los cielos.
Afortunadamente, antes que el asunto pasara a mayores, surgió otra razón para el atascamiento de los radares.
Un grupo poco probable de héroes —algunos de los primeros pronosticadores del clima espacial— surgieron para salvar el día. Se dieron cuenta de que los efectos de una poderosa llamarada solar habían bloqueado el radar. Su conocimiento del Sol evitó lo que podría haberse convertido en una guerra nuclear apocalíptica.
La física atmosférica Dolores Knipp de la Universidad de Colorado y el Centro Nacional de Investigación Atmosférica (ambos en Boulder, Colorado) colaboraron con oficiales retirados de la Fuerza Aérea de los EE.UU. para sacar a la luz esta historia en 2016 —publicada el 9 de agosto de 2016 en la revista Space Weather de la American Geophysical Union—.
«Explicamos cómo la tormenta de mayo de 1967 estuvo a punto de tener un impacto social definitivo. Algo que se evitó gracias a los esfuerzos nacientes de la Fuerza Aérea de los EE.UU. para expandir sus capacidades de predicción, análisis, advertencia y monitoreo del clima terrestre al ámbito del pronóstico del clima espacial», escribieron los autores.
¿Cómo pudo pasar esto?
Las erupciones solares son ráfagas masivas de radiación del Sol, asociadas con las manchas solares. Son los eventos explosivos más grandes de nuestro sistema solar, que duran de minutos a horas. Se ven como parches brillantes en la superficie del Sol. Pero estas erupciones son eventos ordinarios, especialmente cerca del pico del ciclo de actividad de 11 años del astro, cuando ocurren con frecuencia.
Entonces, ¿cómo podría la gente en la década de 1960 no saber sobre la posibilidad de una interrupción del radar debido a una erupción solar?
El hecho es que sí lo sabían. Pero las erupciones solares no se examinaron de manera amplia o regular hasta la década de 1960. La radioastronomía era una disciplina nueva y antes de esa época, los estudios del Sol y sus erupciones solían ser relativamente pocos y estaban dispersos por todo el mundo. Por suerte, en 1967, los observatorios de todo el mundo compartían actualizaciones diarias con los pronosticadores solares del Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD).
Y a mediados de mayo de ese año, se formó un gran grupo de manchas solares en un área de la superficie del Sol —parches fríos y oscuros que indican malestar atmosférico—. Los meteorólogos predijeron que era probable que se produjera una gran llamarada solar. Y, de hecho, así fue. Un observatorio de radio solar en Massachusetts informó niveles sin precedentes de ondas de radio debido a esta actividad. Según el estudio de Knipp de 2016, los observatorios de Nuevo México y Colorado también informaron haber visto la llamarada con sus instrumentos.
A medida que se desarrollaron los efectos de la llamarada en la Tierra, los tres sitios de radar diferentes del Sistema de Alerta Temprana de Misiles Balísticos (la Estación Clear Air Force en Alaska, la Base Aérea Thule en Groenlandia y Fylingdales en el Reino Unido) dejaron de funcionar. «La afluencia repentina de ondas de radio solares había abrumado sus sistemas», escribieron los autores del estudio.
No culpes a los soviéticos, culpa al Sol
Los científicos reconocieron rápidamente las señales de que el culpable estaba en algún lugar fuera de la Tierra. Una pista fue que los tres sitios de misiles estaban a plena luz del día. Los sistemas de radar se basan en la detección de ondas de radio y, a medida que la Tierra giraba y las emisiones de radio solares disminuían, también lo hacían las interferencias.
De acuerdo a los investigadores, fue el diagnóstico correcto de NORAD de la tormenta solar lo que evitó que el ejército estadounidense tomara medidas desastrosas. Knipp señaló en su artículo que la información crítica probablemente se transmitió a los niveles más altos del gobierno, llegando incluso al entonces presidente Lyndon B. Johnson.
Las erupciones solares contienen enormes cantidades de energía. Y después de que la llamarada de mayo de 1967 se extinguiera, sus efectos se sintieron en la Tierra durante más de una semana. Por ejemplo, las luces del norte y sus contrapartes del sur, también conocidas como auroras, generalmente se ven solo en latitudes altas, como las que se encuentran cerca de los polos del planeta. Durante la tormenta solar de mayo de 1967, se vieron en el cielo tan al sur como Nuevo México.
¿Cómo nos afectaría hoy una supertormenta espacial?
Esta tormenta solar demostró por qué es tan importante un pronóstico fiable de lo que se ha dado en llamar clima espacial. El mundo aprendió esta lección: las intensas erupciones solares son capaces de interrumpir las comunicaciones por radio.
Hoy, la NASA tiene una flota de naves espaciales que estudian el astro rey en todo momento. Sabemos que las erupciones solares tienen el poder de interrumpir las redes eléctricas y los sistemas de comunicación por satélite.
«Como perturbación magnetosférica, el evento [de 1967] se ubica entre los primeros lugares en los libros de récords», concluyeron Knipp y sus colegas.
El récord número uno lo mantiene lo que se llama el Evento Carrington de 1859. Se considera la supertormenta solar más grande conocida en la historia registrada. Los sistemas de telégrafo fallaron desde los EE.UU. hasta Europa. Y las luces del norte eran visibles tan al sur como el Caribe. Sin embargo, la tecnología era escasa en 1859. Un evento de esta magnitud sería un desafío en nuestro mundo moderno, que depende en gran medida de la infraestructura tecnológica.
Referencias:
- A 1967 solar storm nearly caused a nuclear war – EarthSky.
- 1967 solar storm nearly took US to brink of war – Phys.org.
- The May 1967 great storm and radio disruption event: Extreme space weather and extraordinary responses – Knipp et al.
- The solar storm that nearly set the Cold War Ablaze – Smithsonian.
- How sun-watchers stopped World War III in 1967 – NG.
- How a 1967 solar storm nearly led to nuclear war – Space.com.
Por MysteryPlanet.com.ar.