El desastre puede aparecer en cualquier momento. Tras una larga etapa donde todo parece que va cuadrando y realizándose en esa búsqueda que desde hace tanto tiempo se emprendió, de repente algo “ocurre” y toda la calma que presidía el mar de la vida casi recién descubierta, se encrespa y amenaza como tsunami repentino, invadiendo la costa entera de tu tierra vital.
El choque y La sorpresa pueden resultar frustrantes, pues, tras la comprensión que permite ver, sentir y ser esa calma, completamente ajena a los vaivenes de las olas que en el mar de tu existencia se producían, la mente lo tomará como arma arrojadiza altamente efectiva e intentará decirte que, efectivamente, el desastre se ha producido y todo lo que habías recuperado en tu crecimiento desde la niñez hasta la etapa adulta, era solo un espejismo.
Todo eso lo acompañará con los calificativos oportunos de autocastigo: “no valgo, he perdido el tiempo, no soy nada, qué pensaba que había logrado” son sólo algunos ejemplos de la amplia retahíla de epítetos que puede llegar a utilizar, sobre todo aquellos que más daño cree pueden hacerte, ya que te conoce a la perfección y sabe qué puntos debe tocar.
Pero ¿sabes?
¡Nada de ello es cierto¡¡
¡Nada puede perturbarTE, alterarTE o hacerTE caer desde ese “lugar” donde creías estar. Porque, en realidad TU no estabas en ese lugar ni en ningún otro, ni antes ni después, jamás saliste de ningún lado. Simplemente tu tierra manifestada experimentó lo que le corresponde: el polvo y el lodo del camino que, por otra parte, son absolutamente inevitables mientras el cuerpo sea el vehículo de tu manifestación.
Cuando esto es visto, como ahora mismo puede suceder si lees esto con la calma ya mencionada anteriormente, una sonrisa se esboza en ti y te vuelves mucho más consciente de que realmente no eres nada y nada haces, que, como hoja a merced de viento, el personaje que toda tu vida te empeñaste en sostener, cae y caerá siempre, pues fue construido y creado a partir de los retazos que los demás te enviaban en forma de opiniones, críticas, carencias, ausencias y demás telas a zurcir en una suerte de Frankenstein sin auténtica vida.
Nada es más que lo que ya ES y esta afirmación, aparentemente insulsa y ñoña, lo es para la misma que te hace de menos, para aquello que no eres pero que insiste e insistirá en seguir convenciéndote de que sí que lo eres, para el creador del monstruo que, creyéndose Demiurgo, sólo es un pobre aprendiz que crea muñecos que goma y los tomas por seres vivos….
¡¡Felicidades!!
Ese “desastre” sólo ha sido una oportunidad más de abrazar la comprensión, las más difícil y complicad de llevar a cabo, la que requiere del coraje de mil ejércitos valientes, la que hace retroceder a los héroes más curtidos, la que resiste con una fuerza jamás vista, la que se refiere a TI.
Es hermoso volverse accesible a Ella.
Es pura Belleza darse cuenta de que las emociones no son tú, que los disgustos no son tú, que las alegrías, penas, lloros y risas, no son tu.
Volverás a caer. Volveré a caer. Es inevitable. Pero la risa ocupará el lugar que le corresponde y la caída serás la menos dolorosa que jamás se habrá podido experimentar, pues estará acompañada de un mar de algodones como nubes contempladas desde el alto cielo.
Pero incluso todo eso, seguirán siendo conceptos ilusorios. No olvides que estas en un cuerpo que contiene unos pensamientos, con su nombre y apellidos, con sus características y formas variadas, que existe, sí, ¡existe! “aquí” y que, por tanto, está sujeto a todas las contingencias que en este “aquí” se experimentan y sufren. No desprecies lo que no conoces porque leas u oigas en otros sitios que no eres esto o aquello ¿comprendes?
Cuando digo que no eres esto, quiero significar que la verdadera esencia es algo completamente ajena a ello, pero que, precisamente, es a través de estas carencias, necesidades, sufrimientos, pesares y alegrías, podemos llegar a comprender esa auténtica realidad. Mientras tanto, aliméntate, bebe, vive, pues es tu casa, aunque no tu Hogar.
La caída está hecha para poder levantarse, como la oscuridad para apreciar la Luz.
Vive el brillo de tu auténtico Ser.
El resto, siempre viene dado por añadidura.
Juan Pedro Doshi
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