Los millennials son una generación que ha marcado un punto y aparte en muchos aspectos. Son diferentes a sus predecesores en infinidad de facetas y una de ellas es la forma de amar. Todo indica que para ellos está siendo más difícil construir relaciones sentimentales sólidas y duraderas. ¿Por qué?
Recordemos que los millennials son esa generación de jóvenes nacidos entre el comienzo de los años 80 y el año 2000. Algunos piensan que, en estricto sentido, comprende los nacidos entre 1980 y 1995. También se les conoce como la “generación Y” y su rasgo central es haber venido al mundo en simultáneo con la gran revolución de las comunicaciones y las nuevas tecnologías.
Aunque los millennials, en general, han tenido acceso a todas esas innovaciones y a más educación que la generación de sus padres, también han tenido que enfrentar grandes desafíos. De hecho, The Washington Post los catalogó como la “generación más desafortunada en la historia de EE. UU.”. Es probable que todo en conjunto haga que también estén privándose de los beneficios que pueden derivarse de una relación de pareja que va madurando con el tiempo.
“No queremos perdernos nada porque nos han hecho creer que podemos tenerlo todo”.
-María Muñiz-
Los millennials, una generación desafiada
Los millennials tuvieron que enfrentar la gran recesión de 2008, cuando apenas se estaban terminando su adolescencia. Luego, les cayó encima la crisis de 2020, en el que era quizás el mejor momento de sus vidas como adultos jóvenes. Ambas circunstancias los han llevado a tomar por rumbos inciertos, cuando en el papel habían sido educados para tenerlo todo bajo control.
Esta generación también es una de las más homogéneas de la historia. Su nacimiento y su crianza coincidió con la globalización. Este fenómeno hizo que se deshicieran muchas fronteras culturales y mentales, por lo que para los millennials es muy fácil reconocerse entre sí, sin importar de dónde vengan.
De todos modos, la difícil situación económica que les ha tocado atravesar ha producido consecuencias inesperadas. Esta generación está viviendo más tiempo en casa de sus padres. La inestabilidad laboral, los altibajos financieros y ese tipo de problemas han hecho que así sea. También han tenido que cambiar o posponer sus planes, varias veces, por efecto del contexto global.
¿No quieren comprometerse?
Los millennials también son los protagonistas de grandes cambios culturales como la diversificación de las preferencias sexuales y de las familias. Quizás por esto, y por el mundo inestable en el que han vivido, parecen ser la generación a la que le cuesta más trabajo comprometerse.
Ellos inauguraron el ya común encuentro con posibles parejas a través de citas a ciegas concertadas en alguna red social o en una aplicación para tal fin. De una u otra forma, esta modalidad es mucho más flexible, pero también supone mucho mayor cálculo. Parece haber pasado de moda la casualidad amorosa y la química natural. En su lugar, estamos en la era de “evaluación del perfil”.
Por otro lado, lo amoroso parece haber entrado en un terreno guiado por la lógica de “ensayo-error”. Por eso, es muy habitual que los vínculos de pareja se hayan convertido en muchos casos en “relaciones exprés”. Ligan rápido y también rápido cortan. Una y otra vez.
¿Redefinir el horizonte?
Está claro que no se puede generalizar, pero lo cierto es que muchos de los millennials parecen haber creado un vínculo más íntimo con la tecnología que con otros seres humanos. Esa mediación y la paulatina invasión de las redes sociales los han llevado a definir su propia identidad por la vía de compararse con otros.
El autoconocimiento y la valoración propia no son procesos que avancen mucho, o por el camino adecuado, en el marco de ese mundo que se desenvuelve entre lo virtual y lo real. Hay poco tiempo, y quizás poco interés, en cultivar el mundo personal, sin testigos, sin likes y con hondura. Por eso, la autoestima ha salido lesionada de todo esto.
Un efecto de ello es el miedo al compromiso. De hecho, el miedo a sentir apasionadamente algo por otro ser humano. Quizás están muy ocupados o encerrados en su propio yo. Odian sentirse vulnerables y sufrir les parece algo eludible y, además, inoficioso. Al mismo tiempo, quizás se están perdiendo de un contacto más piel a piel con la vida y sus altibajos.
Lo fácil y lo rápido se han convertido en atributos que también quieren llevarse al plano amoroso. De cita en cita y de relación en relación, es posible que muchos de los millennials hayan terminado sintiéndose infelices. Quizás sea hora de replantear.
Son todavía jóvenes y cada vez irán asumiendo más peso en este mundo caótico. Cuentan con la oportunidad de hacerlo mejor con las generaciones que educarán, y también con la de encabezar una revolución que reconcilie al ser humano con su entorno y con su naturaleza, ya sea con o a pesar de la tecnología.
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