¿Sigue existiendo el amor para toda la vida? ¿Los vínculos perdieron solidez? ¿Perdimos la capacidad de esperar? ¿De comprometernos? El sociólogo polaco Zygmunt Bauman, explica que el consumo desmedido y la revolución tecnológica da sustento a la transitoriedad de los vínculos. 

Hoy tenemos acceso a tanta información que no sabemos qué hacer con ella, y mucho menos, con cuál quedarnos. Estamos abiertos a un abanico infinito de posibilidades. Tenemos el mundo al alcance de la mano. Dando un click, podemos obtener satisfacción de forma instantánea. Es por esto que sostener un trabajo, una pareja o un objeto durante un período largo de tiempo, nos resulta poco atractivo. 

La sociedad de la inmediatez

Estamos insertos en una cultura cada vez más acelerada e impaciente, vivimos de prisa, buscando obtener casi cualquier cosa a la velocidad de la luz. ¿Acaso no te resulta una tortura tener que hacer algunos minutos de fila para entrar a un negocio o hacer un trámite?  ¿No te desespera que una persona se demore en responderte un mensaje? ¿No percibes como una pérdida de tiempo, mirar anuncios en los medios de comunicación? ¿Aguardas más de cinco segundos en que cargue una página, antes de abandonar?

Lo que se puede tener, ver, tocar y hacer, es lo valioso en la cultura del consumo. El resto, parece ser para unos pocos.

La exigencia de tener todo ya, también aplica a los vínculos. Buscamos consumir alimentos, objetos, y personas por doquier, en un intento de llenar un vacío que poco tiene que ver con el mundo exterior. 

El amor se escapa entre los dedos

Bauman, explica que amor líquido es consistente con la modernidad líquida, en la cual el tesoro más preciado es la satisfacción inmediata. Porque a la par de los cambios tecnológicos, científicos y culturales, se transforman nuestros deseos: lo que queremos cambia todo el tiempo. Aquello que anhelabamos ayer, hoy ya no tiene relevancia. Lo que aspiramos hoy, tiene próxima su fecha de caducidad.

Veamos cúales son las características del amor líquido:

Fragilidad

Para muchas personas, representa un enorme desafío construir una relación de pareja sólida acompañada con la posibilidad de diseñar un proyecto de vida. Porque los vínculos líquidos tienen la particularidad de quebrarse con facilidad: no cuentan con la fortaleza necesaria para atravesar una discusión significativa y mucho menos una crisis.

Volatilidad

Algo volátil es algo que vuela o puede volar. Este estilo de lazos sociales tienden a presentar variaciones y fluctuaciones a lo largo del tiempo. Por momentos más cercanos e íntimos, y por otros fríos o indiferentes. Siempre con la posibilidad de desaparecer.

Una práctica asociada a esto último, es la de romper una relación personal con alguien al retirarse repentinamente y sin explicación alguna. Hacer ghosting es una forma cómoda, fácil e irresponsable de desaparecer de la vida de una persona con quien existía un vínculo estrecho o cotidiano.

Sin etiquetas

En el último tiempo, han surgido términos para nombrar estilos de relaciones afectivas, diferentes a la monogamia: poliamor, pareja abierta, swinger, etcétera. Pero también, hay personas que, por diversos motivos, optan por no definir el tipo de relación. Prefieren no ponerle un nombre.

El amor líquido es escurridizo porque asume un bajo nivel de compromiso. Una relación “sin etiquetas” puede funcionar muy bien siempre y cuando ambas partes la vivan con naturalidad.

¿Amor fugaz, amor descartable?

Otra de las peculiaridades de la cultura del consumo inmediato, es el hecho de desechar velózmente lo que ya no sirve. Y algo deja de servir cuando deja de ser novedoso, inédito u original. Los vínculos sellados por la incertidumbre, se vuelven pasajeros porque los descartamos apenas cruzan el límite de lo conocido. Tienden a ser efímeros porque una vez que lograron satisfacer la necesidad momentánea, cumplen su cometido y dejan de tener sentido.

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