Lo difícil cuando nos hablan es escuchar. Todos podemos oír, pero son pocos los que escuchan.
Cuando un jardinero, dice que él simplemente pone semillas en el suelo y estas crecen. Cuando deseamos ser jardineros, ponemos semillas y crecen, pero es obvio incluso para nosotros, que no hemos sabido crear el jardín, la armonía entre las plantas y semillas que pusimos en un suelo, que no discrimina, pero que sólo puede ser usado lo que el suelo Es.
El camino de ser jardinero, no es la frustración de no conseguir lo que el jardinero ha logrado y nos ha llevado a desear ser jardineros. Sino aprender de nuestros errores, aprender de los conocimientos y hacer del jardinero, que nos son revelados, pero que sólo son para que usemos nuestro entendimiento y capacidades, para crear el jardín que soñamos.
Hay libros de Meditación, escritos hace miles de años. Libros escritos y leídos por personas que por medio de ella, encontraron el Ser, descubrieron el Amor y la Paz, que se sintieron Libres de un yo o sí mismo, sin por ello renunciar a serlo.
Cuando nos sentamos (Independientemente de la posición en que meditemos), lo importante no es el cómo o el cuándo, ni el por qué o para qué. A pesar de que todos lo hacemos por conseguir lo que deseamos o buscamos, es precisamente eso lo que nos lleva al error, al laberinto o a encontrar aquello que buscábamos, y por tanto incluso la perdida del yo, es conseguida por quien medita, por quien siente que le molesta ese yo que ocupa demasiado espacio en su vida.
A veces encontramos al Ser, del que hemos leído, hablado, soñado y ansiado. Pero sabiendo que Todo es Uno, seguimos en el conocimiento que habíamos sentado a meditar: “Todo es Uno”. Intentando permanecer en esa Unidad, sin perder la idea, conocimiento o consciencia, de que nos hemos unido con Ella.
Me recuerda un anuncio de televisión, en el que hablan de ser tontos de narices, cuando un olor es constante, dejamos de percibirlo transcurrido un tiempo, por lo que dicen que: Nos volvemos tontos de narices.
Leo a veces acerca de la Meditación, que si se practica se llega a la Iluminación, a silenciar la mente, a logros que nunca podríamos alcanzar por otro método.
Convirtiéndola en una panacea, en un método de conseguir lo que soñamos y creemos imposible de alcanzar. Hemos sentado al yo, a nosotros a meditar para conseguir un sueño. Y pasado un tiempo, su olor es indetectable para quien ha puesto su culo encima de un cojín, independientemente de su limpieza o suciedad.
He escrito en bastantes ocasiones, que al preguntarle a mi Maestro acerca de los logros al meditar, entre sus respuestas estaba: “Si el primer paso es equivocado, cuanto más caminas, más te alejas de donde quieres ir”.
Cuando meditamos con el ansia o el propósito de encontrar algo, a veces lo encontramos. Hemos encontrado lo que buscaba quien está sentado.
A veces, pensamos que el Maestro en la Meditación es innecesario. No seré yo quien lo contradiga. La prueba del algodón es, que el primero en meditar y encontrar el Ser, fueron los dioses de Swargá, los dioses que la mitología, que de alguna manera entendieron y alcanzaron la unión con el resto de Universos o dioses. Nadie había meditado antes y fueron ellos los que explicaron o mostraron en sus atributos, dados por nosotros, lo que habían alcanzado meditando.
Ellos sólo pueden decirnos desde el camino que recorrieron, los errores que cometieron o vieron cometer. Ayudándonos a no caer en ellos.
Pero somos nosotros cada uno quien tiene que tratar de preservar el Olor a Meditación, mientras sentamos el culo en el cojín, que nos llevará a realizar nuestros sueños. Pero que no permitirá que desaparezca el soñador, por mucho que hayamos perdido la capacidad de olerlo o percibirlo.
Porque esa es la labor del Maestro, físico o Universal del Ser. No puede haber quién o qué exhale o huela el olor a Meditación, porque en Ella sólo hay Ser.
Y es que a veces confundimos la Iluminación con ser tontos de narices.
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