La idea de que los polos magnéticos de la Tierra cambien de dirección puede parecer el argumento de la última película de ciencia ficción, pero muchos científicos creen que podría ocurrir en cualquier momento.
Históricamente, los polos norte y sur de la Tierra han cambiado cada 200.000 o 300.000 años.
Sin embargo, el último tuvo lugar hace unos 780.000 años, por lo que muchos científicos temen que un vuelco sea inminente.
Si se produce un vuelco magnético, algunos expertos afirman que podría hacer que algunas partes de la Tierra fueran «inhabitables» al dejar fuera de servicio las redes eléctricas.
Afortunadamente, un nuevo estudio asegura que es muy poco probable que los polos magnéticos de la Tierra cambien pronto.
Investigadores de la Universidad de Lund han reunido datos sobre la intensidad del campo geomagnético de la Tierra que se remontan a 9.000 años atrás y afirman que no hay pruebas de que se produzca una inversión.
La Tierra tiene un feroz núcleo fundido que genera un campo magnético capaz de defender a nuestro planeta de los devastadores vientos solares.
Este campo protector se extiende miles de kilómetros en el espacio y su magnetismo afecta a todo, desde las auroras hasta las redes eléctricas.
En los últimos 180 años, la intensidad del campo magnético de la Tierra ha disminuido aproximadamente un 10%.
Sin embargo, ha surgido una misteriosa zona en el Atlántico Sur, donde la intensidad del campo geomagnético está disminuyendo aún más rápidamente.
La zona se denomina Anomalía del Atlántico Sur y sobre ella han fallado varias veces los satélites debido a la exposición a partículas altamente cargadas procedentes del sol.
Esto ha llevado a especular con la posibilidad de que la Tierra se dirija hacia un giro del polo magnético.
En su nuevo estudio, el equipo se propuso comprobar si esto es realmente así, estudiando pruebas que se remontan a 9.000 años atrás.
Hemos cartografiado los cambios en el campo magnético de la Tierra en los últimos 9.000 años, y anomalías como la del Atlántico Sur son probablemente fenómenos recurrentes relacionados con las correspondientes variaciones en la fuerza del campo magnético de la Tierra», dijo Andreas Nilsson, geólogo de la Universidad de Lund.
El equipo analizó artefactos arqueológicos quemados, muestras volcánicas y núcleos de perforación de sedimentos, todos ellos con información sobre el campo magnético de la Tierra.
Según el equipo, los objetos, como las vasijas de arcilla, actúan como «cápsulas del tiempo» y aportan información valiosa sobre el campo magnético en el pasado.
Mediante el uso de instrumentos sensibles, los investigadores pudieron recrear la dirección y la fuerza del campo magnético de la Tierra en lugares y momentos específicos.