José Ortega y Gasset fue uno de los filósofos españoles más importantes del siglo XX. Logró enhebrar una nueva tradición en un país cuya filosofía se había caracterizado por la continua ruptura con todo lo anterior. «Escuela de Madrid» fue el nombre con el que se conoció al conjunto de filósofos que se consideraron de algún modo sus seguidores y desarrollaron su obra, algunos en el exilio. Estos fueron autores como María Zambrano, Javier Zubiri o Julián Marías. Ortega desempeñó su labor tanto en la universidad como en la tribuna pública de los medios de comunicación y apostó por una forma de hacer filosofía que sirviera ante los problemas de la España del momento.
Por Irene Gómez-Olano
1 Compromiso con la verdad
Ortega y Gasset fue un filósofo que no se conformó nunca con respuestas fáciles. Durante su formación hizo varios viajes a Alemania, donde se instruyó acerca de la filosofía de autores como Kant, pero estuvo toda la vida desarrollando y corrigiendo su propio pensamiento, incluso cuando tomar una nueva ruta intelectual le llevaba a un callejón sin salida filosófico.
Ortega consideró que el hecho de no encontrar respuestas no era motivo para no hacerse las preguntas. De hecho, pensaba que el ser humano debía proponerse responder las preguntas por el sentido de su existencia, incluso aunque eso no le llevara a conclusión alguna. Su compromiso por la verdad era más fuerte que su compromiso con cualquier idea política, motivo por el cual nunca mostró afiliación total a ningún partido ni régimen, si bien se mostraba más cerca de los liberales.
En una carta escrita a su padre en 1905, mientras se encontraba estudiando en Alemania, le contó que tenía «un ansia infinita, vital por buscar la verdad, por buscarla, aunque no exista», tal como cuenta Javier Zamora Bonilla en Ortega y Gasset: la aventura de la verdad (Shackleton Books). Esa búsqueda de la verdad, consideraba que debía orientar al ser humano en el mundo y ser un motor para realizar su propio ser.
2 Su actuación como filósofo fue eminentemente pública
José Ortega y Gasset consideraba que la filosofía no debía quedarse enclaustrada entre las paredes de la universidad, sino salir a las calles, llegar a la gente y ser un vector de politización. Eso le hizo gozar de una gran popularidad, no solo en entornos académicos, sino culturales. Hizo filosofía como escritor, pero también como profesor universitario, en numerosas conferencias públicas y en los medios de comunicación. También fue fundador de publicaciones como Revista de Occidente, que a día de hoy continúa editándose.
Hacer filosofía en periódicos y conferencias le permitía a Ortega no solo mostrar una determinada opinión, sino ayudar a forjar una opinión pública entre sus lectores. Además, se sentía en un entorno familiar, porque venía de una familia de directores de periódicos. En una ocasión escribió que él había nacido «en una rotativa».
Como columnista, polemizó con las figuras intelectuales del momento como Menéndez Pelayo, defensor de un españolismo conservador; Miguel de Unamuno, con el que estableció una disputa en torno a Europa; y otros autores como Ramiro de Maeztu o Pío Baroja. Además, en 1914 presentó la Liga de la Educación Política Española, un grupo compuesto por algunos jóvenes de la llamada «Generación del 14» que hacían una crítica al régimen de la Restauración monárquica del momento por considerarlo incompetente y caduco.
Ortega consideró que el hecho de no encontrar respuestas no era motivo para no hacerse las preguntas. De hecho, pensaba que el ser humano debía proponerse responder las preguntas por el sentido de su existencia, incluso aunque eso no le llevara a conclusión alguna
3 Rigor y claridad: dos rasgos distintivos en su filosofía
Precisamente por su labor como filósofo público, Ortega se distanció de la forma de hacer filosofía predominante. Esta, caracterizada por un lenguaje abigarrado y por aparecer en forma de ensayo, hacía que la filosofía no pudiera convertirse en un producto de masas. Ortega no solo hizo filosofía desde los periódicos, sino que apostó por la utilización de un lenguaje claro que no renunciara al rigor filosófico. «La claridad es la cortesía del filósofo» es una de sus frases muy conocidas y apunta precisamente a esta cuestión. ç
Por ese motivo, y según señala Víctor Méndez Baiges en su último libro, La tradición de la intradición (Tecnos), se puede considerar a Ortega y Gasset como un pensador que defendió la superficialidad. No porque considerara que en el acercamiento a los problemas hubiera que ser superficial o poco riguroso, sino porque pensaba que la labor del filósofo era traer el conocimiento a la superficie para hacerlo comprensible. El objetivo de su filosofía era eminentemente pedagógica.
4 Mirar a Europa es mirar al futuro
Durante su juventud, Ortega y Gasset tuvo una visión muy positiva sobre Europa. Europa era la puerta de entrada de la Modernidad, la ciencia, el rigor y el conocimiento. Mantuvo una disputa por esta cuestión con Miguel de Unamuno, quien consideró que la modernización europea podía volverse una manía cientificista que matara las posibilidades de la cultura.
Para Unamuno, la mirada modernizadora que guiara la filosofía española debía moderarse: no era deseable abrazar un excesivo cientificismo que matara toda posibilidad de cultura no sometida a las matemáticas. Pero para Ortega, el bilbaíno estaba siendo conservador y confiaba en que mirar a Europa era mirar al futuro, tal y como se lo hizo saber en 1909.
Europa simbolizaba el cálculo matemático, y esto era equivalente al pensamiento racional. Un año más tarde de su disputa con Unamuno escribió que «España era el problema y Europa, la solución». Sin embargo, la llegada de las guerras mundiales le hizo diagnosticar una crisis de Europa. Para Ortega y Gasset, España ya estaba en crisis desde antes, pero ahora era Europa entera la que estaba en peligro. Su mirada se volvió más crítica.
En una carta escrita a su padre en 1905, mientras estaba estudiando en Alemania, le contó que tenía «un ansia infinita, vital por buscar la verdad, por buscarla, aunque no exista»
5 La vida como realidad radical: el yo y su circunstancia
Su filosofía se conoce como raciovitalismo, porque, tal y como hemos visto con su mirada de Europa, Ortega apostaba por el pensamiento racionalista. Pero también es una filosofía de la vida, porque la pone en el centro de la discusión. La vida es la realidad radical, la experiencia con la que parte cualquier reflexión filosófica. Antes de pensar cualquier otra cosa, para Ortega, pensamos nuestra pertenencia al mundo.
Y esa realidad radical que es la vida se compone, no solo por el puro «yo» que piensa y siente, sino por todo lo que a este rodea y permite que sea sí mismo. A todo eso, Ortega lo denomina su «circunstancia» y es crucial entenderla para entenderse a uno mismo. La filosofía, en este contexto, es una búsqueda de una forma de estar en el mundo.
El ser humano, para el filósofo, puede considerarse como un «ser indigente», es decir, uno que necesita seguir construyéndose y que no está acabado ni se basta a sí mismo. La reflexión no debe ser solamente de su propio yo, sino abarcar a su relacin con los otros y con el mundo. Pese a que la centralidad del «yo» puede hacernos pensar que el pensamiento de Ortega es individualista, María Zambrano, de quien fue maestro, llegó a decir que el madrileño estaba obsesionado por el problema del Otro.
6 El propio pensamiento de Ortega es circunstancial
Ortega y Gasset predicó con el ejemplo. La circunstancia no solo era un problema filosófico en sí, sino que su propio pensamiento se enmarcó en un cierto contexto y de manera circunstancial. Por eso consideró a España y a Europa como problemas científicos y filosóficos de los que encargarse. Fue un filósofo volcado a pensar su país y su tiempo. Sus posiciones fueron cambiando con el tiempo, porque la misma realidad era cambiante.
Algunos elementos de su obra nos siguen ayudando a analizar la realidad, porque Ortega escribió para un mundo en crisis que, en gran medida, sigue siendo el nuestro. Consideró que los verdaderos héroes eran quienes trataban de ser ellos mismos realizando su propio yo en la circunstancia que les había tocado vivir, y eso es lo que trató de hacer con su obra.
La vida es la realidad radical, la experiencia con la que parte cualquier reflexión filosófica. Antes de pensar cualquier otra cosa, para Ortega, pensamos nuestra pertenencia al mundo
7 Defensor del humanismo liberal
Sus convicciones liberales le llevaron a tener un pensamiento opuesto al del franquismo. Ortega y Gasset, con su espíritu inconformista, inspiró a numerosos jóvenes universitarios tanto liberales como comunistas, que no sentían afección por el régimen. Su aspiración a la libertad y a la filosofía en busca de la verdad lo puso frente a frente con la filosofía oficial del franquismo, anquilosada en la escolástica y el dogmatismo.
El profesor Zamora Bonilla propone también que fue defensor de un socialismo democrático durante su juventud y seguidor de las ideas de Herman Cohen y Paul Natorp, profesores del llamado «socialismo de cátedra», propuesto por Eduard Bernstein (principal exponente del socialismo revisionista).
Eso le llevó a enfrentarse incluso a otros pensadores liberales como Gabriel Maura, hijo del presidente del gobierno de entonces, que pensaba que el liberalismo debía volverse más conservador y no más aperturista. En la primera década del siglo XX, defendió un sistema político que garantizara las libertades democráticas y acabara con el caciquismo, que era la norma en ese momento en España. También defendía la libertad de culto y la democracia liberal basada en el voto.
8 Diagnosticó una crisis histórica
Durante la Guerra Civil y las guerras mundiales, consideró que tanto España como Europa estaban atravesando un momento de crisis histórica, que equiparaba con la enfermedad que asola a un paciente. Por eso desarrolló un pensamiento de crisis que, como dijimos, le hace seguir siendo un filósofo de rabiosa actualidad.
Esa filosofía o pensamiento de la crisis podía llegar a ser muy útil porque respondía a los principales interrogantes del sujeto en un momento de desorientación vital en el que la principal pregunta es qué nos ocurre. Es en las crisis y en las guerras cuando las personas somos arrojadas a unas circunstancias particularmente hostiles.
Su aspiración a la libertad y a la filosofía en busca de la verdad lo puso frente a frente con la filosofía oficial del franquismo, anquilosada en la escolástica y el dogmatismo
9 Perspectivismo
Para Ortega, el conocimiento del mundo solo puede partir de la perspectiva y ubicación de cada uno. El mundo es como un bosque, dice: desde dentro de él no se pueden ver más que unos pocos árboles, pero nunca la foresta por entero. De esa misma manera se nos presenta la realidad.
La filosofía será el intento por construir conceptos que respondan a la realidad que subyace a las impresiones concretas que hay del mundo. Pero la filosofía no puede ni debe tratar de sustituir esas impresiones. No es una mirada «más verdadera» sobre el mundo, sino una construida con otros propósitos. La razón no debe sustituir la vida, sino complementarla. Ese es el verdadero significado del raciovitalismo.
Además, para Ortega todo ser humano tiene una filosofía o metafísica. Esto es así porque para él la filosofía es una cierta interpretación del mundo, aunque esta no sea muy elaborada. La apuesta de Ortega es que cada uno viva su vida de manera auténtica, es decir, que cada uno llegue a desarrollar su propia filosofía.
Desde este «perspectivismo», el reto es unir todas las perspectivas posibles para ver cuántos más «árboles» se puedan y tener una perspectiva global más completa. Ortega escribió que «somos enanos a lomos de gigantes» en el sentido de que podemos subirnos a los hombros de los grandes autores de la historia de la filosofía para construir una filosofía más global.
10 El profesor de filosofía
Una parte fundamental de la filosofía era, para Ortega, la didáctica. Es por ese motivo que, como hemos visto, fue un filósofo muy pedagógico que trató de llegar a todo aquel que tuviera interés por la filosofía, tanto en la universidad como fuera de ella.
Aunque criticó la filosofía krausista, principal en la universidad española, compartía su intención de renovar la educación en España y llevarla a otro nivel. Es por eso que fue gran admirador de la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos y mantuvo una estrecha relación toda su vida con la Residencia de Estudiantes, fundada con ese espíritu. Su preocupación por el nivel cultural del país fue tan fundamental en su vida que llegó a proponerle a Miguel de Unamuno en 1908 crear el Partido de la Cultura, aunque Unamuno no aceptó.
Ortega y Gasset fue un filósofo comprometido con su labor como profesor. Fundó una nueva manera de ser maestro de filosofía y abrió nuevas perspectivas de hacer filosófico, no restringidas al solitario sillón del filósofo. Nos sigue enseñando una manera de hacer filosofía inspiradora.