La preocupación es uno de los estados más paradójicos de la mente humana. Por un lado, su origen se encuentra en la ventaja evolutiva gracias a la cual el cerebro de nuestros ancestros homínidos pudo entender la relación causa-efecto presente en fenómenos de la realidad, imaginar la idea de futuro y trasladar ambos elementos a un suceso hipotético que podría presentarse después. La capacidad de prever una eventualidad es uno de los pilares sobre los que se asienta nuestro ser y estar en el mundo como especie y como sujetos.
El aspecto poco agradable de esa ventaja surge cuando dicha habilidad cae en el descontrol. Preocuparse puede volverse un impulso desbocado capaz de tomar buena parte de nuestra capacidad cognitiva y, entonces, estar preocupados todo el tiempo.
Nos puede preocupar salir de casa y no haber apagado bien la estufa. O estar en la calle y temer que a la vuelta de la esquina nos asalten. Nos preocupan la guerra o la inflación. Nos preocupa la soltería o la vida en pareja. Nos puede llegar a preocupar tanto… Sin embargo, ¿con qué fin?
En el poema que compartimos a continuación, Mary Oliver elaboró sobre ese exceso de preocupación en el que a veces podemos ahogarnos, y sobre el resultado de ello.
I Worried
I worried a lot. Will the garden grow, will the rivers
flow in the right direction, will the earth turn
as it was taught, and if not how shall
I correct it?
Was I right, was I wrong, will I be forgiven,
can I do better?
Will I ever be able to sing, even the sparrows
can do it and I am, well,
hopeless.
Is my eyesight fading or am I just imagining it,
am I going to get rheumatism,
lockjaw, dementia?
Finally, I saw that worrying had come to nothing.
And gave it up. And took my old body
and went out into the morning,
and sang.
ME PREOCUPABA
Me preocupaba mucho. ¿Crecerá el jardín? ¿Los ríos
fluyen en la dirección correcta? ¿La Tierra gira
tal y como se nos enseñó? Y si no es así,
¿cómo lo corregiré?
¿Habré hecho bien? ¿Me equivoqué? ¿Me perdonarán?
¿Lo podré hacer mejor?
¿Algún día podré cantar? Incluso los gorriones
pueden y yo, bueno,
parece que no tengo remedio.
¿Me está fallando la vista o me lo estoy inventando?
¿Me volveré reumática?
¿Tendré tétanos? ¿Demencia?
Pero un día me di cuenta de que toda esa preocupación no llevó a nada.
Y me rendí. Y tomé este viejo cuerpo mío
y salí a la mañana
y canté.
(Traducción personal)
Además de por su lirismo tan sencillo, tan elemental, tan construido desde las sensaciones y referentes más asequibles de la vida (uno de los elementos distintivos de la poesía de Mary Oliver), el poema cristaliza con precisión una cualidad del exceso de preocupación que, sin ambages, podemos calificar de inútil. Vivir preocupado es, en efecto, inútil, e incluso podría decirse que “vivir preocupado” es una contradicción, pues de alguna manera preocuparse no es vivir. Preocuparse es sólo preocupación.
Y vivir, bueno, en algún momento de la vida se convierte en eso: vivir; es decir, ocupar la vida con la propia existencia hasta colmarla y posiblemente desbordarla. Vida pura en el presente absoluto.
https://pijamasurf.com/2022/06/me_preocupaba_un_poema_de_mary_oliver_sobre_lo_inutil_que_es_dejar_de_vivir_por_estar_todo_el_tiempo_preocupados/