El romance contigo mismo es un romance con Dios.

En la meditación budista se considera de gran importancia la vigilancia
y la retentiva mental.
La vigilancia consiste en prestar atención a lo que sucede en la mente,
tomar conciencia.
La retentiva mental trata de recordar,
el objeto de meditación, por ejemplo,
en el que quieres centrar la concentración
unipuntualizadamente.

Se centró en la retentiva mental, de momento.
Su objeto de meditación: el amor.

Abrió apenas los ojos, de regreso de un sueño profundo.
Las gaviotas planeaban al otro lado del marco del balcón,
anunciando el despliegue de luz de un día claro.
Resucitó la experiencia de despertarse enamorada.
Un nuevo día para vivir
enamorada,
para compartir.
Miró a su alrededor y encontró su propia compañía.
Un nuevo día de verano para compartir
el aire aún fresco en la sombra,
la ofrenda del desayuno,
la cafetera y la taza de frutas,
la brisa verde del Montjuic,
el canto de los pájaros.

Volvió a centrarse en la experiencia: el amor,
la alegría de vivir
este nuevo día.
Si lo sientes, lo sientes.
No importa tanto quién o qué la activa
(un simple avatar generoso, una herramienta,
una forma convincentemente real).
Lo que importa es la experiencia.

Decidió recordar,
evocar,
hacer espacio.
Como quien saca del trastero un viejo objeto olvidado,
lleno de polvo,
aparentemente mutilado, inservible.
Lo limpias, lo arreglas
y lo vuelves a poner en circulación.

http://reflexionesdeunaestudiantebudista.blogspot.com/2022/06/el-romance-contigo-misma-es-un-romance.html

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