El purgatorio.

De repente, comprende que ha llegado a una especie de purgatorio.
Sabe que no es el infierno porque podría ser mucho peor
y lo sabe porque está al alcance de su vista, el infierno, en algunos barrios adyacentes.
Ve las llamas de los incendios,
el calor extenuante, el frío inmovilizador,
las bombas aniquiladoras, el odio, la persecución…
Lo ve. El infierno existe y no está lejos.
Pero ella aún se mantiene en una relativa zona de confort.
No es el reino de los dioses. Lo sabe porque también ha estado allí.
Ni siquiera el de los semidioses.
Es el purgatorio, que acoge a seres de diferentes reinos:
humano, animal, vegetal
y probablemente algunos más.
Así que ahí está,
«purgando» karma negativo, se podría decir.
Profundamente hipnotizada, bajo los efectos de la hipnosis
de esa maga traviesa que es la Mente.
Atrapada en una pantalla virtual,
sufriendo alucinaciones que duelen
como si existieran.
Y existen, de esa manera.

Así que parece que en este momento del viaje, en esta nueva reencarnación,
le toca transitar el purgatorio.
Y se pregunta si hay algo que pueda hacer para disfrutar de esta parte del trayecto,
con presencia,
sin el dolor añadido
de querer escapar de ella.
Viviendo con entrega y consciencia
las experiencias que le regala el purgatorio.
Hasta comprender que no hay nada de lo que autocompadecerse.
Cuando reconoces que, en el fondo de todo,
es el mismo sabor.
Un solo sabor.
En cualquier reino que transites.
El mismo sabor.
Simplemente la Vida.

http://reflexionesdeunaestudiantebudista.blogspot.com/2022/08/el-purgatorio.html

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.