Frans de Waal es uno de los principales expertos en lo que concierne a los primates. Muchas personas creen que para entender algunas cosas que son parte de la naturaleza humana es necesario voltear hacia otras especies animales, especialmente a las más cercanas a nosotros, con las que tenemos un pasado evolutivo en común. En este sentido el trabajo de Frans de Waal puede ser muy revelador.
En sus estudios de Waal se ha encontrado con la omnipresente pregunta –especialmente para nuestra época– sobre el género y si este es una construcción meramente cultural o si la biología tiene un rol fundamental. Como podría esperarse de un biólogo. de Waal cree que sí existen factores biológicos que hacen diferentes de maneras importantes a los hombres y a las mujeres en su identidad de género. Pero no es radical en este sentido, pues cree que también hay obviamente factores culturales importantes.
De sus observaciones estudiando las diferentes especies primates, de Waal concluye que existen «diferencias esenciales» que se pueden extrapolar a los seres humanos. Los hombres son más violentos en general, mientras que las mujeres tienen más empatía. Esto se observa en todos los primates. Y algo que también va en contra de ciertas ideologías de género en boga: los machos prefieren los coches, las hembras las muñecas. Esto, no significa que no existan casos en los que una hembra prefiera coches a muñecas, pero es una excepción.
La preferencia de juguetes que relacionamos con los niños entre los primates ha sido documentado por diversos estudios, por ejemplo este realizado en Gran Bretaña.
Los machos de chimpancés, bonobos, gorilas, orangutanes y otras especies tienden a despedazar una muñeca cuando un humano se las entrega. En cambio, una hembra la cuida y la acicala. Al respecto, de Wal observa:
Se dice que socializamos a los niños y las niñas a través de los juguetes que elegimos para ellos. Al proyectar nuestros prejuicios en los juguetes, moldeamos sus roles de género. La idea es que los niños son como pizarras en blanco que se llenan con lo que les llega de su entorno. Pero si bien es cierto que muchos aspectos del género vienen definidos culturalmente, no siempre es así. Judith Harris, una psicóloga estadounidense disidente, veía la influencia de los progenitores como una mera ilusión confortadora. En su libro de 1998, El mito de la educación, lo expresaba así: «Sí, los progenitores compran camiones para sus hijos y muñecas para sus hijas, pero quizá tengan una buena razón, quizá sea lo que los niños quieren»
En otras palabras, la cultura no es siempre una imposición, en muchos casos es un reflejo de realidades biológicas subyacentes. Si bien es cierto que la naturaleza y la cultura no son entes estáticos, sino que se influencian y crean mutuamente. Sin embargo, la cultura no puede crear la naturaleza de un día para el otro, en un acto de pura voluntad.
Existen por supuesto algunas cosas que culturalmente han sido difundidas que no reflejan la naturaleza, al menos en lo que respecta a los monos. De Wal nota que no es cierto que entre los primates los machos sean siempre los que tienen «mayor impulsividad sexual».
Además, existen entre los primates una diversidad de preferencias sexuales, particularmente entre los bonobos el sexo homosexual es muy común. Por lo cual sería un error creer que la homosexualidad es «antinatural».
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