Los “químicos eternos” o sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés) adquirieron relevancia mediática en los últimos meses. Dichos químicos, que pueden contarse por miles, se incorporan al suministro de agua y alimentos. Por eso, hoy resulta prácticamente imposible evitar su absorción en el cuerpo humano. Una vez que ingresan a nuestro organismo, no desaparecen, de ahí el mote de “químicos eternos”. Lo peor es que estas sustancias pueden desencadenar una variedad de padecimientos: problemas de fertilidad, daño hepático, alteraciones en la tiroides e incluso cáncer.
Químicos eternos presentes en el cordón umbilical.
Ya están presentes en el agua de lluvia del mundo entero. Y como si esto no fuera suficiente, acaba de surgir otra razón para preocuparnos por la prevalencia de las PFAS. En un estudio realizado a nivel mundial, los investigadores analizaron muestras sanguíneas recolectadas en más de 30,000 cordones umbilicales. Y detectaron la presencia de PFAS en el 100% de las muestras. Lo peor es que algunas de las muestras tenían hasta 5 años de antigüedad.
Esto significa que la omnipresencia de los químicos eternos existe desde mucho antes de lo que suponíamos. Tras este estudio se encuentra Environmental Working Group (EWG), una organización medioambiental y de salud pública sin fines de lucro. Los investigadores de EWG revisaron más de 40 estudios sobre la presencia de PFAS en la sangre del cordón umbilical. Las muestras se recolectaron en 11 países diferentes, incluidos Estados Unidos, China, México y Japón.
En cada uno de esos estudios, todas las muestras revelaron la presencia de una variedad de PFAS en el cordón umbilical. Así como la permanencia de los mismos más adelante en la infancia. Por si fuera poco, también se observó un incremento en ciertos riesgos para la salud durante la edad adulta. Uloma Uche, investigador de EWG, señala que los fetos resultan particularmente vulnerables a las PFAS al “carecer de mecanismos para lidiar con los químicos”. “Incluso antes de venir al mundo, ya están expuestos a las PFAS”.
Una cruzada contra las PFAS.
Dada la omnipresencia de los “químicos eternos” en los ciudadanos de diversos países del mundo, su detección en los cordones umbilicales no es del todo sorprendente. Por ejemplo, en Estados Unidos los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) ya tienen bien ubicadas a las PFAS que circulan en el torrente sanguíneo de la mayoría de los estadounidenses. Se trata del ácido perfluorooctanosulfónico (PFOS) y el famoso ácido perfluorooctanoico (PFOA). Sí, el de las sartenes.
Al igual que muchas otras PFAS, ambos químicos están presentes en materiales resistentes al agua o el aceite. También son muy socorridos en la fabricación de las espumas contra incendios. Aunque el uso del PFOS y PFOA ha disminuido en los últimos años, los CDC advierten que bien podrían ser sustituidos por otras PFAS igual de perjudiciales para nuestra salud.
Afortunadamente no todo está perdido. Este año, dos estudios independientes encontraron varias técnicas para eliminar las PFAS. Uno requiere el uso de luz ultravioleta e ingredientes de cocina comunes, mientras que en el otro se empleó cloro y un solvente químico. Por supuesto, ambos métodos tienen reservas que deben tomarse en cuenta: el primero requiere un aumento proporcional para resultar efectivo y el segundo solo elimina ciertas PFAS. Pero, son un rayo de esperanza para el riesgo que corremos frente a la prevalencia generalizada de estos “químicos eternos”.
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