Tiempo para la meditación.

Sólo se necesita un instante para vivir un retiro.
Un retiro es como una peregrinación, un viaje de autoconocimiento.
Decir «autoconocimiento» es como decir «conocimiento de la Vida», de lo que es.
No hay separación.
Pero eso lo descubres en el transcurso del viaje:
que entre «yo» y «todo» no hay separación.
Que entre Dios y yo no hay separación.

Así que a veces oímos eso de «no tengo tiempo para un retiro»
o «no tengo tiempo para meditar»
y lo cierto es que la meditación o el retiro pueden ser cosa de un instante,
aunque es cierto que ayuda el tiempo de la preparación,
el propósito, la intención.
Pero ese tiempo puede ser un mero pensamiento,
el pensamiento de propósito, de intención,
quizás mientras te lavas los dientes o vas camino del mercado.
La meditación no requiere un tiempo extra,
puedes estar esperando el autobús, en la cola de la caja en el supermercado,
sentada en el metro o esperando a tu hija a la salida de la escuela.
Tú decides en qué utilizas tu actividad mental.
Puedes decir que tienes cosas que «resolver» mientras esperas,
y no te sobra tiempo para perder en meditar,
pero lo cierto es que gran parte de nuestros pensamientos son circulares,
repetitivos, no siempre útiles
y en muchos casos generadores de preocupaciones y miedos.
Así que en realidad no necesitas tiempo extra para meditar,
si desarrollas la práctica de hacerlo en los denominados «puntos muertos» de tu vida diaria.
Y en los «puntos vivos» también,
porque al final lo único que diferencia una experiencia de meditación de otra que no lo es
es la presencia,
la consciencia del momento presente.

Y en cuanto al retiro,
no necesitas coger un avión para ir al monte Wutai, a encontrar a Manjusri.
Manjusri, Tara o Dios no están tan lejos de donde tú estás.
Así que el espacio de retiro puede ser tu cuarto,
una piedra cómoda en el rompeolas de la playa, o en la arena,
un parque de tu ciudad
o una celda en cualquier convento o monasterio del pueblo.
Puede ser la mesa de tu cocina, en un momento de soledad y silencio.

Aun cuando crees que no puedes, que no tienes tiempo, que no sabes,
si lo tienes presente en tu mente (la intención, el propósito),
cuando menos te lo esperes surge la «gracia»
y ahí estás,
tocando con los dedos el nirvana que creías inaccesible.

http://reflexionesdeunaestudiantebudista.blogspot.com/2022/10/tiempo-para-la-meditacion.html

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