La práctica de yoga es una experiencia muy personal, puesto que cada persona es única y tiene diferente anatomía, creencias, gustos, etcétera. Por ello, es muy importante aprender a escuchar a tu cuerpo, a tus emociones y a tu mente. Respetar tu cuerpo, tu anatomía, tus cualidades y defectos, así como tus emociones y los pensamientos que surgen, es crucial para que puedas llevar bien una práctica de yoga.

Hay que tener presente que, además de ser una práctica física, cada una de las posturas de yoga tiene un propósito energético, por lo que, en ocasiones, su práctica te puede hacer sentir cosas como ansiedad, enojo, tristeza, paz, tranquilidad, etcétera. Según el momento y el estado anímico y emocional en el que te encuentres, así será tu práctica. El trabajo energético que se hace es muy profundo y puede desencadenar diferentes emociones.

La palabra yoga significa “unión” en sánscrito. Por eso, esta disciplina se centra en vincular el cuerpo con la mente, así como el yo individual con el universal. Cuando practicamos yoga estamos ante una oportunidad de experimentar este vínculo en nuestro propio cuerpo y mente. Para ello, es recomendable realizar nuestra práctica con especial atención a ciertos momentos que se fundamentan en la unión del cuerpo y la mente.

Escucha lo que tu cuerpo quiere decirte

– Siente lo que sientes. No te convenzas a ti mismo de negarlo; permítete sentirlo.

– Acepta lo que sientes. No juzgues lo que realmente está ahí.

– Ábrete a tu cuerpo. Siempre mantente en comunicación contigo y dispuesto a escuchar.

– Confía en tu cuerpo. Cada célula está de tu lado, lo que significa que tienes cientos de miles de millones de aliados.

– Valora la espontaneidad. Las emociones cambian, las células cambian, el cerebro cambia. No seas el policía que detiene el río del cambio al bloquearlo con creencias fijas y congeladas.

– Disfruta lo que tu cuerpo quiere hacer. A los cuerpos les gusta descansar, pero también les gusta estar activos.

Respiración y movimiento

Durante la práctica de yoga, observa de qué manera coordinas tu cuerpo con tu respiración. Por ejemplo, cómo se inflan los pulmones al inhalar o cómo con cada exhalación relajas tus músculos. También sé consciente de qué movimientos haces inhalando y cuáles exhalando, y mantén una cierta sincronía del cuerpo con la respiración.

Observación

Para conectar tu cuerpo con tu mente durante las posturas, realiza una especie de «escaneo» de cada parte de tu cuerpo mientras permaneces en un asana. Siente todos los detalles y continúa con calma tu práctica.

Concentración parcial

También puedes centrarte en una parte específica de tu cuerpo. Por ejemplo, sentir el estado de tus piernas en cada postura o el estado de tu estómago. Así mantendrás la mente presente con tu cuerpo.

Compara ambos lados del cuerpo

En yoga, las series de posturas suelen realizarse de un lado y luego del otro. Observa con qué lado puedes estirar más, tensar mejor o incluso mantener un mejor equilibrio. No se trata de compararse para lamentar o forzar al cuerpo, pero sí para reconocer y aceptar sus diferencias.

Encontrar y profundizar en la conexión del cuerpo con la mente brinda beneficios que van mucho más allá de un tapete de yoga. Verás que, con el tiempo, la práctica de yoga podrá ayudarte a tomar decisiones conscientes y saludables, así como a encontrar formas de cuidar tu cuerpo y tu mente y evitar el sufrimiento.

Contenido cortesía de Harmonía.la

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