El gobierno holandés quiere obligar a los bancos a registrar todas las transacciones de más de 100 euros en una gran base de datos. Es el paso previo a la implantación de una moneda digital del banco central.
Con esta medida el gobierno de Rutte abre la puerta a violaciones masivas de la intimidad y a una vigilancia masiva sin precedentes por parte de los bancos. Sólo los pagos más insignificantes serían anónimos.
No obstante, el pretexto invocado es impedir el blanqueo de dinero y la “financiación del terrorismo”. Sólo el gobierno holandés puede financiar al terrorismo.
La reina Máxima asistió este mes a la reunión anual del FMI y el Banco Mundial, donde pronunció un discurso en el que defendió las monedas digitales de los bancos centrales.
A diferencia de las demás criptomonedas, las que se disponen a emitir los bancos centrales tienen por objeto el control de la población, no sólo económico sino también social.
En contra de lo que se dice habitualmente, no es el Estado el que emite moneda, sino los bancos centrales, a la mayor parte de los cuales se los ha declarado “independientes”. A diferencia de cualquier otra institución pública, no responden ante nada ni ante nadie.
A causa de la crisis, los bancos centrales necesitan un nuevo sistema del control de cada céntimo, desde su creación hasta su circulación. Quieren tener la capacidad de hacer aparecer o desaparecer el dinero en tiempo real. Además, quieren poder controlar cada euro, incluyendo a quién pertenece y a qué se destina.
El plan de control tropezó con un importante obstáculo, las criptomonedas privadas, a las que acusan de evasión fiscal y blanqueo de dinero. Los bancos centrales se sumaron a la crítica mientras desarrollaban sus propias criptomonedas.
El objetivo final es la desaparición de dinero fiduciario.
El Banco de Pagos Internacionales, el “banco central de los bancos centrales”, ha publicado un estudio en el que indica que al menos 81 bancos centrales de todo el mundo han acelerado sus planes para lanzar sus propias criptomonedas, e incluso ha admitido que está desarrollando su propia tecnología digital.
El Fondo Monetario Internacional lleva años desarrollando un sistema mundial de criptomonedas vinculado a los derechos especiales de giro. Muchas instituciones se han interesado por esta tecnología. No es nada nuevo.
Pero el problema no es que el capital financiero vaya de cabeza hacia las emisiones de moneda digital, sino que la población las acepte. Eso nunca ocurrirá, a menos que el dinero fiduciario pierda su poder adquisitivo, que es el camino que se sigue actualmente.
En tal caso el sistema monetario actual entrará en crisis y los bancos centrales podrán imponer un control absoluto de las transacciones económicas y de las personas que las realizan.
Las criptomonedas oficiales impondrán un sistema en el que los dueños del dinero no tienen nada. Todo el dinero estará en poder de los bancos centrales.